Lleva casi seis décadas trabajando en el sector del libro. Carlos Pascual (Burgo de Osma, 1943) sigue leyendo originales de ensayos históricos, decidiendo tiradas y … participando en presentaciones. La librería, su oficina, el almacén de distribución y finalmente la creación de una editorial, todo con el sello de Marcial Pons, le ha dado una visión completa del negocio y un puñado de autores amigos.

–Toda su vida profesional está relacionada con el libro. ¿Ejemplo de la utilidad de los estudios de filosofía y letras?

–Soy hijo y nieto de maestros y es muy probable que yo estuviera predestinado a la enseñanza y de hecho ahí comencé mi vida profesional, pero conocí a un familiar de Marcial Pons que me habló de las excelencias de su librería jurídica y de las posibilidades que podrían ofrecerme ya que entonces se encontraba en expansión. De esta forma conocí a Marcial Pons y poco tiempo después comencé a trabajar en su librería de la calle Bárbara de Braganza (Madrid). Después, en el año 1970, surgió la apertura de la librería de humanidades en la plaza del Conde del Valle de Suchil y allí podía dar más juego por mi formación.

–¿Cómo fue trabajar con su suegro? En sus memorias se muestra orgulloso del encaje natural de la familia en la empresa.

–En el caso de Marcial Pons ha existido siempre una interacción entre la familia y la empresa. Desde el primer compromiso que adquirió Marcial Pons para montar su negocio en el Postigo de San Martín en el año 1948 se produjo una implicación simultánea de su esposa Casilda Alonso y, pasados los años, fueron sus hijos María Guadalupe y Juan José, con sus respectivos cónyuges, los que protagonizamos esta implicación. En estos momentos es la tercera generación, mis sobrinos y mi hijo los que se han responsabilizado de la empresa. Para mí, ha sido un privilegio vivir cerca de don Marcial, muchos años los he disfrutado formando parte de su familia y he podido beneficiarme de su excepcional ejemplo como persona y era imposible no quedar enganchado en un modelo profesional como el que él ha vivido con tanta intensidad.

–Ha sido librero, distribuidor, editor. Hoy el mundo del libro vive un cambio de ciclo. ¿Cómo ve su futuro?

–Las funciones de distribuidor y editor han surgido desde la realidad y operatividad de la propia librería. En la librería especializada algunos profesores o investigadores depositan sus libros, sus manuales, para que esta librería los pueda distribuir a otros libreros. Desde esa función distribuidora y difusora hemos dado el salto al mundo de la edición, y es cierto que Marcial Pons ha adquirido una notable notoriedad como editor académico, tanto en su especialidad jurídica como en la de humanidades, especialmente en historia. En el mundo del libro académico sí se está produciendo un cambio de ciclo porque para las instancias oficiales de valoración académica como la Aneca, el libro y sobre todo el libro colectivo, ha perdido apreciación. Simultáneamente, está surgiendo otro fenómeno, cada vez más insistente, para que estos libros aparezcan ‘en abierto’ (Open Access) y se sitúen en los repositorios de las bibliotecas universitarias a libre disposición.

–Comenzó cuando la librería era lugar de encuentro y el librero, un prescriptor. ¿Qué reto le planteó una librería jurídica?

–El librero siempre intenta ser prescriptor y especialmente el librero especializado, porque es importante que, al conocer a sus clientes, actúe con sentido de anticipación, sepa qué temas y que libros pueden interesarle y los pueda poner a su disposición en cualquier momento. Cuando descubre nuevos libros debe saber muy bien a qué clientes pueden interesar.

–La labor de distribución, la relación con otros libreros nacionales e internacionales ¿ha sido sustituida por programas informáticos?

–Es evidente que con las nuevas tecnologías los sistemas de información bibliográfica han evolucionado extraordinariamente y el librero tiene al alcance de su ordenador o de su teléfono el conocimiento de cualquier novedad editorial de cualquier parte del mundo. Ya no es imprescindible acudir a las ferias internacionales, como la de Frankfurt, para conocer las novedades de cualquier editorial del mundo porque cada editorial a lo largo del año desarrolla sus propios sistemas de información y el librero recibe información constante de estas editoriales.

Pionero de la librería especializada y las fichas de clientes

Antes de la Guerra Civil, Marcial Pons era aprendiz en la librería de Cecilio Gasca en Zaragoza. De allí a Jaca y luego a Madrid, donde siguió trabajando para Afrodisio Aguado. Pronto concluyó que había mercado para una librería jurídica especializada y la puso en pie en 1948. «Sabía que la información era el mejor argumento para provocar las ventas. Tenía la seguridad de que por esa vía llegaría a controlar las necesidades de información de los profesionales del Derecho», explica Carlos Pascual. «Hacía boletines de novedades y en 1962 preparó un catálogo de 262 páginas titulado ‘Ensayo bibliográfico jurídico’». Pionero en esbozar un perfil comercial de sus clientes a partir del cual ofrecer novedades específicas, Pons fue abriendo otras librerías dedicadas a la economía y a las humanidades. La historia fue la última aventura editorial nacida en el 2000 y alentada por un consejo con Juan Pablo Fusi, Santos Juliá, Borja de Riquer, José Luis García Delgado y Manuel Villares, entre otros

–Un editor ¿no se jubila o continuar al pie del cañón es propio de una empresa familiar?

–Probablemente la empresa familiar facilite o permita la presencia de sus mayores en algún espacio de actuación, al considerar sobre todo su experiencia. Creo que este es mi caso: comencé mi trabajo como librero en el año 1966 en la librería jurídica, en el año 1970 pasé a dirigir la librería de humanidades y en el año 2000 me ocupé de la puesta en marcha de Ediciones de historia. Hoy, aunque sigo viviendo con interés y con pasión la situación de nuestras librerías y de nuestras editoriales, soy consciente de que el control y la responsabilidad sobre las mismas está en manos de la tercera generación, mi hijo y mis sobrinos

–¿Podrá la inteligencia artificial sustituir la atención personalizada o será manipulación personalizada?

–Es una cuestión difícil de valorar porque todavía no se ha explorado suficientemente, aunque estemos en el camino. Matizando mucho el concepto de manipulación personalizada, sí deberíamos reflexionar sobre ese pasado que ya no va a estar solo interpretado por humanos, sino que va a competir con algoritmos capaces de generar de forma autónoma imágenes y textos. Y, claro que me gustaría que desde nuestra editorial de historia pudiéramos publicar una monografía sobre estas tecnologías de la Inteligencia Artificial que podrían modificar nuestro conocimiento del pasado.

–La tirada media de los libros académicos ronda los 250 ejemplares. ¿La Universidad se ha divorciado del libro?

–Ningún autor piensa que va a vender solo 250 ejemplares de su libro y cuando los responsables de las editoriales académicas deciden estas tiradas tan reducidas, incluso más bajas, es porque están convencidos de que estos libros tienen poca demanda, no se venden. Para responder con más concreción a su pregunta de si la universidad se ha divorciado del libro como soporte de conocimiento quizás deberíamos preguntar al mismo tiempo a los responsables de las bibliotecas universitarias si la demanda de libros dentro de su biblioteca está creciendo o se nota más bien cierta tibieza.

–¿Le quedan ganas de leer?

–Creo que leo bastante y me gusta releer buenas ediciones de nuestros clásicos, aunque también intento buscar cierta relajación con la novela negra.