Ambos son urbanitas ingleses, tenían un estilo reconocible y preocupaciones similares en su cine. Casi siempre está habitado por perdedores, por clases bajas a las que acorralan los problemas. Sospecho que su longeva edad les ha aconsejado o impuesto que ya no hagan más películas. Algunas eran muy buenas. Y hay otras en las que se percibe su amor por el panfleto. Creo que son gente muy digna. Y eternamente preocupada por el lamentable estado de las cosas. Estos dos señores tan inteligentes como combativos se llaman Ken Loach y Mike Leigh. El suyo es un cine con escasa continuidad. Y se les echa de menos.
Más información
Pero noto el aliento de estos predecesores en Urchin. La dirige un tipo de 29 años llamado Harris Dickinson, al que he visto en su faceta de actor en varias películas, incluida aquella estupidez sadomasoquista titulada Babygirl, que narraba la pasión carnal de una superejecutiva hacia un chaval presuntamente misterioso al que dobla la edad. Dickinson demuestra ser un director interesante narrando una historia sobre gente marginal, buscándose la supervivencia en la puta calle, durmiendo en ella o en refugios improvisados o, con suerte, en los albergues que les procuran los servicios sociales. Y la protagoniza un tío muy joven en cuya descripción el guion no cae en la tentación altruista, la mitificación del marginal, la poética del miserabilismo. El pavo, que fue adoptado cuando era pequeño, se las ingenia para ir tirando en la calle. Una forma vil de hacerlo es robar y golpear a un desconocido, alguien honesto y generoso que ha intentado ayudarle. Le trincan y pasa una temporada en el trullo. A la salida el eterno problema volverá a empezar. Intentando durante un tiempo mantenerse currante y digno, abandonando temporalmente la priva y las drogas, con las que tiene una relación apocalíptica, intentando frenar su violencia y su mal rollo, compartiendo horas con gente tan perdida como él. Intenta buscar un techo y un mínimo de estabilidad anímica.
Frank Dillane, en ‘Urchin’, de Harris Dickinson.
Pero todo pende de un hilo. El director no trata de hacer atractivo al protagonista, y los secundarios tampoco te arrebatan. Casi todo suena a verdad y la narración crea cierta inquietud. Le sobran los sueños o pesadillas: no tengo claro qué pretenden contar, ni qué relación tienen con lo que vemos, intuimos y oímos, no sé si debe a mi torpeza para apreciar el experimentalismo y los universos oníricos, o si son pegotes mentales que se le han ocurrido al director y los introduce de oscura (o absurda) manera.
Más información
Harris Dickinson, obligado por la huida de un actor, aparece en un pequeño papel interpretando a un marginado muy cutre, tembloroso, dando el palo a los colegas, cuidando y alimentando a la serpiente de una amante que podría ser su abuela. Lo hace bien. Y la protagoniza el, para mí, desconocido Frank Dillane. Sabe imprimir mal rollo a un personaje que normalmente te inspiraría compasión. Esta película posee lenguaje propio, huye de los tópicos, tiene una atmósfera tan deprimente como la historia que narra. Es rara, curiosa, tiene personalidad.
Urchin
Dirección: Harris Dickinson.
Intérpretes: Frank Dillane, Harris Dickinson, Diane Axford, Buckson Dhillon-Wooley.
Género: drama. Reino Unido, 2025.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 14 de noviembre.