Jacob Elordi no para de acaparar titulares en los medios de comunicación con el estreno de su nueva película Frankenstein dirigida por Guillermo del Toro. El actor australiano, de 28 años, ha concedido una entrevista para el periódico estadounidense The Hollywood Reporter, donde ha dejado claro que los inicios en el mundo del cine, a veces, son difíciles. Para él, fueron momentos tan precarios, que tuvo que decantarse por vivir en su coche.
Tal y como él mismo cuenta en su entrevista, durante un tiempo no tuvo suerte. Como estaba asentado en Estados Unidos con una visa de turista, no podía conseguir trabajo en muchos proyectos a menos que tuvieran los recursos suficientes para pagarle otro tipo de visa. «Ya no tenía dónde vivir y no quería volver a pedirles dinero a mis padres, así que vivía en mi RAV4 en Mulholland Drive, en California«, recuerda.
No obstante, un rayo de luz alumbro su carrera. Ante esta situación desesperada, le dijo a su representante que iba a regresar a Australia por un tiempo, pero aceptó hacer una última audición, que resultó ser para el papel de un deportista problemático en la serie Euphoria, creada por Sam Levinson. Por supuesto, como todos saben, consiguió el papel que le llevó a la fama.
Fue en este momento, cuando empezó a crecer y dar sus primeros pasos en el mundo de la interpretación. En 2023, interpretó a Elvis Presley en Priscilla, de Sofia Coppola, sobre la cual comenta: «No bailo, no canto y no me gusta actuar a menos que sea en un entorno muy protegido, así que tuve que desprenderme de todo eso. Y sí, engordé más que nunca, y fue increíble«. También ha trabajado en algunos filmes y series conocidos popularmente como, Saltburn o Indomables.
En cuanto a su nuevo trabajo, pone en valor el trabajo de Del Toro: «Hablábamos un idioma similar y entendíamos el mundo de forma parecida, así que creo que confiaba en mí». «Lo único que puso como condición fue que las prótesis iban a ser un infierno, pero que había que abordarlas como si uno estuviera en el altar realizando una especie de rito sacrificial; tenía que ser una experiencia bíblica». «Cuando dijo eso, entendí perfectamente a qué se refería, y eso me permitió olvidarme por completo de las prótesis y centrarme únicamente en el guion y el personaje», recuerda.