Ha muerto a los noventa y seis años Antonio Vázquez de Castro. Cumplo con mi obligación de evocar para los demás al Vázquez de Castro arquitecto, mientras trato de sobreponerme a la pérdida del amigo con el que colaboré en algunas empresas y con el que hubiera comido hoy, como todos los miércoles.

Nacido el año 29, vivió de niño la guerra en Madrid y gustaba contar (era un excelente narrador) sus peripecias para sobrevivir. Pasó la ceremonia de ingreso de la Escuela de Arquitectura con tanta rapidez que su padre le hizo esperar un curso para que no adelantara a su hermano Luis, mayor que él.

Recién salido de la Escuela recibió el encargo junto con José Luís Íñiguez y Joaquín Ruiz Hervás del poblado dirigido de Caño Roto, donde hicieron arquitectura de calidad con unos medios materiales ínfimos, incluida la aportación de trabajo personal de los adjudicatarios de las viviendas (mientras construía el barrio, se fue a vivir allí, con su incipiente familia). Su compromiso con el alojamiento social tuvo otro brillante fruto en Perú, en el proyecto PREVI propiciado por el entonces presidente Belaúnde Terry, también arquitecto.

En unión con otras grandes figuras de la arquitectura mundial, Antonio y José Luís fueron invitados a hacer propuestas de vivienda social de baja altura y gran densidad. Desarrolló Tabibloc, un sistema modular de prefabricación ligera con bloques de hormigón vibroprensado, viguetas y bovedillas, cuya ‘fábrica’ cabía en un remolque. Naturalmente, empleó el sistema en su propia casa y estudio en Aravaca; pese a la determinación con la que intentó, sin éxito, mantenerlo, el sistema no sobrevivió a la muerte de nuestro socio industrial. En sus últimos años de universidad, su preocupación por el alojamiento de los desfavorecidos se tradujo en el proyecto teórico de una ‘ciudad’ a lo largo de todo el borde sur del Mediterráneo en el que colaboraron profesores y alumnos de Proyectos.

Entre otros muchos proyectos, son obra suya el Museo Reina Sofía, con sus estupendas torres de ascensores acristaladas; el edificio central de la Expo de Sevilla, que hubiera debido tener una gran cúpula central, con unas palmeras retráctiles invertidas para dar sombra (y que no quiso hacer Pellón); el paseo marítimo de Palma y la ordenación del ensanche de Vallecas.

Fue catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid y director general de Arquitectura en el primer Gobierno de Felipe González. Responsable de una dirección general sin medios, tuvo una idea genial. Consiguió el 2% que toda obra pública debía gastar en ‘obras de arte’, y lo empleó en proyectos de restauración de teatros por toda España. Una vez completados estos, fue mucho más fácil allegar los fondos para esas obras. Fue asimismo decano de la junta progresista del Colegio de Arquitectos de Madrid durante los últimos años de la dictadura.

Con su curiosa mezcla de obstinación y sentido común, siguió yendo en moto hasta hace dos años; decía que era más seguro que el coche porque no se dormía.

Luis Fernández-Galiano: Antonio Vázquez de Castro. La inquietud social

Vídeo Fundación Arquia: Antonio Vázquez de Castro entrevistado por Luis Fernández-Galiano