Hace un año, Carlos Alcaraz transitaba cansado de todo, incluso triste, por el mismo pabellón, el Inalpi Arena de Turín. Antes incluso de su eliminación en la fase de grupos de las ATP Finals, las entrevistas televisivas se le hacían larguísimas y las ruedas de prensa suponían un martirio. Esta temporada es otro. O, mejor dicho, esta temporada es él. El escenario es idéntico, también es noviembre, pero estos días en el norte de Italia luce la sonrisa de siempre, el ánimo que le caracteriza, lo que los ingleses llaman mood.
«Cuando juega con este mood es realmente difícil estar a la altura. Cuando está tan alegre juega a su máximo nivel, utiliza todas sus armas, puede crear un golpe ganador desde cualquier lugar de la pista», proclamaba este domingo su primera víctima en el torneo, Álex de Miñaur. Por primera vez en toda su carrera, Alcaraz se estrenó en una Copa de Maestros con una victoria, ante el australiano, por 7-6(5) y 6-2 en una hora y 40 minutos de juego. Más allá de su tenis, con un afinadísimo revés y una derecha discordante, quedó en evidencia su alegría. Llega feliz, muy feliz.
«Ha sido un proceso. Este año he aprendido a darme cuenta de lo que necesito para estar motivado en los últimos meses, sobre todo fuera de la pista. La temporada es muy larga y es normal que haya cansancio físico, pero esta vez he tenido más tiempo de descanso entre torneos, he estado más días en casa, y eso me ha ayudado a mantenerme fresco. Realmente quiero ganar este torneo por primera vez y vengo con buenas sensaciones», contaba después de la victoria con tanta energía que se abalanzaba sobre un dilema. ¿Ganar las ATP Finals o ganar la Copa Davis, el otro torneo que queda por jugar este curso? Nada de elegir: mejor ganarlo todo.

MARCO BERTORELLOAFP
«¿Por qué elegir? Quiero hacerlo bien aquí y después en la Copa Davis. Realmente quiero pelear por los dos títulos este año», proclamaba después de pasar unos minutos por la bicicleta estática, como siempre, y de atender una de las obligaciones habituales en Turín: después de cada partido, toca saludar a un jugador de la Juventus. Este domingo fue Arkadiusz Milik.
El revés, la mejor arma
La derrota en la primera ronda del Masters 1000 de París ya es pasado, más aún en Turín, donde la pista rápida es realmente rápida y tanta velocidad le permite hacer más daño. Ante De Miñaur demostró que le sobra confianza; no hay adversario más resistente. En el primer set le remontó un 4-1 y 0-40 a favor y, en el segundo, peleó hasta el último punto. A base de piernas y actitud, su defensa hizo que Alcaraz empezara a acumular fallos, sobre todo con su derecha, pero en ningún momento se desesperó. Cuando no podía ser por fuerza, era por precisión, y así el español fue desarmando a su adversario.
Con varios golpes muy delicados, especialmente su revés paralelo, el murciano se impuso pese a tener que cruzar por instantes tensos, como el tie-break del primer set, cuando llegó a encontrarse con un 5-3 en contra. «Álex es muy rápido y por eso siempre es difícil jugar contra él: tienes que ganar el punto tres o cuatro veces», valoró Alcaraz, que ahora observa un horizonte claro.
Descansará este lunes, día del debut de Jannik Sinner ante Félix Auger-Aliassime, y el martes se enfrentará al vencedor del duelo entre Taylor Fritz y Lorenzo Musetti. Si el español vence entonces, ya estará clasificado para las semifinales y le quedarán dos partidos, dos oportunidades, para asegurarse matemáticamente el número uno a final de temporada. En principio, en ese tránsito debería encontrarse a Novak Djokovic, pero su renuncia a participar en las ATP Finals lo ha simplificado todo.
«Cuando está Novak en el cuadro, siempre lo hace más difícil, por la experiencia que tiene. El año pasado perdí con él y no jugué mal, pero me pasó por encima. No voy a mentir: prefiero enfrentarme a Lorenzo, aunque también viene mostrando un nivel muy alto», confesó Alcaraz en las entrañas del Inalpi Arena de Turín, donde hace un año le vieron mustio, superado por las exigencias del tenis, y ahora por fin lo disfrutan en todo su esplendor.