Con motivo de su centenario, la Denominación de Origen Calificada Rioja ha reivindicado la tradición y la vanguardia de sus vinos, llenos de historia y reconocimientos. Para la ocasión, esta semana organizó una velada inolvidable en los Cines Callao de Madrid, a la que asistieron … rostros conocidos, entre ellos Tamara Falcó, criada entre viñedos, que acudió derrochando felicidad junto a su marido, Íñigo Onieva, muy centrado en sus negocios de hostelería y en sus retos deportivos. ABC tuvo la ocasión de conversar con la marquesa de Griñón.

Tamara, una celebración muy esperada, ¿no?

Por supuesto. Me parece muy importante que la DOCa Rioja haya conseguido tener una marca personal tan sólida. Su calidad se aprecia tanto dentro como fuera de nuestro país. Son unos embajadores maravillosos en el mundo.

Con cientos de referencias y denominaciones de origen en el mercado, ¿diría que estamos viviendo una época gloriosa del vino?

Creo que no. Antes, en todas las comidas no podía faltar el vino, y ahora se reserva más para ocasiones especiales o para cuando te apetece relajarte con una buena copa.

¿Es una cuestión de paladar o cree que ha influido el mito de que el vino engorda?

Es verdad que, cuando bajamos la calidad, los vinos están llenos de sulfitos o aditivos. No quiero sonar esnob, pero en mi caso prefiero no beber vino a beber uno malo.

Entonces, ¿es de las que invierte en buenos vinos?

Por supuesto, y me hace mucha ilusión. No es que sepa muchísimo, pero al final viene de familia. A los Falcó nos encanta el vino y siempre nos lo han inculcado como parte de nuestra cultura. Por eso no mido tanto el precio, sino la experiencia.

Queda poco para terminar 2025. ¿Qué balance hace del año?

Ha sido estupendo. Puedo decir que las cosas se han ido alineando tras unos años duros de enfermedades y pérdidas. Me alegra ver a mi madre emocionada con su libro de memorias, a mi hermana Ana viviendo feliz en Doha, a mis sobrinos estudiando carreras que les gustan… Es un momento bonito.

Y a nivel profesional, ¿cómo ha ido?

Creo que he conseguido un equilibrio entre el trabajo, el disfrute, la familia y los amigos, que es lo más difícil de alcanzar.

«Sigo una rutina de entrenamiento muy militar»

En ese equilibrio habrá influido mucho su nueva faceta deportiva, ¿no?

Bueno, llegó porque estaba obligada a ello. En enero decidí que quería cuidarme de verdad y me puse en manos de Teresa Armenta, una nutricionista que me recomendaron. Me diseñó una dieta, me lo puso muy fácil y me motivó mucho. Empecé a bajar peso, aunque los resultados tardan en notarse; la gente empezó a darse cuenta cuando ya llevaba siete meses. Hubo momentos frustrantes porque me estanqué, y Teresa me dijo que, si no hacía ejercicio y aumentaba la masa muscular, iba a engordar por poco que comiera.

¿Y no hacía nada de ejercicio?

Nunca había dejado de hacerlo, tenía mis entrenadores, pero Teresa me recomendó a Juan Luis Martín (es la primera vez que lo menciono públicamente). Tardé unos meses en llamarle, pero al final lo hice. Me dijo que no se fiaba nada de mí, que solo aceptaba a gente motivada y que tuviera como prioridad estar bien. Ya sabes que las mujeres tendemos a anteponer nuestro bienestar al de los demás.

¿Y cuál es el secreto?

Es un entrenador súper formado, ha trabajado con muchos atletas profesionales. Fue muy honesto: me dijo que entrenar es un coñazo, pero hay que hacerlo. Y ahora me encanta, porque me encuentro fenomenal, me sienta bien la ropa y, sobre todo, me ha servido mentalmente. Es un entrenamiento muy militar, y a mí ese método me va muy bien. Recuerdo que en una clase le dije que iba a vomitar, y me respondió: «Vomita, no pasa nada, y después seguimos».

¿Y tiene ya esa sensación de estar ‘enganchada’ al deporte?

Voy a ser muy honesta: me cuesta mi esfuerzo, y cuando un ejercicio empieza a gustarme, me lo cambia (ríe). Pero me lo he tomado como parte de mi trabajo, y ahora me encanta entrenar cinco o seis días a la semana. Para mí, lo más importante es estar sana y alcanzar ese grado muscular que estaba buscando.

Que su marido, Íñigo Onieva, se haya hecho un triatlón y esté intentando completar los Six Majors (las seis grandes maratones) debe de ayudar.

Por supuesto, sus retos son una motivación. El entorno es fundamental para cualquier hábito. Nos animamos mutuamente: le veo haciendo 180 kilómetros en bici y pienso, «pues yo también tengo que hacer algo».

«La historia de mis tíos era un tema tabú en la familia»

Cuando ha hecho balance del año, ha dicho que estaba feliz con las memorias de su madre. Ahora que ya las ha podido leer enteras, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?

Me ha sorprendido mucho que se abriera acerca de mis tíos, porque era un tema muy tabú dentro de la familia. De hecho, lo hablé con mis hermanos y coincidimos en que ni siquiera nosotros lo sabíamos todo. Me parece muy valiente por su parte contarlo. Como bien dice en el libro, para mi abuela era algo tan doloroso que no podía ni hablar de ello.

¿Y lo que más le ha gustado?

Su faceta laboral. No sabía que, de repente, había querido ponerse a trabajar y que en su primera entrevista el entrevistador intentó camelársela. Pienso en lo difícil que debía de ser, en aquella época, incorporarse al mundo laboral siendo madre de tres hijos. La recuerdo sentada en la casa de Arga, repasando las entrevistas que hacía para ‘¡Hola!’ con su grabadora, porque ya sabes que es perfeccionista al máximo. Y ahora entiendo el porqué de esa gran amistad con Eduardo Sánchez Junco.

¿Qué opina sobre la polémica que se ha generado por la publicación de algunas de las cartas de Mario Vargas Llosa?

Bueno, yo creo que al final si tú defiendes una postura tienes que poder probarla. Pienso que la publicación es una buena manera de cerrar bocas.

¿Cuál de las últimas informaciones sobre usted es la que más le ha molestado?

Ninguna, la verdad. Intento alejarme de las polémicas.

¿Ni siquiera las críticas por haber comprado, en lugar de adoptar, a sus perritas?

No. Mis perritas son ideales, las quiero muchísimo, y creo que cada uno debe hacer lo que quiera.

¿Qué planes tiene para estas Navidades?

Por supuesto, pasarlas en familia, aunque aún no tenemos claro si estaremos todas aquí en España.

¿Y qué le pide al 2026?

A mí me encanta que Dios me sorprenda. Siento que los ángeles me llevan sobre sus alas, como Él me dice. Así que me dejo llevar, porque siempre es muy bueno conmigo.