El 28 de diciembre, el tenis profesional revivirá uno de sus momentos más emblemáticos cuando Aryna Sabalenka y Nick Kyrgios disputen en Dubái una versión moderna de la legendaria ‘Batalla de los Sexos‘.
Más de medio siglo después del encuentro que convirtió a Billie Jean King en un icono feminista tras vencer a Bobby Riggs, este nuevo duelo se diferencia del original por un detalle crucial: sus organizadores han diseñado reglas basadas en análisis científicos que buscan equilibrar las diferencias fisiológicas entre ambos sexos.
La propuesta es clara: mientras Kyrgios jugará con un solo servicio en cada punto, Sabalenka competirá en un lado de la cancha reducido en un 9%. Estas modificaciones reflejan décadas de investigación sobre las diferencias biomecánicas, físicas y de rendimiento entre tenistas masculinos y femeninos.

Por primera vez en la historia, la ciencia entra en el debate para intentar responder una pregunta que sigue generando controversia: ¿es posible igualar las condiciones de juego entre hombres y mujeres en el tenis profesional?
La decisión de limitar a Kyrgios a un solo servicio —no se ha aclarado si Sabalenka tampoco gozará de segundo saque— no es arbitraria. Los estudios científicos han demostrado que el saque representa la diferencia más significativa entre el circuito masculino y el femenino.
Según datos de los cuatro torneos de Grand Slam entre 2002 y 2013, la velocidad media del primer servicio en hombres alcanza 184,1 kilómetros por hora, mientras que en mujeres se sitúa en 158,5 kilómetros por hora, una diferencia de 25,6 kilómetros por hora.
Cuando se analizan únicamente los mejores sacadores, la diferencia se amplía hasta los 33 kilómetros por hora. Esta disparidad no solo se traduce en velocidad, sino en efectividad: los tenistas del circuito masculino ganan aproximadamente el 80% de sus juegos al servicio, mientras que las jugadoras solo consiguen mantener su saque en un 65%.

Nick Kyrgios, al servicio durante un partido de Wimbledon
Europa Press
En torneos como Wimbledon, aproximadamente uno de cada 13 puntos masculinos se gana directamente con un ace, frente a uno de cada 20 en el circuito femenino. En el tenis masculino se produce una ruptura de servicio cada cinco juegos, mientras que en el femenino ocurre cada tres juegos.
Privar a Kyrgios de su segundo servicio elimina una red de seguridad fundamental. Al obligarle a acertar su primer servicio en cada punto sin opción a rectificar, los organizadores buscan aumentar su margen de error y reducir su capacidad de dominar los intercambios desde el inicio del punto.
El enigma del 9%
El segundo pilar científico del duelo es la reducción del 9% en el lado de la cancha de Sabalenka. Los organizadores se han apoyado en estudios que afirman que las mujeres se desplazan, en promedio, un 9% más lentamente que los hombres durante cambios de dirección en el fondo de la pista.
Las diferencias fisiológicas que explican esta brecha son múltiples. Estudios sobre composición corporal en deportistas revelan que las mujeres poseen, en promedio, un tercio de la fuerza del tren superior masculino y dos tercios de la fuerza del tren inferior.
Los hombres muestran valores superiores en consumo máximo de oxígeno relativo al peso corporal y mayor capacidad aeróbica.

Aryna Sabalenka, con el trofeo de campeona del US Open 2025
Europa Press
Reducir el tamaño de la cancha de Sabalenka busca compensar esta diferencia cinética. Una pista de tenis estándar mide 23,77 metros de largo por 8,23 metros de ancho.
Al reducir el espacio de Sabalenka, los organizadores pretenden que tenga que cubrir menos terreno en cada intercambio, equilibrando su menor velocidad de desplazamiento.
El legado de Billie Jean King
Para comprender la trascendencia del actual enfrentamiento es fundamental mirar hacia atrás, hacia aquel 20 de septiembre de 1973 en el Astrodome de Houston.
Billie Jean King, de 29 años, aceptó enfrentarse a Bobby Riggs, un extenista de 55 años que había dedicado meses a hacer declaraciones incendiarias sobre la inferioridad de las mujeres en el deporte.
Riggs había sido número uno del mundo y campeón de Wimbledon. En mayo de 1973, venció cómodamente a Margaret Court. Embriagado por el éxito, puso sus ojos en King, quien además de ser una de las mejores tenistas era una activista incansable por la igualdad salarial en el deporte profesional.
King entendió que aquel partido trascendía el resultado deportivo. En aquella época, las tenistas ganaban aproximadamente ocho veces menos que sus colegas masculinos.
Ante las cámaras, Riggs declaró que intentaría ganar por todos los hombres del mundo que sienten que el hombre es el rey. King respondió que el movimiento de las mujeres estaba mejorando la vida de las personas.
El partido reunió a más de 30.000 espectadores en el estadio y fue seguido por 90 millones de telespectadores en todo el mundo. King entró en un trono dorado, mientras Riggs llegó en una carroza tirada por modelos. El espectáculo no pudo ocultar la tensión: King sabía que una derrota reforzaría los argumentos machistas de Riggs.
El resultado fue contundente: King venció por 6-4, 6-3 y 6-3. Su victoria fue un hito social que alimentó el movimiento feminista de la década de 1970 y aceleró los cambios en favor de la equidad de género en el deporte profesional.
La batalla de 1973 no fue la única. En 1992, Jimmy Connors venció a Martina Navratilova por 7-5 y 6-2 en Las Vegas, embolsándose un millón de dólares en un partido donde él solo disponía de un servicio y ella podía usar los pasillos de dobles.
Años después, en 1998, el alemán Karsten Braasch, entonces número 203 del mundo y fumador empedernido, aceptó el reto de las hermanas Williams en el Open de Australia.

Venus (a la izquierda) y Serena Williams junto a Karsten Braasch tras su ‘Batalla de los Sexos’
Reuters
Tras jugar al golf y fumar medio paquete de cigarrillos, Braasch derrotó a Serena 6-1 y a Venus 6-2, apagando temporalmente el debate sobre si las mejores tenistas podían competir en el circuito masculino.
Nuevo enfoque para un viejo debate
Más de 50 años después, el enfrentamiento entre Sabalenka y Kyrgios no pretende resolver quién es mejor, sino plantear una pregunta diferente: ¿pueden las modificaciones científicas en las reglas crear un escenario verdaderamente equitativo?
Sabalenka, de 27 años, está en la cima de su carrera como número uno del mundo. Kyrgios, con 30 años y en el puesto 652 del ranking ATP, está al borde del retiro tras sufrir graves lesiones que le han impedido competir con regularidad.
La WTA anunció en 2023 un plan para alcanzar la igualdad salarial en los torneos combinados de nivel 1.000 y 500 para 2027, y en eventos no combinados para 2033, 55 años después de que Billie Jean King consiguiera premios iguales en el US Open.
Sin embargo, no todos apoyan esta medida. Kyrgios fue especialmente crítico en aquel momento, declarando que en el Open de Australia jugó más de cuatro horas mientras Svitolina compitió durante 40 minutos y ambos habrían cobrado lo mismo bajo esas reglas. El australiano cuestionó por qué el tenis es el único deporte que aborda estas cuestiones de fusión y equidad económica entre circuitos.
Cartel del Sabalenka – Kyrgios
La ‘nueva Batalla de los Sexos’ oscila entre el circo mediático y el experimento científico.Los organizadores, entre ellos EVOLVE —agencia que representa a Kyrgios y a Sabalenka— reconocen explícitamente las diferencias fisiológicas entre tenistas masculinos y femeninos.
En lugar de fingir que compiten en igualdad de condiciones naturales, asumen que existen diferencias medibles y se interviene para compensarlas.
50 años después de que Billie Jean King demostrara que las mujeres merecían respeto y reconocimiento en el tenis profesional, Sabalenka y Kyrgios tendrán la oportunidad de continuar esa conversación desde una perspectiva diferente.
El resultado del partido importará menos que las reflexiones que genere sobre igualdad, diferencia y justicia en el deporte del siglo XXI.