Porque el 2025 de Jonas Abrahamsen se ha convertido en una de esas fábulas que el ciclismo moderno aún se permite contar: la de un corredor que tocó fondo para después alcanzar su cima más luminosa.
Lo leemos en Marca: Un invierno apagado por la enfermedad, una caída que amenazó con borrar su temporada y, pese a todo, un regreso heroico que lo llevó a vivir el mejor Tour de Francia de su vida.
Desde el Criterium de Saitama, donde el Tour celebra su epílogo oriental, el noruego del UNO-X Mobility habla con serenidad y una madurez nueva, la que solo concede el sufrimiento superado.
Su temporada comenzó torcida, con virus encadenados y entrenamientos interrumpidos.
Todo apuntaba a un año perdido.
Pero Abrahamsen, de espíritu testarudo, se negó a rendirse.
La fractura de clavícula en primavera parecía definitiva.
En el hospital, recuerda, solo pensaba en respirar, en calmar la cabeza.
Ni su entrenador ni su jefe creyeron que volvería a tiempo para el Tour.
Él sí. Al día siguiente ya estaba trabajando en casa, convencido de que el cuerpo sigue al corazón cuando el corazón no se rinde.
El resto es historia: un regreso milagroso, una etapa conquistada con la rabia de quien ha peleado contra todo y un mes de julio que lo cambió todo.
Después llegarían el Franco-Belga y la Mur Classic, además de dos podios que confirmaron que el chico de Skien había pasado de ser un gregario valiente a uno de los rostros más reconocibles del pelotón.
“Pensé que iba a ser una temporada de mierda y acabó siendo la mejor de mi vida”, confiesa entre risas, como quien todavía no termina de creérselo.
Su formación en Bélgica, entre adoquines y lluvia, fue clave.
Allí aprendió que el ciclismo no es solo fuerza, sino también colocación, inteligencia y oficio. Tres de sus cuatro victorias llegaron en suelo belga: un símbolo de madurez deportiva.
Desde 2017, ha crecido dentro del proyecto UNO-X, viéndolo pasar de ser una pequeña estructura escandinava a una realidad del pelotón.
“Ser parte de esa evolución es algo muy especial”, reconoce.
En Japón, donde reflexiona sobre su futuro, Abrahamsen resume su año con una frase que suena ya a mantra: “Si estás abajo, también puedes volver a subir”.
Lo dice sin grandilocuencia, con la serenidad de quien ha vivido la tormenta y ha aprendido que, incluso en el ciclismo —como en la vida—, siempre vuelve a salir el sol.
Imagen: A.S.O./Billy Ceusters

