¿Una joya oculta? Una de las tres pinturas -se conocen hasta cinco en total si sumamos los dibujos y bocetos- que Ignacio Zuloaga realizó a Juan Belmonte durante el verano que el torero pasó en Zumaia (Guipúzcoa) se encuentra en València, pero no se puede ver.
Tras estar expuesto en las antesalas del despacho de alcaldía en el Ajuntament de València, en el 2015 -cuando Joan Ribó se convirtió en alcalde- se desplazó a los almacenes del Museo de la Ciudad «porque no tiene cabida en el discurso museológico existente», apunta Marta López, la directora del propio museo.
Los otros dos Belmontes de Zuloaga
Los otros dos cuadros de Zuloaga sobre el Pasmo de Triana -uno de los padres del toreo moderno que también inspiró a Chaves Nogales- sí se pueden ver. El ‘Belmonte en negro’ se puede observar en la finca del propio genio sevillano, la llamada ‘Gómez Cardeña’, situada en Utrera (Sevilla), y el más logrado se puede apreciar en el castillo de Pedraza, en Segovia: el ‘Belmonte en plata’, vestido con el traje de luces negro y plata y el capote de paseo en la mano y situado de fondo en la villa de Ayllón.
De hecho, este ‘Belmonte en plata’ se mostró en la Fundación Bancaja de Valencia en 2018 dentro de una exposición monográfica del artista vasco, pero se obvió por completo la obra que estaba en València, a pocos kilómetros, en el Palacio del Conde de Berbedel (antiguo Palacio del Marqués de Campo).

El ‘Belmonte en plata’ que se mostró en la Fundación Bancaja de València en 2018 / Levante-EMV
¿Cuál es el tercer cuadro? Es otro lienzo sobre Belmonte, pintado de frente con la montera calada, el capote de paseo sobre un hombro y con un vestido asalmonado, «así como el paisaje del fondo compositivo -un pueblo y la arena de la plaza-, resuelto con gran sentido expresionista y bañado por la luz sobria y tormentosa que caracteriza muchas de sus obras», apunta la ficha del inventario del cuadro en el Museo de la Ciudad: «Es obra, por tanto, de la época cenital de Zuloaga, en la que renuncia a grandes composiciones llamativas, pero sin prescindir de lo monumental, y se reafirma en su vocación de gran paisajista», aclara igualmente.
La obra de Zuloaga llegó a la capital tras la Gran Riada, que ocurrió el 14 de octubre de 1957, cuando el río Turia se desbordó e inundó con fiereza la ciudad y dejó 81 víctimas mortales.
La donación de Lucía Zuloaga
Concretamente, el cuadro de Belmonte viajó a València justo un año después. El 16 de diciembre de 1958 fue entregado por la propia hija del pintor, Lucía Zuloaga, al alcalde de entonces, Adolfo Rincón de Arellano, para una subasta pública que recaudó fondos para los damnificados de la tragedia. Así que esta obra fue expuesta en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en colaboración con la Casa de València, pero por expreso deseo de la propia familia del artista no se subastó y se lo quedó la ciudad. Antes también estuvo en una ‘Exposición individual’ en Nueva York el año que se pintó.

El 16 de diciembre de 1958 fue entregado por la propia hija del pintor, Lucía Zuloaga, al alcalde de entonces, Adolfo Rincón de Arellano / Levante-EMV
El Zuloaga se expuso, por lo tanto, en la Casa Consistorial, «a veces sí y a veces no, no hay casi información de qué cuadros estaban expuestos en despachos y en otras dependencias». Cuando se inauguró el Museo de la Ciudad en 1989 -aunque se creó en 1927- dentro del palacio de Berbedel, el Belmonte entró a sus fondos, pero no se exponía «ya que el espacio no era el adecuado. No había espacio porque se compartía con el Archivo Histórico», señala Marta López.
En 1991, Rita Barberá, cuando ganó las elecciones, lo devolvió a la antesala de alcaldía hasta el mencionado 2015: «Actualmente sigue en almacén. Estamos en pleno proceso de elaboración de un nuevo plan museológico porque el museo sólo está haciendo exposiciones temporales, teniendo todos sus fondos conservados en los almacenes», explica la directora, quien también adelanta que todavía no saben si va a formar parte de la futura exposición permanente.
La afición taurina del pintor
De las muchas amistades con toreros que tuvo Zuloaga -también hay un famoso retrato a Domingo Ortega pintado en abril de 1945 en su taller de Las Vistillas-, ninguna fue tan profunda y tan auténtica como la de Juan Belmonte, quien toreó en Segovia y más de una vez en Zumaia siempre gratuitamente con fines benéficos a petición del propio pintor.

Zuloaga estoque uno de los novillos que toreó en festejos con públicos / Museo Zuloaga
Incluso Zuloaga llegó a torear, como demuestra en una carta de 1917 dirigida a su tío Daniel: «Sigo siendo un aficionado a quien le ha gustado echar un capotazo en becerradas, encerronas y tentaderos». Bebió el toreo en el barrio de San Bernardo de Sevilla, donde el diestro Manuel Carmona ‘El Panadero’ -al que también pintó- creó una escuela. Lo que sí se sabe, según documentos de su museo, es que estoqueó, en corridas públicas, hasta diecisiete novillos, «causándole el decimoctavo heridas que le obligaron a dejarlo».
Su afición se mantuvo con el abono en la plaza de toros de Madrid y en las tertulias, con un selecto grupo de amigos en los que estaban Manuel Machado, Díaz Cañabate, Domingo Ortega y Ortega y Gasset, algunos de los cuales también llevaron el féretro en el que reposaba el cuerpo de Ignacio Zuloaga. Amistades tan puras, en definitiva, que no pueden estar ocultas en los fondos de un museo, como ocurre ahora con Juan Belmonte.
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