Hace ya casi una década, a estas alturas del año pero en 2017, Arabia Saudí presentaba en Riad el que sin duda alguna era el proyecto más ambicioso del país hasta la fecha. Conocido como The Line, los saudíes presentaban una ciudad lineal que, dando forma a un único edificio, se alargaba durante 170 kilómetros para dar forma a la primera ciudad con energía limpia, sin coches y para multimillonarios del planeta. 

Con el objetivo de terminarse para 2030, justo a tiempo para acoger el Mundial de 2034, la ambiciosa estructura de 500 metros de alto forrada de espejos y con capacidad para 1,5 millones de habitantes no es ni la sombra de lo que prometía ser. Según el Financial Times, el megarascacielos ciudad de The Line sería hoy un proyecto con un tramo de apenas 2,4 kilómetros y un hueco para apenas 300.000 personas. 

Los rumores sobre los problemas a la hora de dar forma a la estructura, con una primera fase valorada en 320.000 millones de dólares, se han ido amontonando durante meses mientras medios como Reuters anunciaban el giro del fondo soberano saudí hacia inversiones con un retorno más seguro. Pese a que desde la dirección del proyecto no se han anunciado recortes, el calendario ya no marca fechas concretas, sino una construcción a largo plazo que, poco a poco, ha visto como la inversión se le escapaba entre los dedos. 

Anunciado en plena época de bonanza saudí, cuando el precio del petróleo auguraba un futuro mucho más boyante, los recortes del propio fondo de Arabia Saudí han terminado espantando a los pocos crédulos que confiaban en la viabilidad del proyecto y sus fechas. A la larga, el miedo a su viabilidad por parte de los expertos ha seguido recortando tanto el dinero que se sumaba al mismo como la ambición de The Line


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Sumándose polémicas como el desplazamiento de tribus en la zona, los problemas medioambientales que supondrían poner un espejo en mitad del desierto y las zonas migratorias de las aves, y el aumento de las penas capitales y las denuncias laborales relacionadas con la construcción del proyecto, el goteo de inversores no ha parado de crecer. 

Pese a que las notas oficiales y la propia web de The Line parecen apuntar en otra dirección, las imágenes por satélite que van mostrando la construcción del proyecto no mienten. O van muy retrasados respecto a sus previsiones, o el ritmo se ha decelerado tanto que la estrategia se ha cambiado por completo. Con pilares fundacionales empezando a ser devorados por el desierto. Los medios que han seguido la obra apuntan a lo segundo. 

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