Con tan solo veintiocho años, el chiclanero Kito Muñoz es uno de los jóvenes talentos de la fotografía. Aunque lleva tiempo triunfando en el mundo de la moda -ha trabajado con firmas como Camper, Dolce & Gabanna, Emporio Armani, Maison Margiela, Valentino, Yves Saint Laurent Beauté o Palomo Spain– su nombre ha resonado con fuerza en los últimos días, a raíz de haber fotografiado a Rosalía para El País Semanal. Sus trabajos están repletos de una sensibilidad que combina belleza, conciencia social y una exploración constante de la identidad. En esta conversación, habla de su trayectoria, sus comienzos, sus momentos duros en París, donde vive, y esa búsqueda de nuevas formas de representar la masculinidad que atraviesa toda su obra. Sin olvidar su tierra. ¿Un sueño? “Exponer en Cádiz y que la gente de Cádiz pueda ver mi trabajo”.
Pregunta.–Las fotografías de Rosalía para El País Semanal llevan tu firma. Sin embargo, no es la primera vez que trabajas con ella e incluso la conocías de mucho antes.
Respuesta.–Sí, la primera vez que conocí a Rosalía fue antes de que saliera ‘El mal querer’. Candela Capitán había quedado con ella una tarde para tomar un café en Madrid y yo fui un poco sin ganas, la verdad (ni la conocía ni había escuchado su música todavía). Pero, en cuanto apareció y empezamos a hablar, me quedé con la sensación de haber conocido a alguien muy especial. Recuerdo decirle a Candela que me había fascinado.
Cuando la conocí me quedé con la sensación de que era alguien muy especial»
R.A partir de ahí, nos seguimos mutuamente, y más adelante conocí a su hermana Pili, que es su directora visual. Hemos coincidido varias veces en Madrid, siempre en momentos muy bonitos, y ellas han sido súper generosas conmigo. Me recomendaron, por ejemplo, para la campaña de YSL Beauty, en la que Rosalía era imagen, y también para este proyecto de El País Semanal. De hecho, fue Pili quien me propuso porque querían un fotógrafo español. Les estoy muy agradecido.
P.–Empezaste muy joven en la fotografía. ¿Qué recuerdas de tu interés por la creación, de tus inicios?
R.–Recuerdo tener muchas ganas de crecer, de hacer cosas, de salir del colegio y empezar a vivir de esto. Sentía una impaciencia tremenda. Tenía clarísimo que era lo único que me gustaba y, cuando se acercaba el momento de elegir carrera, me entró una prisa enorme por empezar a trabajar y poder independizarme.
De pequeño, montaba mis sets en mi casa de Chiclana con ropa del mercadillo”
R.En ese momento quería salir de Cádiz -que ahora amo, pero entonces me sentía un poco atrapado- . Tenía mucha curiosidad por el mundo, por viajar, aprender, vivir otras cosas. Desde pequeño, he estado haciendo fotos a mis amigas, mi familia, mis parejas… montaba mis propios sets en mi casa de Chiclana con ropa del mercadillo. Mi casa tenía un tragaluz arriba y la luz era preciosa. Por ahí pasó todo el mundo para ser retratado (risas).

El fotógrafo afirma que le inspira mucho las nuevas formas de masculinidad.
/ Kito Muñoz
P.–Con tan solo 24 años te estableces en París. ¿Cómo fue ese traslado cultural/profesional?
R.–Fue un cambio muy emocionante. Cuando firmé con mi agencia en París, sentí que era el momento de lanzarme y aprender cosas nuevas, aunque no supiera ni francés ni inglés del todo. Pensé: “Si me quedo en Madrid, seguiré igual; si me mudo, algo cambiará”.
R.Mi primer trabajo allí fue con el estilista Maurio Nardi, y con lo poco que tenía ahorrado alquilé un piso para un mes para probar cerca de République (mi agente me ayudó a encontrarlo). Todo me parecía nuevo: ir al súper, salir con gente que apenas conocía… me sentía pequeño, pero con esa emoción de volver a empezar.
R.El idioma fue un reto. Mi agencia me dijo: “O aprendes inglés, o estamos perdidos”. Así que me lo tomé en serio. Llevaba ya un par de años de clases, pero al llegar no entendía nada en las reuniones. Poco a poco, con práctica y paciencia, empecé a soltarme. Ahora trabajo perfectamente en inglés, aunque el francés todavía lo tengo pendiente (risas).
Me gusta contar también la parte real: no todo fue perfecto, ni mucho menos»
R.Los primeros meses fueron duros. El primer año solo hice una factura, y necesité ayuda psicológica para sobrellevarlo. Pero seguí creando, invirtiendo lo poco que tenía, y eso me salvó. En este trabajo hay épocas sin nada y, de repente, todo llega de golpe. Por eso me gusta contar también la parte real: no todo fue perfecto, ni mucho menos.

El chiclanero trabaja con grandes firmas de moda.
/ Kito Muñoz
P.–Has trabajado con artistas de moda, visuales, performance, músicos… ¿Cómo cambia tu enfoque cuando trabajas con diferentes disciplinas?
R.Depende mucho de hacia dónde va el trabajo. No es lo mismo una editorial para una revista que unas fotos promocionales de un disco o una campaña comercial. Siempre intento entender el contexto y el propósito antes de crear.
R.Trabajo cada proyecto como si fuera grande, sin limitarme por presupuesto o producción (luego ya la realidad pone sus límites, claro). Con los años, he aprendido a tener los pies más en la tierra y menos ego, a mirar las cosas de forma más práctica y adaptada a lo que el proyecto necesita.
P.–En tu biografía aparece que la “comunidad” y el “compromiso político y social” juegan un papel relevante en tu práctica. ¿Cómo se traduce esto en tu trabajo?
R.–Siempre he retratado personas, y me parece importante hacerlo desde una mirada consciente. Soy feminista, gay y estoy en constante aprendizaje sobre temas sociales, de género, racismo… y todo eso influye en cómo elijo a quién fotografiar y qué historias quiero contar.
El compromiso también está en las decisiones pequeñas: en un casting, en un encuadre, en qué historias eliges amplificar»
R.Intento que mi trabajo refleje esos valores, no como algo forzado, sino como una forma natural de mirar. Me inspiran mucho las nuevas formas de masculinidad, cómo se representa lo masculino, lo sexy… Creo que los hombres tenemos mucho que desaprender y reconstruir, y me gusta explorar eso visualmente. Al final, el compromiso también está en las decisiones pequeñas: en un casting, en un encuadre, en qué historias eliges amplificar. Son gestos que suman.
Los hombres tenemos mucho que desaprender y reconstruir, y me gusta explorar eso visualmente»
P.–¿Qué importancia tiene para ti el dúo con Filip Custic (Filip y Kito)?
R.–Le tengo muchísimo cariño a esa etapa. Éramos muy jóvenes -yo tenía 16 y él 20- y trabajar juntos nos dio una energía brutal. Creamos Filip y Kito con una estética muy marcada y eso nos permitió crecer, colaborar con marcas y aprender mucho.
R.Durante esos años, hacíamos fotos en mi casa de Chiclana, montábamos los sets con lo que teníamos, y poco a poco nos empezaron a publicar en revistas. Llegó un momento en que sentimos que cada uno tenía que seguir su camino, y lo hicimos con cariño. Me encanta ver cómo hemos evolucionado. Aquello fue el impulso que necesitábamos.
P.–Has trabajado para grandes revistas (como Vogue Italia) y marcas. ¿Cómo equilibras tu propia voz artística con los requerimientos de una marca o publicación comercial?
R.–Creo que las marcas te llaman porque buscan algo de tu universo. Hay muchos fotógrafos con estilos fuertes, así que, si llegan a ti, normalmente, es porque quieren justo eso.
Las marcas te llaman porque buscan algo de tu universo»
R.En las revistas tenemos bastante libertad creativa, y eso me encanta: es donde puedo experimentar más y seguir construyendo mi lenguaje visual. En campañas, en cambio, hay más estructura: hay un briefing, referencias, decisiones conjuntas sobre modelos, etcétera. Pero, me gusta ese reto, me obliga a pensar y adaptarme.
Cuando estoy trabajando, me entrego totalmente. No me gusta hacerlo por hacer, sino para crear algo que tenga belleza y sentido»
R.Siempre intento hacerlo desde el corazón, con pasión. Cuando estoy trabajando, me entrego totalmente. No me gusta hacerlo por hacer, sino para crear algo que tenga belleza y sentido.
P.–También has colaborado con Palomo Spain, ¿qué tal la experiencia?
R.–Palomo es familia. Empezamos prácticamente a la vez y, desde el principio, hubo una conexión muy fuerte. Las primeras campañas que hicimos juntos fueron una locura preciosa: todo muy familiar, su gente, sus padres ayudando, todos jóvenes, con ganas y sin miedo. Fue una etapa muy especial. Hoy seguimos siendo amigos y, cada vez que podemos, trabajamos juntos. Tenemos una forma parecida de ver la masculinidad, los personajes, el humor… y eso hace que todo fluya. Ya veréis cosas nuevas pronto (risas).

Los trabajos de Kito reflejan una exploración constante de la identidad.
/ Kito Muñoz
P.–¿Hay una campaña o sesión de la que te sientas especialmente orgulloso?
R.–Últimamente, me siento muy orgulloso del proyecto que hice con el artista sevillano Daniel del Valle. Él está creando una serie de esculturas que se pueden vestir, hechas con materiales como cerámica, cristal o reciclados. Me enamoré de su idea y decidimos fotografiarlo juntos en Londres, justo antes del verano.
R.Fue un proyecto muy especial, lleno de gente que creía en él. Salió publicado en ‘Another Magazine’ y Daniel pronto hará un show en Londres para presentar las piezas. Además, somos amigos desde pequeños, así que fue muy emocionante reencontrarnos en este punto, cada uno con su camino, y crear algo juntos. Se nota ese cariño en las fotos.
P.–¿Qué esperas que el público sienta o reciba cuando ve tu obra?
R.–Me gustaría que mis fotos inviten a mirar las cosas de otra manera, sobre todo la masculinidad. Que la gente se sienta inspirada, que encuentre belleza en los detalles, en las composiciones, en las historias que cuento. Me llena ver una imagen y luego fijarme en cómo se refleja en la vida cotidiana. Si mis fotos consiguen eso -inspirar o despertar curiosidad en alguien-, ya me doy por satisfecho.
Me gustaría que mis fotos inviten a mirar las cosas de otra manera, sobre todo la masculinidad»
P.–¿Qué desafío profesional o creativo te gustaría abordar en los próximos años?
R.–Seguir creando ya me parece un desafío enorme. Mantener el ritmo, sacar proyectos nuevos, seguir publicando en revistas que me inspiran… eso ya es mucho. Pero sí, me gustaría hacer más moda femenina, experimentar más con vídeo –que cada vez me gusta más- y, sobre todo, hacer una exposición.
P.–¿Te gustaría que fuera en tu tierra?
–¡Ojalá! Y que fuera pronto. Sería un sueño poder exponer en Cádiz y que la gente de Cádiz pudiera ver mi trabajo. Además, me imagino la inauguración con toda mi gente, disfrutando, celebrando… sería muy especial.
Sería un sueño poder exponer en Cádiz y que la gente de Cádiz pudiera ver mi trabajo»
De pequeño, cada exposición que se hacía en Cádiz la vivíamos como algo importante, algo que nos tocaba. Pensar que ahora puedo ser parte de eso, que quizás inspire a otros niños a mirar el mundo de otra forma, me emociona mucho. Voy a seguir trabajando hasta conseguirlo.
Pensar que quizás inspire a otros niños a mirar el mundo de otra forma, me emociona mucho»