Redacción
La Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica (MRC) de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha realizado un análisis de varios estudios y destaca que la exposición prolongada a la contaminación del aire exterior se asocia a un mayor riesgo de demencia.

Las demencias, como la enfermedad de Alzheimer, afectan a más de 57,4 millones de personas en todo el mundo a día de hoy. Los pronósticos para el futuro no son optimistas y la cifra que se espera alcanzar son los 152,8 millones de casos en 2050.

Este análisis de la Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica (MRC) se nutre de 51 estudios y se ha publicado en The Lancet Planetary Health. Del total analizado, procedentes de diversas zonas geográficas, solo 34 se incluyeron en el metaanálisis: 15 se originaron en Norteamérica, 10 en Europa, siete en Asia y dos en Australia.

El trabajo que concluye la posible relación entre contaminación y riesgo de demencia ha analizado 51 estudios sobre la materia

Los investigadores señalan que la mayor parte de las personas que se incluyeron en el estudio eran blancas y procedían de países de países de altos ingresos. Sin embargo, apuntan que los grupos marginados tienden a tener una mayor exposición a la contaminación atmosférica.

Por ello, animan a que se realicen más esfuerzos para garantizar urgentemente una representación mejor y más adecuada entre las etnias y los países y comunidades de ingresos bajos y medios, dado que los estudios sugieren que reducir la exposición a la contaminación atmosférica parece ser más beneficioso para reducir el riesgo de muerte prematura en los grupos marginados.

Estas investigaciones se centraban en la relación entre la contaminación atmosférica como un factor de riesgo para la demencia, y varios estudios han señalado a diversos contaminantes. Los investigadores encontraron una asociación positiva y estadísticamente significativa entre tres tipos de contaminantes atmosféricos y la demencia.

Por un lado, las partículas con un diámetro de 2,5 micras o menos (PM 2,5) son contaminantes compuestos que pueden ser inhaladas y llegar hasta el interior de los pulmones dañando la salud. Estas provienen de fuentes variadas, como las emisiones de vehículos, las centrales eléctricas, los procesos industriales, las estufas y chimeneas de leña, o el polvo de la construcción.

Estas se forman en la atmósfera a causa de complejas reacciones químicas que involucran a otros contaminantes, como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno. Sin embargo, la solidez de la evidencia y la capacidad para determinar un efecto causal han sido variables. Estas partículas pueden permanecer en el aire durante mucho tiempo y viajar largas distancias desde su origen.

Las causas de esta contaminación varían: vehículos, estufas, chimeneas o centrales eléctricas y pueden causar o agravar enfermedades respiratorias

Otro motivo es el dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los principales contaminantes derivados de la quema de combustibles fósiles. Procede de los gases de escape de los vehículos, especialmente los de diésel, y en las emisiones industriales. Pero también de las estufas y los calentadores de gas. La exposición a altas concentraciones de este gas puede causar irritación en el sistema respiratorio, lo que agrava o provoca afecciones como el asma y reduciendo la función pulmonar.

A su vez, el hollín es otra de las causas. Proveniente de fuentes como las emisiones de escape de vehículos y la quema de madera, es capaz de retener el calor y afectar al clima. Cuando se inhala, puede penetrar profundamente en los pulmones, agravando enfermedades respiratorias y aumentando el riesgo de problemas cardíacos.

Haneen Khreis, autora principal del estudio, de la Unidad de Epidemiología del MRC, destaca: «La evidencia epidemiológica desempeña un papel crucial para determinar si la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de demencia y en qué medida. Nuestro trabajo aporta más evidencia que respalda la observación de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica exterior es un factor de riesgo para la aparición de demencia en adultos previamente sanos«.

Respecto al cómo la contaminación atmosférica deriva en demencia, las principales ideas se relacionan con la inflamación cerebral y el estrés (un proceso químico corporal que puede dañar células, proteínas y ADN), ya que ambas desempeñan un papel bien establecido en la aparición y progresión de esta enfermedad.

Las principales ideas de como la contaminación atmosférica deriva en demencia se relaciona con la inflamación cerebral y el estrés, entrando directamente al cerebro o por la circulación

Se cree, además, que la contaminación atmosférica desencadena estos procesos mediante la entrada directa al cerebro o a través de los mismos mecanismos que subyacen a las enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Otra vía de entrada también es la circulación desde los pulmones llegando a órganos sólidos, lo que causa inflamación local y generalizada.

Por ello, destacan que combatiendo la contaminación atmosférica se pueden generar beneficios a largo plazo en términos de salud, sociales, climáticos y económicos. Además, de esta forma, se reduce la enorme carga que soportan los pacientes, las familias y los cuidadores, a la vez que alivia la presión sobre los sistemas de salud saturados.