En los últimos meses, he visto proliferar estas pruebas que, con solo enviar una fotografía, aseguran identificar tu estación cromática. Y aunque puedan parecer una moda divertida, lo cierto es que, como profesional y docente en asesoría de imagen, casi me he visto en la obligación de escribir este artículo. No por criticar, sino por aclarar con respeto dónde está la diferencia entre el trabajo riguroso de nuestro sector y ciertas ocurrencias estéticas que, aunque bien intencionadas, confunden más que ayudan.
Por eso, hoy quiero explicar, de forma sencilla y cercana, qué distingue un análisis de color profesional, qué aporta la teoría estacional y por qué esos test digitales no pueden sustituir la experiencia real.
La colorimetría presencial: el análisis real y completo
La colorimetría presencial es un estudio minucioso que analiza cómo los colores influyen en el rostro, la luz de la piel y la expresión. Durante la sesión, trabajamos con más de cien pañuelos cromáticos que se colocan bajo el rostro, siempre con luz natural y frente al espejo. Esto permite observar en tiempo real si las líneas se suavizan o se endurecen, si la piel gana vitalidad, si la mirada se abre o se apaga.
Cada color transmite algo distinto: elegancia, cercanía, sofisticación, energía o seriedad. El objetivo no es eliminar colores, sino descubrir cuáles potencian tu armonía natural y comunican lo que tú deseas proyectar. Por eso el análisis presencial sigue siendo, sin lugar a duda, el método más preciso y profesional.

Paleta de color estándar primavera / DM
La teoría estacional: una buena orientación
La teoría del color estacional (primavera, verano, otoño e invierno) es una herramienta útil y orientativa. Ayuda a identificar matices cálidos o fríos, claros u oscuros, y sirve como punto de partida para un estudio más profundo. Aun así, funciona de forma aproximada: puede orientar, pero nunca sustituir el análisis presencial, donde vemos el efecto real de la luz y el color sobre la piel.
Una paleta estacional estandarizada resulta muy práctica, pero siempre explico que dentro de ella puede haber tonos que no sienten bien, y otros (de otras estaciones) que sorprendentemente favorezcan más. El color no es una norma rígida, sino una herramienta viva que se adapta a la persona.
Los test de color online: el espejismo digital
Y luego están los (tristemente virales) test online por fotografía: programas automáticos o círculos de color superpuestos en la imagen. Son rápidos, económicos y muy compartibles… pero precisamente son económicos porque no sirven. Carecen de rigor profesional porque:
• La luz de la fotografía altera por completo los tonos reales de la piel.
• Cada cámara y pantalla interpreta el color de forma distinta,
• La imagen estática impide ver la reacción del rostro,
• No hay interacción entre color, textura y volumen,
• Ni mirada experta que interprete lo que ocurre.
El resultado puede parecer curioso, pero no tiene valor técnico. Por eso, quienes los realizan suelen «explicar» al cliente lo que supuestamente está pasando, aunque la clienta no vea absolutamente nada: la imagen es plana, sin luz, sin matiz y sin reacción.

Test de colorimetría digital / DM
Lo más curioso es que el autodenominado asesor o asesora de imagen tampoco ve nada, pero necesita justificar el resultado. Y aquí conviene aclarar algo esencial: no tienes ningún problema de percepción. Eres perfectamente capaz de ver qué luz te favorece frente al espejo y qué colores iluminan tu rostro. Todo lo demás, solo son tonterías.
Y si alguien compra uno de estos «marcos» digitales para hacerse la prueba en casa, la escena es casi cómica: colocar el rostro en el centro, rodearlo de colores planos… como si todas lleváramos un «rebosillo» mallorquín del siglo XVIII, ese que enmarcaba el rostro por completo. Solo que nadie viste hoy así, ni los colores se observan de esa manera.
Evaluar un rostro real rodeándolo de bloques digitales sin luz ni volumen no tiene ningún sentido. Pretender hacer colorimetría con una foto estática o con un «rebosillo cromático» es, con todo el respeto, como intentar explicarle a una hormiga qué colores le favorecen: no percibe la luz, ni el matiz, ni la emoción.
Y en colorimetría, precisamente, todo eso es imprescindible.