Comer insectos ya no suena a ciencia ficción, sino a una posible solución para el futuro de la alimentación. Un equipo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) está explorando cómo integrar proteínas de insecto, en concreto hidrolizado de gusano de la harina (Tenebrio molitor), en productos como brownies y lácteos pasteurizados.
El proyecto, liderado por el grupo de investigación NUTRALiSS (Nutrición, Alimentación, Salud y Sostenibilidad) y publicado en la revista Food Science and Nutrition, busca promover fuentes proteicas alternativas con menor impacto ambiental, en un contexto de demanda global alimentaria.
Lejos de la imagen de insectos enteros, los investigadores han trabajado con formas hidrolizadas, una especie de harina proteica más fácil de incorporar a recetas y mejor aceptada por los consumidores. En este caso, se probó en lácteos aromatizados con avellana y vainilla y en brownies, donde el resultado fue, según los investigadores, “muy positivo”.
“La aceptación fue especialmente buena en los brownies, ya que la incorporación del hidrolizado mejoró su textura, haciéndola más suave y elástica”, explicó Marta Ros, estudiante de doctorado de la UOC y una de las autoras del estudio.
La incorporación del hidrolizado de gusano mejora la textura de los postres, haciéndolos más suaves y elásticos
Aunque investigaciones previas ya habían demostrado que los insectos resultan más aceptables cuando se presentan en forma de harina y no enteros, este nuevo trabajo apunta que el formato y la forma de incorporación son factores decisivos para lograr una buena respuesta del consumidor.
“Estos resultados confirman que no todas las formas de proteína de insecto tienen el mismo potencial. La forma en que se incorporan a los productos de consumo es clave para conseguir alimentos que, además de sostenibles y nutritivos, sean también bien valorados”, añadió Ros.
Con la población mundial en aumento y la demanda de proteína disparada, los insectos se posicionan como una fuente rica en nutrientes, asequible y respetuosa con el medio ambiente. Y si, además, se pueden camuflar en un dulce de chocolate o un batido de vainilla, el salto cultural puede resultar mucho más fácil de digerir.
En el proyecto también han participado investigadores de la UAB, la UPC y la Universidad de Plymouth (Reino Unido), entre otros centros.