Álex de la Iglesia se apuntó como productor de ‘Errementari’ (2017) cuando vio las primeras imágenes. Su autor, Paul Urkijo, se basó en un cuento … registrado por Aita Barandiaran en 1903 sobre un herrero al que temía el mismísimo Diablo. Mitos y leyendas vascas en euskera con un apabullante diseño de producción, heroicidad que el director alavés repitió cuatro años después en ‘Irati’ (2022), otra fantasía que se adentraba en un oscuro y ancestral mundo mitológico regido por un dicho en euskera: «Izena duen guztia omen da» (todo lo que tiene nombre existe).

‘Gaua’, en salas desde el 14 de noviembre, también parte de una aforismo: «Gaua gauekoentzat eta eguna egunekoentzat» (la noche para los de la noche y el día para los del día). Gaueko, el dios de las tinieblas, mora en el bosque en el que se adentra la protagonista, Kattalin, sometida por un marido al que envenena con una sopa con hongos tóxicos. En su huida del caserío en mitad de la noche se topa con tres mujeres en un lavadero que comparten cuentos de miedo. Y Kattalin se descubrirá como protagonista de uno de esos relatos.

Urkijo sitúa en el siglo XVII este relato de emancipación femenina con evidente significado político, que compitió en el Festival de Sitges sin suerte en el palmarés e inauguró la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Yune Nogueiras, que curiosamente debutó en el cine con ‘Akelarre’, protagoniza una fábula también hablada en euskera, que ha reclutado como brujas a tres actrices imprescindibles del cine y la televisión vasca: Elena Irureta, Ane Gabarain e Iñake Irastorza.

Urkijo asume el reto de rodar una historia que transcurre de noche y casi en tiempo real. A la manera de los relatos de transmisión oral nos dejamos arrastrar por leyendas en las que los curas e inquisidores dan más miedo que las brujas. El autor de ‘Irati’, la película en euskera más taquillera de la historia con casi un millón de euros recaudados, triunfa cuanto más atrevido se pone. Como en la tierna escena de amor lésbico en un claro del bosque, en el fascinante vuelo de brujas o en el apoteósico akelarre final, el advenimiento de Akerbeltz, concebido casi como un número musical y en el que la fisicidad de los desnudos cobra una enorme fuerza.

Quizá ‘Gaua’ no añada nada nuevo al universo de Paul Urkijo. Quizá los personajes y simbolismos resulten a veces demasiado pedestres, pero la sola existencia de una película que reivindica el folclore, la magia y el paganismo y que está tan bien hecha resulta casi un milagro.