Las bolsas acaban de tocar máximos históricos y todavía siguen cerca de esos altos. Todos los grandes índices de renta variable acumulan extraordinarias revalorizaciones en 2025. En Wall Street, el S&P 500 sube un 14% y el Nasdaq 100 casi un 20%. En Europa, el Stoxx 600 se anota un 11%, y el Ibex 35 un abrumador 37%. Estas subidas podrían hacer pensar que es hora de vender bolsa: las valoraciones están ya muy altas y el recorrido por delante es más ajustado. Sin embargo, los expertos explican que todavía no es momento de vender. Siete entidades y analistas han construido para elEconomista.es sus carteras ideales para los próximos 10 años, tanto para el inversor agresivo como para el moderado. La sorpresa es que la renta variable todavía pesa, de media, casi un 80% en las carteras agresivas, en contra de lo que se podía esperar.
A los expertos se les planteó que construyesen sus carteras partiendo de cuatro activos clave: renta variable, renta fija, oro y capital riesgo. Se les pidió que se ciñesen lo máximo posible a estos activos. Entre ellos, la renta variable sigue acaparando, como decimos, una elevadísima parte de las carteras agresivas. Este perfil inversor se caracteriza por su alta tolerancia al riesgo. Su prioridad es conseguir la máxima rentabilidad, aunque a cambio tenga que soportar una alta volatilidad.
La cartera agresiva ‘ideal’
De media, la renta variable pesa un 79% en las carteras agresivas propuestas por las entidades. Tressis y Deutsche Bank llevan el peso de la bolsa más arriba que el resto, hasta el 95% para estos perfiles más arriesgados. Samuel Pérez, analista de fondos de inversión de Tressis, explica que su cartera combinaría la gestión pasiva con la activa y que el mayor peso lo tendría EEUU, que ponderaría más de un 50%. Tácticamente, «podríamos cubrir hasta un 20% de los dólares en cartera en caso de que el billete verde tenga una tendencia negativa respecto al euro», advierte.


El tema de cubrir o no la divisa es otra de las cuestiones clave que elEconomista.es ha planteado a estos gestores y analistas. No puede olvidarse que el dólar ha caído este año un 10% frente al euro, y que el inversor europeo ha sufrido con crudeza los efectos de ese desplome. La subida que lleva en el año el S&P 500, de más del 14%, se queda en un tibio 2% por efecto de la divisa. También la renta fija foránea, y por supuesto el oro, sufren el efecto del tipo de cambio.
En general, las entidades consultadas cubrirían divisa con más frecuencia para los perfiles moderados, y menos para los agresivos, como es lógico por la naturaleza de unos y otros inversores. ING, Fortuna SFP o el analista independiente Gonzalo Sánchez directamente no la cubrirían en las carteras arriesgadas, más aún teniendo en cuenta que hablamos de un enfoque a 10 años. Deutsche sí protegería la parte de renta fija incluso para los perfiles agresivos, y atl Capital realizaría en estos mismos perfiles «una cobertura parcial de divisa, ya que el coste del mismo actualmente oscila sobre el 2%». En el caso de las carteras moderadas, la mayoría sí cubriría, al menos, la parte conservadora (renta fija, oro).
Estas coberturas tienen sentido si se tiene en cuenta además que Wall Street sigue siendo el mercado regional preferido por los expertos, a pesar de estar caro. De media, EEUU pesa un 38% en las carteras agresivas, frente a un 26% de Europa. China también se lleva un buen bocado en alguna de ellas, con entidades como Fortuna SPF asignando un 10% al gigante asiático. Esta firma de asesoramiento independiente es la entidad más prudente con la renta variable, a la que da sólo un 50% en su cartera agresiva. José Manuel Marín Cebrián, su fundador, recomienda «cautela en particular con la bolsa de EEUU, debido a las fuertes concentraciones y las altas valoraciones de las tecnológicas». Le da un peso del 20% de la cartera. En Europa, subraya el potencial de Alemania gracias al Plan Marshall del país. Le puede interesar: Las bolsas todavía pueden subir más: los expertos creen que sí veremos un rally de Navidad en la renta variable en 2025.

Ignacio Menéndez, responsable de análisis de mercado de ING España, da a Wall Street un 25% en cartera, de un total del 65% que asigna a la renta variable: «Es probable que el mercado de EEUU siga siendo más atractivo que el europeo, porque es un país mucho más abierto a la innovación y más fértil para que las empresas crezcan, por la menor regulación. Europa puede parecer que tiene más recorrido, por sus valoraciones actuales, por la inversión pública prevista, y por el ahorro de sus familias, pero también tiene menos empresas relevantes cotizando, y es menos atractiva para que las empresas salgan a bolsa», explica. Más peso le dan en Abante, donde la bolsa pondera un 80% de la cartera agresiva, y EEUU un 55%. También el analista independiente Gonzalo Sánchez ve en el 80% el peso óptimo para los inversores arriesgados.


En Tressis también consideran oportuno «tener exposición a activos descorrelacionadores, como el dólar o la deuda soberana para mitigar el impacto de la volatilidad», según Samuel Pérez. «Además, mantenemos un posicionamiento del 2,5% en productos alternativos para mejorar el binomio rentabilidad/riesgo», apunta.
El peso de la renta fija en las carteras arriesgadas es residual, y al capital riesgo o private equity le dan, de media, un 11%, con un par de entidades asignándole un 20% (es el caso de Abante y de ING). El oro tampoco tiene una gran representación en los porfolios agresivos, a excepción del de Fortuna SFP, que le da un llamativo 35%.
La cartera moderada ‘ideal’
Las carteras moderadas son adecuadas para un inversor que ni es agresivo, ni es conservador. Acepta asumir cierto nivel de riesgo y volatilidad, pero solo a cambio de una mayor expectativa de rentabilidad. Quiere batir a la inflación y no tolera pérdidas significativas. De media, las carteras moderadas que proponen los expertos asignan un 37% a la renta variable, y un 50% a la renta fija. El oro alcanzaría un 9%, con opiniones muy dispares: Abante no invertiría en el metal precioso, ING le daría un 15% y Fortuna SFP cargaría la cartera con un 40% de oro. A este último, José Manuel Marín, de Fortuna SFP, lo considera más que un activo refugio o una especulación pasajera: es, en su opinión, el nuevo patrón de la autonomía financiera. «Mientras los bancos centrales continúen acumulando oro y la oferta permanezca restringida, el metal precioso podría consolidar su camino hacia nuevos máximos», señala.
«Para un inversor conservador-moderado recomendamos una exposición a renta variable del 30% invirtiendo el resto en una cartera diversificada de activos de renta fija», explica Miguel Pérez, director de Soluciones de Inversión de atl Capital. «La parte más conservadora de esta cartera está invertida en una cesta de fondos de renta fija. Esta parte está, mayoritariamente en renta fija corporativa de alta calidad crediticia con duración que ronde entre los 2-4 años». Pérez complementa la cartera «con un fondo de renta fija gubernamental que nos proteja en los momentos más convulsos de mercado, junto con otro de baja calidad crediticia, que pese a asumir un mayor riesgo, a largo plazo compensa en términos de rentabilidad/riesgo», detalla. En toda esta parte, se cubriría la divisa, «para evitar asumir un riesgo que aumente la volatilidad», añade.

Por su parte, el analista independiente Gonzalo Sánchez plantea una cartera con un 40% de bolsa y un 60% de renta fija para el inversor moderado. «Es buen momento para estar en renta fija, no tanto por spreads, que están muy comprimidos, sino porque las TIRes que ofrecen son positivas en términos reales y están por encima de lo que históricamente han ofrecido».
Para un perfil moderado, esto «son buenas noticias, ya que ayudan a alcanzar un binomio riesgo/rentabilidad apropiado». Sánchez explica que, en cuanto a las duraciones, «no subiría más allá de 5 años, ya que hay riesgo de que las curvas cojan pendiente por los abultados déficits de gobierno que vienen». El analista tiene una clara preferencia por «la deuda corporativa de nombres bien seleccionados, frente a los gobiernos, que están renunciando a la disciplina fiscal«. Lea también: Estas son las mejores cuentas remuneradas del mercado.

Desde Tressis, Samuel Pérez explica que en una cartera moderada la renta fija tendría un peso de entre el 55% y el 65%, con una asignación neutral del 58,5%. «Combinaríamos productos flexibles de corto plazo con otros de mayor duración tanto europeos como globales agregados. De esto modo, cubriríamos la mayor parte del espectro de la deuda (tanto corporativa como soberana), al mismo tiempo que cubriríamos la divisa. Esta decisión responde a que los rendimientos de los bonos suelen ser más predecibles que los de las acciones, por lo que una depreciación de la divisa de inversión podría requerir un largo periodo de recuperación de pérdidas, algo poco deseable para un perfil moderado«, afirma.
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