Ya está tardando Netflix en comprar los derechos para hacer una serie sobre esta historia de novela, a la que no le falta un perejil para ser un éxito asegurado. Si en el Barroco hubiera habido un ‘Hola!’, sería, qué duda cabe, tema … de portada. Siglo XVII. Sevilla y Madrid. Los protagonistas, tres de los mejores artistas españoles: Diego Velázquez, pintor de Corte de Felipe IV; Juan Bautista Martínez del Mazo, su discípulo predilecto y más aventajado, y Francisco Pacheco, su suegro. Argumento: Velázquez y su esposa, Juana, se enteran por una criada de que su hija Francisca, de 14 años, había pasado dos noches con Martínez del Mazo, con quien pierde la inocencia, y se habían comprometido en secreto. Intentan por todos los medios que ese enlace no tenga lugar y deciden enviar a la joven a Sevilla, bajo la protección de su abuelo. No hay ni rastro de ella. Martínez del Mazo acude a las autoridades eclesiásticas para que se cumpla el juramento matrimonial. Se inicia un pleito que duró varios meses.

Lo cuentan dos historiadores del arte en un artículo, fruto de su investigación en el Archivo Histórico Diocesano de Madrid (tiene su sede en el número 3 de la calle de la Pasa), donde hallaron el expediente matrimonial inédito. Patricia Manzano Rodríguez (Madrid, 1996) trabaja desde hace dos años como conservadora en el Meadows Museum de Dallas, un pequeño Prado en Texas. Estudió Historia del Arte en la Autónoma de Madrid. Su tesis doctoral, ‘Juan Bautista Martínez del Mazo: autorship, canonicity and originality in the workshop of Velázquez’, la realizó en la Universidad de Durham (Inglaterra). Se completará con un libro, en el que aparecerá la transcripción completa del expediente. «Justo este mes tengo que entregar el manuscrito final del libro, que saldrá ya con suerte el año que viene. Lo publicará Harvey Miller», dice Patricia en conversación telefónica con ABC.

Portada y recto del primer folio del expediente matrimonial de Juan Bautista Martínez del Mazo y Francisca Velázquez

Portada y recto del primer folio del expediente matrimonial de Juan Bautista Martínez del Mazo y Francisca Velázquez

© Archivo Histórico Diocesano de Madrid / Arzobispado de Madrid. Reservados todos los derechos de reproducción de todo o parte de los contenidos de esta ob

¿Por qué Mazo? «Por lo mucho que conocemos de Velázquez y lo poco de la gente que había a su alrededor. Me extrañó mucho desde el principio que de una figura que colaboró tanto con Velázquez y que estuvo a su lado no supiéramos prácticamente nada. Ahí empezó todo». ¿Fue fácil hallar este expediente? «Generalmente, puedes pedir documentos y te dejan verlos sin ningún problema. En este caso fue un poquito más complicado. Me dijeron que lo tenían que buscar. Yo les di todos los datos, los nombres, la fecha de matrimonio… Fue muy frustrante, porque tardaron unos seis meses en localizarlo. Pero lo encontraron, por lo cual estoy muy agradecida. Cuando me llamaron, yo estaba en Dallas. Necesitaba a una persona de confianza y mandé a Mario a verlo. Fue él quien me dijo lo que había aparecido y que era una joya. Pude ver el original, pero no lo pude sacar. Lo consulté y pedí una reproducción para transcribirlo tranquilamente». Se refiere a Mario Zamora Pérez (Cuenca, 1993). Aunque iba a ser una investigación en solitario, recurrió a un colega y amigo, historiador del Arte en la Autónoma de Madrid y que se halla, con una beca de un año, en la Biblioteca Nacional, en la sección de grabado. «A Mario se le da mucho mejor la paleografía que a mí –advierte Patricia–. Cuando encontré el documento lo que quería era sacarlo lo más rápido posible».

A la izquierda, 'Autorretrato' de Velázquez. A la derecha, el retrato que hace de su suegro, Francisco Pacheco, también pintor

A la izquierda, ‘Autorretrato’ de Velázquez. A la derecha, el retrato que hace de su suegro, Francisco Pacheco, también pintor

Museo de Bellas Artes de Valencia / Museo del Prado

Patricia andaba tras el expediente matrimonial entre Mazo y Francisca Velázquez, pero nunca imaginó lo que iba a hallar: «Esperaba algo muy cortito y sencillo, que ratificara todo lo que ya sabíamos». Fue Mario el primero en leerlo: «Creía que serían uno o dos folios y fue una sorpresa ver que eran 60. Incluía el pleito. Es un tesoro. La investigación era de Patricia, yo le eché una mano y le ayudé a transcribirlo».

Nunca se había puesto en duda que el matrimonio de Mazo con Francisca no hubiera sido aceptado por Velázquez

Volvemos al siglo XVII. Habíamos dejado a Francisca, enviada en secreto a Sevilla y en paradero desconocido. «Siempre se había creído que, de la misma manera que Velázquez se casó con Juana, la hija de Francisco Pacheco, su maestro, Mazo se casó con Francisca, hija de Velázquez, su maestro. Se pensó que Mazo había seguido la trayectoria tanto personal como profesional de Velázquez y nunca se había puesto en duda que ese matrimonio no hubiera sido aceptado por él». Pero nada más lejos de la realidad. Se abrió un pleito eclesiástico que comienza con la denuncia de Mazo por impedir Velázquez y su esposa que se celebrara el compromiso y enviar a Francisca a Sevilla contra su voluntad. Lorenzo de Iturrizarra, tesorero de la Iglesia magistral de Alcalá de Henares, vicario general y juez de Madrid, manda interrogar a varios testigos. Como Juan Sánchez Navarro Bustamante, cirujano y barbero; Santiago de Benavente, maestro de obras; Gaspar de Benavente, esclavo del pintor; e Inés García, criada de Velázquez, que confirma la existencia del juramento.

«Es muy interesante que la Iglesia en este caso vaya contra Pacheco, porque era veedor de la Inquisición»

Mazo se marcha a Sevilla en busca de su prometida. ¿Era habitual casarse con 14 años? «Hoy nos parece inconcebible, pero en el XVII tampoco era tan raro», cuenta la historiadora. En esta ciudad el proceso queda en manos de Juan de Ribera, canónigo de la catedral hispalense, juez oficial y vicario general del arzobispado, quien da a los alguaciles orden de encontrar a Francisca. La buscan, sin éxito, en casa de su tía, Beatriz de Cárdenas, aunque hallan una prenda de terciopelo negro que era de la joven; en casa de Juan Rodríguez de Silva, padre de Velázquez, y en la de Francisco Pacheco. «Es muy interesante que la Iglesia en este caso vaya contra él, porque se ha dicho que era veedor de la Inquisición. Es decir, era uno de los artistas que se aseguraban de que las imágenes sagradas cumplieran con el decoro», comenta Manzano.

Francisca seguía sin aparecer. Las autoridades señalan a Pacheco como responsable y le amenazan con la excomunión y una multa de 200 ducados. Todo apunta a que Pacheco escondió a Francisca en el convento de San Leandro de Sevilla. La abadesa fue interrogada, pero negó saber nada.

El juez pone a Francisca y los bienes de Pacheco bajo custodia de Martínez Montañés, que tuvo una disputa con el suegro de Velázquez

Y, por si fuera poco, hay un giro de guion y aparece en escena el escultor Juan Martínez Montañés. Depositan bajo su custodia los bienes embargados a Pacheco por valor de 200 ducados (incluido un desnudo pictórico). Decíamos sorprendente, porque Pacheco y él mantuvieron una disputa: el primero acusó al segundo de policromar las esculturas, trabajo reservado a los pintores. Seguimos sin noticias de Francisca y su abuelo materno fue excomulgado de tercera (podía ir a misa, pero no participar en sacramentos como la confesión y la comunión). Al no surtir efecto, se decide excomulgarlo por anatema, la categoría mayor.

Francisca apareció el 5 de mayo, acompañada por Ana de Silva y una esclava del padre de Velázquez. Negaría hasta en dos ocasiones la existencia del acuerdo matrimonial entre ella y Mazo, y que hubiera sido presionada por su familia. Incluso mantuvieron un careo. Al igual que hizo con los bienes de Pacheco, el juez pone a Francisca bajo custodia de Martínez Montañés. «No sabemos si está ahí como amigo o enemigo de Pacheco, porque es él quien acoge a Francisca cuando el juez la pone bajo su jurisdicción, y es él quien recoge las pinturas y los moldes de Pacheco», dice Manzano.

Francisca confiesa la existencia de un acuerdo matrimonial con Mazo, fechado el 30 de marzo de 1633

El pleito regresa a Madrid, donde finalmente Francisca confiesa la existencia de ese acuerdo. No sabemos qué pasó para que cambiara de opinión. Con fecha de 30 de marzo de 1633 y firmado por ambos, reza: «…El uno al otro y el otro al uno nos hemos dado fee y palabra de casamiento la qual hemos aceptado y jurado en forma, para no quebrantarla en caso alguno y para que dello coste y podamos ser apremiados a lo cumplir y casarnos por palabra de presente formamos esta cédula de nuestros nombres…» (sic).

Los dos historiadores apuntan la posibilidad de que la hija de Velázquez estuviera embarazada

Dan seis días a la pareja para desposarse. Se casan en la parroquia de Santiago de Madrid el 21 de agosto de 1633 y se trasladan a vivir a la casa de Velázquez en la calle Concepción Jerónima. Como dote, este entregó a Mazo el puesto de ujier de cámara. Los historiadores apuntan la posibilidad de que Francisca estuviera embarazada. «El documento nos da a entender que la vida de Francisca se hubiera arruinado si se sabe que hubiera roto el compromiso. En principio, pensamos que pudo deberse a un embarazo, porque coincide muy bien con los tiempos. Empieza en marzo, hasta agosto o septiembre, que es cuando acaba el proceso. Francisca tendría varios abortos naturales. De los diez hijos que tuvo (entre ellos, Melchor, Gaspar y Baltasar), solo cinco llegaron a la edad adulta», advierte Patricia Manzano. «Es una hipótesis que barajamos. Cuadraría. Pero es uno de los vacíos que hay», añade Mario Zamora. Tras la muerte de Francisca, Mazo se casaría dos veces más, con don Francisca de la Vega y con Ana de la Vega, que se cree era su hermana. «Pacheco arregló su relación con la Iglesia, pero eso no queda registrado en el documento, tampoco la devolución de los bienes. No sabemos cuándo se produce, ni siquiera si se llega a producir», dice Patricia.

'La familia del pintor', de Juan Bautista Martínez del Mazo

‘La familia del pintor’, de Juan Bautista Martínez del Mazo

Kunsthistorisches Museum, Viena

¿Por qué después de un pleito tan enconado Velázquez y Mazo mantuvieron una estrecha colaboración? ¿Velázquez quiso ocultar el pleito para evitar la deshonra y poder seguir trabajando en la Corte? «Si se hubiera conocido habría sido un escándalo. Velázquez pudo denunciarlo por estupro, al haber estado con una menor sin el consentimiento del padre, pero decide mandarla a Sevilla», explica Mario. «No sé hasta qué punto hubiera puesto en peligro su puesto en la Corte, pero hubiera sido una gran deshonra para la familia. Intenta ocultarlo por todos los medios. Tampoco sabemos las razones por las que Velázquez se opuso al matrimonio. Viendo la carrera de Velázquez, él quería que se le reconociera como noble, y al final consigue ser caballero de la Orden de Santiago, algo por lo que lucha toda su vida. Creo que él esperaba algo mejor para su hija. Obviamente, también son hipótesis nuestras, pero creo que tiene mucho sentido que quisiera ascender socialmente a través del matrimonio de su hija. Y un escándalo como este hubiera dificultado mucho las cosas», explica Manzano. «A Mazo le interesa para consolidarse en el taller de Velázquez», apunta Zamora.

Se sabe poco de la vida de Mazo y este documento arroja luz sobre él. «Siempre se ha dicho que era un pintor de Cuenca, pero otras fuentes nos hablan de Madrid, de las montañas de Burgos, que es la actual Cantabria… Se pensaba que la fecha de nacimiento era en torno a 1610 o 1612, pero tampoco teníamos una fecha exacta. Nunca pensé que iba a salir de ahí tanta información y tan jugosa», comenta Patricia. El documento menciona fecha y lugar de nacimiento de Mazo: Cuenca, 1605. Ya era pintor cuando se traslada a Madrid en 1625, posiblemente en el obrador de Pedro de las Cuevas, maestro de pintores como Juan Carreño de Miranda y Francisco de Burgos. Quizás fue él quien puso en contacto a Mazo con Velázquez. También aporta la confirmación del ingreso de Mazo al servicio de Velázquez en 1631, tras el regreso de su primer viaje a Italia. Lo acepta como su oficial. «Aún hay huecos sin rellenar», dice Mario. «Nos hubiera gustado seguir el tema en Sevilla, pues el proceso se trasladó hasta allí. Hubiéramos querido ir a los archivos sevillanos a investigar, pero no podíamos por motivos laborales y al final tuvimos que elegir la prioridad: sacar el tema cuanto antes», dice Patricia.

Visto lo visto, el Siglo de Oro no fue tan aburrido como lo pintan: Caravaggio huyó de Roma a Nápoles tras asesinar a un hombre, Velázquez tuvo un hijo ilegítimo en su segundo viaje a Italia… «Historias como esta nos dan la vida a los historiadores», dice Mario. A los periodistas también.