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La nao San Juan forma parte de la época dorada del País Vasco como potencia marítima. Construido casi íntegramente en madera de roble, pesaba 200 toneladas, tenía 28 metros de eslora y 7,5 de manga. En 1565, partió a la recién descubierta América, pero no regresó. Su naufragio fue un misterio durante siglos. Ahora, un proyecto de reconstrucción cumplirá el sueño de años: repetir el viaje.

US Astronaut Edward H White II carrying out external tasks during third orbit of Gemini-Titan 4 flight. NASA photograph.

En aquellos años, los marítimos vascos habían desarrollado habilidades para destacarse mundialmente en la industria ballenera. Según una leyenda local, los navegantes vascos habrían llegado a las costas americanas, incluso antes que Cristóbal Colón.

Pero lo mantuvieron en secreto para evitar la competencia comercial. Posiblemente no querían perder el poderío sobre el negocio del saín, la grasa de ballena transformada en aceite, de la que eran expertos y que valía como el petróleo.

El descubrimiento del ballenero

En el siglo XX, la historiadora canadiense Selma Huxley rastreó documentos antiguos y encontró esta joya arqueológica. Siguiendo sus pistas, en 1978 un grupo de investigadores con el apoyo de Parcs Canada, la entidad que vela por el patrimonio histórico canadiense, lo hallaron en el fondo del mar cerca de la actual población Red Bay.

Preparando la quilla Foto: Mendi Urruzuno/ Albaloa

Tres operarios buscan el tronco de roble adecuado para obtener la pieza llamada curbatón, con la que se labrará el talón de quilla del San Juan.

Estaba increíblemente intacto, en gran parte por la temperatura de -2ºC del agua, y a solo diez metros de profundidad. Recuperaron 3.000 piezas y pudieron reconstruirlo casi de manera completa.

Valle de Labetxu en Jaizkibel, País Vasco

Posiblemente, Xabier Agote hubiera querido vivir en aquella época de esplendor de la navegación en el País Vasco. Se matriculó en la Escuela de Construcción Naval de Maine para ser carpintero de ribera, pero antes viajó por el mundo para mejorar su práctica de inglés. Un día en Australia, un amigo le dijo: «Oye, ¿tú no eres vasco? Pues tienes que ver esto».

Le enseñó la portada de National Geographic de julio de 1985 en la que reconstruían la historia de la nao San Juan. Fascinado con la historia, Agote decidió regresar a Pasaia y reconstruir ese barco en escala real en un astillero.

El sueño cumplido de la réplica del ballenero

Cuarenta años después, ese sueño se cumple el 7 de noviembre de 2025 con el cierre de la etapa de construcción en tierra y la botadura del ballenero vasco para continuar su construcción en mar. Impulsado por Agote desde la asociación sin ánimo de lucro Albaola, la reconstrucción replica hasta el más mínimo detalle en carpintería, herrería, velería y cordería. El objetivo es llegar a Canadá en 2027 tras dos meses de viaje y regresar para después ser un museo flotante en Pasaia recordando los años dorados de la navegación vasca.

Estado de conservación óptimo Foto: Mendi Urruzuno/ Albaloa

“La botadura del casco cierra la fase en tierra y da paso a la fase de construcción en el agua, que se realizarán íntegramente en la bahía de Pasaia, para hacerlo navegable y al equipamiento integral del barco que se realizará en el agua: aprox. 4 km de cabos, 2 juegos de velas (de 600 m2 cada uno), anclas forjadas, chalupas balleneras, calderos de cobre, barricas y otros pertrechos, replicados con materiales y técnicas de época que conformarán un galeón vasco del siglo XVI realizado con el máximo rigor histórico”, dicen desde Albaola.

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Reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2013, posteriormente recibió fondos de diferentes organismos públicos, entre los que se destaca el Ministerio de Cultura de España, la Diputación de Gipuzkoa y Parcs Canada, entre otros.

Un naufragio, una portada y un sueño cumplido con el objetivo de conservar la memoria.