En este piso de 152 m² en Moscú, la interiorista Ekaterina Vladimirova ha creado un espacio sereno y lleno de carácter para una familia joven. La historia del proyecto nace de un detalle personal: unos antiguos abanicos chinos heredados que hoy decoran el dormitorio principal. «Quise dar personalidad a un espacio minimalista inspirándome en la estética del sudeste asiático e incorporando elementos de chinoiserie», explica la diseñadora. La vivienda, ubicada en un edificio de nueva construcción, contaba inicialmente con los acabados finales y la distribución planificada por el promotor, que Ekaterina adaptó a las necesidades de la familia. «La distribución resultó acertada y la conservamos casi por completo, haciendo solo pequeñas correcciones», añade.