La capilla se encontraba en la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma. En ella se instalaron los frescos Carraci, del XVII, donde se narran episodios de la vida de san Diego de Alcalá. Fue desmantelada en 1833 por peligro de ruina y las pinturas se conservaron desde entonces en Barcelona y Madrid.
El montaje permanente de la pinacoteca madrileña reproduce exactamente el tamaño, la forma y el alma de la Capilla Herrera, cuyos frescos fueron arrancados y trasladados a lienzos. Según el Museo «La instalación cuenta con la colaboración de OHLA, empresa comprometida con la conservación del patrimonio cultural, y con el diseño arquitectónico de Francisco Bocanegra, quien ha ideado una estructura modular permanente que respeta la escala y el carácter de los frescos».
Carraci y sus colaboradores
«La ejecución de los frescos», explica el Museo, «comenzó en 1602 bajo la dirección de Annibale Carracci, uno de los máximos exponentes de la escuela boloñesa. Tras su enfermedad en 1605, Francesco Albani y otros colaboradores completaron el conjunto, manteniendo una coherencia estilística que dificulta distinguir las distintas manos…».
Junto a ellos se exponen obras de los mismos autores de los frescos y de su círculo más estrecho de maestros y discípulos como Guido Reni o Domenichino.