Tras su participación en la exposición Capodimonte Doppio Caravaggio, celebrada en el Museo di Capodimonte, el Ecce Homo de Caravaggio ha regresado al Museo Nacional del Prado, donde se integrará como préstamo temporal hasta 2027.

Esta cesión ha sido posible gracias a la generosidad de su actual propietario, que ha permitido su exhibición en una de las instituciones artísticas más relevantes del mundo.

Considerada como uno de los hallazgos más importantes de la historia reciente del arte, la obra ha sido objeto de un meticuloso proceso de estudio técnico y documental que ha llevado a la atribución unánime al pintor italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio.

Su vuelta a las salas del Prado, tras formar parte de dos muestras internacionales de gran resonancia tanto entre expertos como entre el público general, supone un hito para la pinacoteca madrileña y un acontecimiento de primer orden para la comunidad artística.

El lienzo se presenta desde hoy en la sala 7 del edificio Villanueva, donde queda enmarcado dentro del discurso permanente del museo. Esta ubicación no es casual, pues se ha dispuesto en un eje visual que permite una conexión directa con otra obra capital del autor: David vencedor de Goliat, expuesta en la sala 7A.

Esta disposición permite al visitante no solo contemplar dos piezas excepcionales del pintor lombardo, sino también rastrear la evolución estilística que experimentó su arte a lo largo de apenas una década.

En David vencedor de Goliat se aprecian los ecos del clasicismo aún presentes en su lenguaje plástico, mientras que en Ecce Homo se manifiestan ya los recursos expresivos más dramáticos y personales que marcarían su madurez artística.

Este contraste enriquece la comprensión de la obra de Caravaggio y refuerza el carácter pedagógico de la exposición permanente del Prado.

Con esta incorporación, el museo no solo incrementa el valor de su discurso museográfico, sino que brinda a los visitantes una oportunidad única para aproximarse a una de las figuras más revolucionarias del barroco italiano.

La presencia simultánea de estas dos obras en las salas del Prado permite redescubrir el genio de Caravaggio en un contexto que favorece el diálogo entre sus distintas etapas creativas.