En un país lleno de desigualdades que tiene los mayores ‘guetos’ del ‘mundo desarrollado’ y con ciudadanos (los unos) capaces de abrazar el socialismo de un alcalde musulmán y (los otros) de creer que irán al infierno si no votan a Donald Trump, el tema de la policía merece capítulo aparte.

Con la posesión de armas legal y su uso extendido como método de defensa propia entre buena parte de la ciudadanía, Estados Unidos es el país con más policías muertos o heridos en el ejercicio de sus funciones, en el otro lado aparecen abusos injustificables en los que suele salir perjudicada la población afroamericana.

El primer gran escándalo se produjo el 26 de febrero de 2012 en Sanford (Florida), cuando George Zimmerman disparó en el pecho a Trayvon Martin (17 años) y acabó con su vida en un caso que dio la vuelta al mundo y enfatizó el debate sobre las armas de fuego y sobre la necesidad de limitar también según qué actuaciones policiales.

Myles Cale, mucho más que un jugador de baloncesto

Myles Cale, mucho más que un jugador de baloncesto / VALENTÍ ENRICH

Después llegó la muerte de Michael Brown (18) el 9 de agosto de 2014 en Ferguson (uno suburbio peligroso en San Luis, Misuri) tras un forcejeo con el policía Darren Wilson, quien disparó 12 balas. Estos dos casos y muchos otros provocaron manifestaciones en todo el país y alentaron el movimiento ‘Black Lives Matter’ (‘Las vidas de los negros importan’).

En medio de este panorama, el azulgrana Myles Cale nació en la pequeña localidad de Middletown (apenas 13.000 habitantes) en el estado de Delaware. Hijo de jugadores de baloncesto, su padre es un policía retirado que «me enseñó a tratar con la policía en situaciones complicadas». Por eso nació ‘Cale Cares’.

«Cale Cares tiene como objetivo construir un espacio común entre la policía y los niños y jóvenes de mi comunidad. He visto por la tele muchos casos de brutalidad policial, pero no todos los policías son malos. De hecho, yo puedo hablar por mi padre», decía el blaugrana a SPORT.

«Ves que esto sucede y se repite, así que es un problema. Por eso, trato de usar mi plataforma y mi voz para que la gente sepa que no todos son malos. Todos los policías no son malos y para mejorar la realidad tenemos que trabajar todos juntos», prosigue el exjugador del Trento.

¿Y qué mejor manera para acercarse a los jóvenes que el deporte? «Tengo una pista de baloncesto en mi comunidad y llego policías para hablar con los niños. Los policías ayudan a los niños en la cancha y juegan con ellos. Es maravilloso. ¡Y gratis! Nadie paga por ello, tan solo hay que inscribirse», añadió Cale.

El estadounidense llegó al Barça el pasado verano y, poco a poco, va haciéndose un hueco por el talento defensivo con el que ayuda en uno de los aspectos que más le cuestan a los de Joan Peñarroya. El equipo necesita también más aportación del escolta en ataque y él está convencido de que «puedo hacerlo. Lo más importante es que estoy muy feliz aquí».