El mercado cripto no levanta cabeza. Los activos digitales encadenan semanas de fuerte debilidad, con los inversores institucionales reduciendo posiciones, salidas récord de los ETF y un escaso apetito minorista, en un contexto marcado por la incertidumbre sobre los recortes de tipos, los datos macroeconómicos y las dudas alrededor de la inteligencia artificial. Pese a la fragilidad del mercado, bitcoin había luchado por mantenerse por encima de los 100.000 dólares, pero ahora ha sucumbido a la presión. Este viernes, ha profundizado sus caídas y ha llegado a tocar los 95.947,76 dólares, arrastrado por una nueva oleada de aversión al riesgo y la venta masiva de acciones tecnológicas que le han dado el golpe de gracia. El temor a que la burbuja de la IA esté a punto de pincharse gana fuerza y Wall Street ya acusa el golpe. Una vez más, la criptomoneda pionera muestra una de sus grandes debilidades: su elevada correlación con los índices estadounidenses. Nvidia se desplomó un 7% entre martes y jueves, arrastrando al Nasdaq. En las últimas 24 horas, bitcoin retrocede más de un 4%.

La criptomoneda pionera, que al cierre de los mercados europeos cotiza en los 96.300, ha borrado ya más de 450.000 millones de dólares en valor desde principios de octubre, debido a las ventas de grandes inversores —los fondos cotizados que invierten en bitcoin registraron salidas netas de unos 870 millones de dólares solo este jueves, la segunda mayor retirada diaria desde su lanzamiento, según datos de Bloomberg— y a la desaceleración de las compras de las tesorerías corporativas, que hasta ahora habían sostenido su precio empujándolo al alza. Así, también se han evaporado las ganancias del año: desde enero sube poco más de un 3,3%, frente a una rentabilidad del 15% del S&P o de 40% del Ibex. Una decepción para los inversores, acostumbrados en los últimos dos años a rentabilidades del 120% en 2024 y del 157% en 2025.

Estas caídas ya estaban anunciadas. El mercado llevaba semanas mostrando signos de fragilidad y con los nervios a flor de piel. De hecho, casi todos los activos cotizan con signo rojo, con caídas más pronunciadas en las últimas 24 horas: ethereum y XRP se dejan un 5%, solana más de un 8%, BNB un 3%. Si el bitcoin ya estaba bajo presión, los inversores trataron en las últimas semanas de evitar las altcoins, activos menos líquidos y más volátiles. Las acciones vinculadas al mundo cripto también están sufriendo: los títulos de Strategy, la empresa de software convertida en la mayor acaparadora de bitcoin, se dejan más de un 30% en el año, y cotizan en niveles de octubre de 2024. Su capitalización ha caído por debajo del valor de bitcoin que posee, una señal de que los inversores ya no están dispuestos a pagar una prima para hacerse con las acciones de la compañía y poniendo en duda el modelo de alto apalancamiento de su fundador, Michael Saylor.

El debilitamiento de los flujos hacia los ETF, la venta continua de tenedores a largo plazo y la escasa participación del inversor minorista, junto con la aversión al riesgo, son señales de que el mercado cripto ha entrado en un régimen bajista, según los analistas de 10x Research. “Cuando las narrativas específicas de cripto se diluyen, aumentan las correlaciones con los activos tradicionales. Eso está impulsando el movimiento de hoy”, explica a Bloomberg Jake Ostrovskis, jefe de operaciones OTC en Wintermute. Y los mercados globales están en horas bajas: desde hace tiempo, de hecho, los expertos lanzaban avisos sobre las (demasiado) elevadas valoraciones de los siete magníficos (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, Tesla y Nvidia), impulsados por la fiebre de la IA. En este escenario, la falta de catalizadores y la búsqueda de activos refugios, como el oro y la plata, alimentan estas bajadas, insiste Javier Cabrera, analista de mercados. Javier Molina, por su parte, considera que el reciente retroceso de bitcoin y del mercado cripto en general, refleja un proceso de reajuste técnico dentro de un contexto macroeconómico más incierto, pero no un cambio estructural de tendencia.

A esto se suman las dudas sobre los datos macroeconómicos: aunque el fin del cierre del Gobierno ha servido de alivio a principios de semana, ahora el impulso se ha desvanecido. El mercado espera en las próximas jornadas una alta concentración de indicadores, como los datos de inflación y el informe laboral de septiembre, que podrían pesar en la decisión de la Reserva Federal, ya de por sí dividida. De hecho, los responsables de política monetaria han estado volando a ciegas, después de que el cierre del gobierno les dejara sin datos cruciales. Jerome Powell dejó entrever recientemente que un recorte de tipos en diciembre no está garantizado, enfriando las expectativas de los inversores.

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