En primer lugar, ¿cómo recibe este reconocimiento a su trayectoria por parte del Ministerio de Cultura en el campo de la fotografía y el arte?
Este premio es un impulso a mi trabajo y un apoyo muy grande, porque esto me permite continuar con un buen nivel. Con un reconocimiento así, una se siente más respaldada, aunque yo he tenido la suerte de trabajar con mucha gente en muchos ámbitos, que me han apoyado y que han apostado por mí, de modo que un reconocimiento como este también es un reconocimiento para todas estas personas.
Cuando se anunció su premio, la comisaria e investigadora Yolanda Peralta, gran conocedora de su obra, escribió que «los premios a mujeres artistas van más allá del reconocimiento a toda una trayectoria: crean referentes siempre tan necesarios para las generaciones más jóvenes». ¿Lo siente así?
Bueno, sin quitarme mérito (risas), estoy totalmente de acuerdo. Estos premios también son importantes en ese sentido. Yo creo que se está haciendo un esfuerzo por parte de las instituciones y del mundo del arte en general por recuperar y apoyar los trabajos de muchas mujeres artistas que son trabajos importantísimos. En mi caso, yo considero que mi trabajo ya es bastante reconocido, incluso antes de este premio, porque ya llevo muchos años trabajando con un nivel profesional bueno, en el sentido de que mi trabajo tiene visibilidad y acogida. Pero es verdad que aún hay mucho trabajo que hacer con respecto a artistas muy desconocidas que ya no están entre nosotros. Para la Historia del arte, y con resto me refiero tanto a la historia en sí como a historiadores, investigadores, artistas o el público general, es fundamental descubrir trabajosmuy potentes e importantes que han marcado puntos de inflexión en el mundo del arte que hasta ahora no se han conocido.
En este sentido, ¿diría que su afán y compromiso a la hora de visibilizar identidades y disidencias en los márgenes del arte para ponerlas en el centro de su discurso ha constituido su motor creativo?
Pues es que el motor creativo es una cosa muy compleja. El motor creativo viene de algún lugar que yo, si te digo la verdad, no sé cuál es, porque en mi caso es más bien una pulsión o una necesidad de desarrollar lenguajes que me permitan expresar cuestiones. Por tanto, mi motor es la propia vitalidad y mi amor a la plástica, que siento como una pura necesidad de generar cosas que no existían. Creo que el motor creativo está en relación con muchísimas cuestiones, incluido ese compromiso con visibilizar, como dices, realidades que existen y que han estado o están en los márgenes, por supuesto.
Precisamente, el jurado valoró en su fallo «una obra que transforma y cuestiona los imaginarios sociales». Y yo le pregunto: ¿cree que se puede ejercer el arte de la fotografía sin posicionarse?
Yo creo que se puede ejercer cualquier cosa sin posicionarse. Hoy en día vemos una enorme cantidad de producción fotográfica que no se posiciona ante nada, que se limita a reproducir la realidad de forma neutral. Yo creo que el posicionamiento tiene más que ver con un discurso conceptual, con las ideas que están detrás del trabajo. Tanto la fotografía como la música, la poesía, la pintura, la literatura, el cine o cualquier manifestación artística tiene que tener, en mi opinión, un discurso detrás que lo apoye y le dé sentido porque si no nos quedamos solo con la superficie y eso, desde el punto de vista del arte, no puede ser suficiente.
¿Quiénes han sido sus referentes fundamentales en el arte de la fotografía?
Si te digo la verdad, mis referentes son más teóricos que visuales. Por ejemplo, La cámara lúcida de Roland Barthes, es un libro que marcó para mí una forma de ver el mundo, o más bien, siento que me resonó tanto la manera que tenía Barthes de hablar de la fotografía y de la imagen fotográfica que era como si yo lo llevara ya dentro y ahí hubiese encontrado un eco. O Sobre la fotografía, de Susan Sontag. Te estoy hablando de libros que yo leía cuando estaba estudiando, pero que todavía están en mi mesa de trabajo porque son referencias importantes. Incluso, Sobre la fotografía, de Walter Benjamin, también ha sido siempre un referente fundamental para mí. Todos estos autores me han ayudado a transformar mi noción del lenguaje fotográfico, que solemos entender como algo más técnico, para llevarlo un paso más allá y entender que la fotografía es algo mucho más complejo, y que el arte siempre nos permite seguir investigando, descubriendo cosas nuevas.
Un aspecto destacado de su práctica artística es la recontextualización de la fotografía, ¿qué intencionalidad hay detrás del uso o intervención en los materiales de archivo para cuestionar o reescribir los relatos que han forjado nuestro imaginario visual?
Pues la pregunta ya incluye la respuesta porque, efectivamente, lo que yo hago es una recontextualización de imágenes fotográficas que voy recopilando, que pertenecen a álbumes familiares de fotografías antiguas que no tienen en sí misma un valor muy grande, excepto esa mirada que yo pongo sobre ellas, y el trabajo en el que yo, de alguna manera, cambio la lectura sobre esas imágenes. Pero respondiendo a esa parte de la pregunta de qué hay «detrás» de eso, la verdad es que sí que hay una pulsión, y vuelvo a utilizar ese término respecto a la fotografía, bastante emocional en relación a las fotografías familiares antiguas. Hoy apenas se ven cajas de fotografías en las casas, pero yo recuerdo que, desde que era muy pequeña, me sentaba a investigar y a mirar durante horas esas fotos, y recuerdo sentirme muy conmovida con las imágenes. De hecho, tengo muchas imágenes grabadas en mi memoria todavía. Creo que hay un vínculo profundo que la fotografía tiene, igual que lo tiene el cine, que consiste en conectarnos emocionalmente con lo que vemos.
¿Nos queda mucho por deconstruir en los relatos e imaginarios del arte?
Yo creo que sí, pero también creo que es un trabajo que se está haciendo y que se dan pasos hacia adelante, con algunos hacia atrás, porque aún nos encontramos con cuestiones que tienen que ver con la representación de la mujer donde vemos, que efectivamente, se retrocede. Vivimos en un mundo muy complejo y muy diverso, y cada uno debe pensar que está poniendo su grano de arena o aportación. Entonces, me parece que en la representación cultural de los imaginarios se ha avanzado muchísimo y, sobre todo, se ha mejorado mucho en el sentido de entender la diversidad que nos rodea en todos los sentidos: diversidad sexual, social, de raza. Creo que hoy se representa esta diversidad más que nunca, pero también es cierto que, por contra, también vemos como una reacción en la que se intenta que eso no suceda. Entonces, esto es como la lucha permanente del bien contra el mal y cada una decide en qué bando está. Pero yo observo que se está haciendo un trabajo muy importante, desde el arte o el audiovisual, por ejemplo, para que esos imaginarios poco a poco vayan teniendo más que ver con cómo es el mundo real.
En 2023 exhibió la muestra Gabinete de sueños en el MIAC [Museo Internacional de Arte Contemporáneo] de Lanzarote, ¿echa de menos trabajar más en su isla natal o en Canarias en general?
Aquella era la primera vez que yo exponía en el MIAC de Lanzarote y lo hice con un proyecto que creamos ad hoc para este museo, comisariado por Yolanda Peralta. Y bueno, a mí sí me gustaría colaborar más con instituciones de Canarias, pero yo entiendo que muchas veces es complicado. Piensa que la última exposición que hice en Canarias, antes de Gabinete de Sueños en el MIAC, fue hace exactamente 20 años en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), en 2005. Luego, en Tenerife nunca he tenido la suerte de exponer. Entonces, sí, me gustaría muchísimo colaborar más con mi tierra y también formar parte de proyectos porque creo que muchas veces, cuando los artistas nos tenemos que ir fuera de las Islas para trabajar, sufrimos una especie de doble exilio.
¿En qué sentidos?
Por un lado, te tienes que marchar casi por obligación para poder desarrollar una profesión como la mía; luego, muchas veces las cosas van surgiendo y, por circunstancias de la vida, tienes que tomar la decisión de quedarte a vivir en Madrid o fuera de Canarias. Entonces, por un lado está ese exilio y, por otro lado, parece que también hay un exilio en el sentido de que el hecho de estar fuera de las Islas te sitúa como en un mundo intermedio, y no sete tiene tan en cuenta a la hora de desarrollar ciertos proyectos en las Islas. Creo que ahí sí que habría que hacer una reflexión, porque sería interesante no perder ese patrimonio y que en Canarias se tuviera conciencia del patrimonio que se tiene con los artistas que estamos fuera de Canarias, que somos muchísimos. Hay mucha gente muy valiosa que sigue fuera de las Islas por todas estas cuestiones y creo que no se le saca suficiente partido a lo que nosotros podemos aportar.
En los Encuentros en la Biblioteca del CAAM, a los que fue invitada este año, recordó que su conjunto escultórico Planeta Ella (2000), conformado por sendas esculturas plateadas de una mujer y una jirafa instaladas en los Jardines Rubió del Parque Doramas de Las Palmas de Gran Canaria desde 2005, permanece sin rótulo ni referencias de ningún tipo a su autora. ¿Cuánto revela esta situación de la relación de la ciudad con el arte?
Ni tiene título, ni año de producción, ni autoría. No hay una placa que indique qué obra es y siento que eso habla justamente de qué decidimos destacar de nuestra cultura y nuestra memoria, porque todas las esculturas tienen en su pedestal esa información. Esta obra lleva ya 20 años instalada en el centro de la ciudad y sé que es una obra a la que se le tiene mucho cariño, porque mucha gente se hace fotos ahí, los niños juegan en esos jardines… En fin, es una obra que forma parte de la memoria visual de Las Palmas de Gran Canaria y, sin embargo, la gente que pasa por ahí, a excepción de los artistas o de la gente del mundo del arte -y diría que ni siquiera todos-, no conoce ni la autoría, ni el título, ni el año. Planeta Ella es un título que hace alusión inmediata a una cuestión de género y se hizo en un año determinado, que se expuso en el Museo Reina Sofía de Madrid antes de llegar a Canarias, pero todo esto se desconoce. Eso nos habla de la monumentalización selectiva que existe en las ciudades, que son temas que yo he trabajado mucho, y de qué se decide destacar de nuestra cultura y nuestra memoria en Canarias.
¿Existe una tendencia, no ya en Canarias sino en el mundo del arte en general, a valorar el legado de las artistas cuando ya no están entre nosotros?
Yo entiendo que a algunos políticos o instituciones les resulte más fácil, más cómodo, apropiarse de los discursos de algunos artistas cuando ya no están entre nosotros. Entiendo que es algo que sucede en todos lados y que es bastante oportunista. Por ejemplo, a mí siempre me ha dado esa sensación con César Manrique en Lanzarote: cuando ves su parte activista, en la que fue muy radical en su discurso y luchó por que no se construyesen determinados hoteles en medios de las playas, y que no consiguió, ahora los políticos de cualquier ideología o color político utilizan el discurso manriqueño como propio, y eso es muy fácil, ¿no? César Manrique ya no está entre nosotros y, si estuviera entre nosotros, eso no pasaría. Creo que esta es una reflexión que también hay que tener.
Con todo, ¿puede contar qué proyectos tiene por delante la Premio Nacional de Fotografía?
Algunos tengo, sí, desde luego. Pero los artistas preferimos a veces no desvelarlos, por si acaso algo se tuerce, pero tengo algunos proyectos interesantes en el camino, en los que me hace ilusión trabajar.
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