Estados Unidos y Suiza han alcanzado un acuerdo para reducir los aranceles del 39% que impuso el presidente estadounidense, Donald Trump, el verano pasado, según anunció este viernes el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer. “En esencia, hemos llegado a un acuerdo [comercial] con Suiza”, dijo Greer en CNBC. Aún se desconocen los detalles del acuerdo. “Van a trasladar gran parte de su producción a Estados Unidos: productos farmacéuticos, fundición de oro, material ferroviario”, apostilló Greer.
Tras meses de negociación, en los que el Gobierno del pequeño pero rico país europeo ha buscado seducir al republicano con mejoras de su oferta, el acuerdo dejará las tarifas en el 15%, el mismo porcentaje que soportan la Unión Europea o Japón.
Trump dio señales de un cambio de dirección el pasado lunes, cuando fue preguntado por las negociaciones por periodistas en el Despacho Oval. El presidente estadounidense señaló: “Hemos golpeado muy fuerte a Suiza, [pero] queremos que siga teniendo éxito”. También dijo que es “en esencia un buen aliado”.
Con Estados Unidos como principal socio comercial, los suizos venden en ese mercado sobre todo productos farmacéuticos —la negociación con estos fabricantes han ido por un segundo carril—, químicos, metales precisos y oro —que se refina en Suiza—, relojes, maquinaria e instrumentos de precisión, sectores estos últimos entre los más golpeados por las tasas comerciales. También la exportación de quesos o chocolate ha acusado el golpe arancelario.
Según medios de comunicación suizos y estadounidenses, para alcanzar un acuerdo, el Gobierno suizo supuestamente ha prometido, entre otras cosas, comprar más armamento a EE UU, facilitar a las empresas energéticas estadounidenses acceso a su mercado y trasladar fábricas de medicamentos a Estados Unidos. Grandes farmacéuticas ya han anunciado millonarias inversiones en suelo estadounidense y su disposición a reducir los precios de los medicamentos, como ha exigido Trump.
Gigantes como Roche o Novartis ya producen o planean hacerlo en EE UU. Un paso que están dando compañías farmacéuticas de todo el mundo ante la presión de Trump. Una docena de farmacéuticas se han comprometido a invertir más de 350.000 millones de dólares hasta el final de la década en territorio estadounidense.
También se ha negociado trasladar actividades relacionadas con el procesamiento del oro a Estados Unidos, una actividad que ha pesado en el déficit comercial desfavorable para Washington.
Los vaivenes de Trump con la política arancelaria llevaron a Suiza (nueve millones de habitantes) a una montaña rusa que comenzó con un castigo del 31% anunciado el 2 de abril, una jornada que el millonario estadounidense bautizó como el Día de la Liberación. Ese día, Trump destrozó con un rudimentario cartel los usos y costumbres del comercio internacional que los países habían construido tras décadas de diplomacia.
Esa guerra comercial fue suspendida poco después por el republicano al ver la virulenta reacción de los mercados. Así que decidió abrir negociaciones bilaterales con cada país. Berna alcanzó un principio de acuerdo en julio con los responsables comerciales de Washington para dejar los aranceles en torno al 10%, según afirmaron entonces medios suizos, pero faltaba la bendición de Trump.
Esta no llegó. Suiza se despertó el 1 de agosto, día nacional, con un castigo del 39% y quedó entre los países con los gravámenes más elevados, solo por detrás de Brasil, la India, Myanmar, Laos y Siria.
Como en otros casos, Trump impuso los llamados aranceles recíprocos porque consideró “una pérdida directa causada por los suizos” el abultado déficit comercial de EE UU con la confederación alpina, de unos 38.500 millones de dólares (unos 33.000 millones de euros) el año pasado, y obvió, entre otras cosas, que prácticamente el 99% de los productos estadounidenses tienen libre acceso al mercado suizo o que en servicios, la balanza comercial sea favorable a Washington.
Durante las últimas negociaciones, el Gobierno federal suizo ha dado mayor protagonismo al responsable de Economía, Guy Parmelin, después de que Trump vapuleara en público en agosto a la presidenta, Karin Keller-Sutter, de la que dijo que era una “señora amable, pero no quería escuchar”. Berna también ha recurrido a pesos pesados de su industria y economía para propiciar el acercamiento a Washington. Una delegación que incluyó al CEO de Rolex, Jean-Frédéric Dufour, visitó recientemente a Trump en el Despacho Oval. Varios medios internacionales, entre ellos la BBC, han publicado que el presidente estadounidense recibió un Rolex para su despacho y un lingote de oro, algo que las empresas no han querido confirmar.