Yukiya Arashiro ya no corre para demostrar nada. A los 41 años, nacido en Ishigaki y con la experiencia de haber sido el primer japonés en completar un Tour de Francia, se ha ganado el derecho a pedalear a su manera. Ligero, resistente y con ese perfil de corredor que nunca se rinde, sigue siendo una referencia en su país. 

Lo hace ahora desde el Team Solution Tech – Vini Fantini, una estructura con calendario entre Asia y Europa que este año ha dado un salto notable. En Saitama, donde el pelotón baja revoluciones para agradecer al público la pasión sostenida durante todo el curso, Arashiro vuelve a ser figura de un Criterium de Saitama que de alguna forma le pertenece. Aquí no se pelea por puntos ni por contratos, se rinde tributo al ciclismo. “Para mí, cada año es especial estar en Saitama. Los aficionados esperan un año entero para este evento. Se siente algo diferente”, explica a MARCA durante la previa del Criterium de Saitama organizado por ASO con serenidad mientras los hinchas aguardan su salida.

La temporada trajo cambio de aires y una nueva dimensión. Tras muchos años en estructuras WorldTour, Arashiro apostó por un equipo donde puede influir, enseñar y también disfrutar. “No somos un gran equipo, pero este año hicimos más de 20 victorias. El equipo dio un paso importante”, resume. 

Sus viajes se movieron entre China, Taiwán, Japón y algunas citas europeas, una ruta donde ha encontrado aire y sentido. La obsesión por objetivos concretos ha quedado atrás: “Antes siempre buscaba una misión para el año siguiente. Ahora solo disfruto la temporada”. Es la reflexión de quien entiende que el ciclismo también se vive cuando se afloja un poco la tensión interna.

Arashiro disputó este año cinco carreras en Japón, con etapas y generales en Kumano y Kyushu, así como una presencia constante en la Japan Cup. Aunque su cuerpo responde y la experiencia pesa, no se engaña. “El nivel en Japón aún no es el de Europa. Se está creciendo, sí, pero todavía falta profundidad”, señala. Lo dice alguien que ha vivido ambos mundos, y su juicio es desde dentro, no desde la distancia. El ciclismo japonés está en evolución, pero el margen sigue siendo claro.

En el calendario asiático coincidió también con Paco Mancebo, otro veterano eterno. Arashiro lo observó competir, sufrir, insistir. “Si yo sufriera así, me pararía. Pero él continúa. Cada ciclista tiene motivaciones distintas. Si disfruta, ¿por qué no?” La frase no es juicio ni reproche. Es entendimiento. La biografía ciclista no se resume en resultados: se sostiene en lo que mueve a subir cada día a la bicicleta.

Excompañero de dos cracks vascos

La mirada hacia el ciclismo español se completa con dos nombres queridos, excompañeros en Bahrain: Mikel Landa y Pello Bilbao. Arashiro conoce bien a ambos. De Landa destaca el esfuerzo por rehacerse tras un problema físico serio: “Después de una lesión así, el cuerpo tarda en volver. Ojalá haya podido descansar. Si lo hizo, el próximo año puede volver fuerte”. Sobre Pello la reflexión es todavía más emocional: “Este año no tuvo suerte: problemas mecánicos, momentos que no salieron. No es cuestión de fuerza. Creo que el próximo año tendrá una explosión”. Conoce el oficio, reconoce el desgaste, sabe lo que cuesta sostener el ritmo sin recompensa.

La conversación termina con una mirada amplia sobre el ciclismo actual: “El ciclismo está abierto para todos. Un error, una caída o un día malo de un favorito cambia todo. Nada está escrito”. Y quizá ahí esté la razón por la que Arashiro sigue. No por nostalgia ni obligación. Por la posibilidad de que aún quede un día grande. Una curva bien tomada. Un público japonés que aplaude lento y constante, como quien agradece que alguien siga ahí. Yukiya sonríe. Todavía vale la pena.