Si invierte en bolsa, es muy probable que acumule importantes ganancias este año. La mayoría de los grandes índices logra rentabilidades de doble dígito, mientras el mercado se pregunta hasta cuándo puede durar el rally sin que se produzca una corrección. Nadie lo sabe. La situación es, cuanto menos, atípica. Las fuertes subidas registradas hasta ahora -y también en los dos años anteriores- han encarecido las bolsas, que cotizan a múltiplos exigentes respecto a sus medias históricas, aunque esto no ahuyente al dinero. Tampoco cualquier noticia o dato negativo ha logrado afectar a los índices, que se han repuesto fácilmente hasta ahora. Pero, llegado este punto, en el que se alcanzan ganancias abultadas y hay cierta sensación de vértigo, el 64% de los profesionales consultados por elEconomista recomienda proteger parte de lo ganado. La jugada no es abandonar la renta variable, sino ajustar la exposición. A pesar de las elevadas valoraciones descartan, también, que estemos ante una burbuja.

En la gestión de carteras se suelen distinguir dos niveles de decisión: la parte estratégica y la táctica. Aunque suenen similares, cumplen funciones muy distintas. La primera, la estratégica, establece el plan a largo plazo, la ruta principal a seguir. Define la estructura base de la cartera según los objetivos y la tolerancia al riesgo del inversor. Es la que determina, por ejemplo, si hay que invertir un 60% o un 80% en bolsa, siempre con una visión de largo plazo. En una encuesta publicada la semana pasada, en la que se pidió a distintos expertos construir sus carteras ideales para los próximos diez años, la conclusión fue que un 80% del dinero hay que destinarlo a la renta variable. La parte táctica, en cambio, se utiliza para desviarse levemente de este plan, con el objetivo de esquivar baches y generar liquidez para aprovecharla en caso de corrección. Permite hacer ajustes moderados sin romper la estrategia original. Y es la parte que los analistas y gestores consultados por este periódico recomiendan utilizar ahora para reducir el riesgo.

«La parte táctica tiene un horizonte más corto y es más sensible a posibles correcciones y fases de consolidación. Por eso, lo razonable, tras las fuertes subidas, es mantener la parte estratégica y utilizar la táctica para reforzar la protección o rotar posiciones«, explican en Tressis. La propia bolsa española sube más de un 40% este año, pero es sólo un ejemplo de los avances de doble dígito que protagonizan la mayoría de índices en 2025 (ver gráfico).

En Santalucía AM comenzaron este proceso, el de reducir la sobreponderación a bolsa y elevar los niveles de liquidez, a finales de octubre. «Los motivos son múltiples«, dice Agustín Bircher, director de inversiones de esta gestora: «observamos cierta fragilidad en el mercado fundamentada en el incremento de las valoraciones soportada cada vez por un número menor de compañías, deterioro del mercado laboral y del sentimiento de los consumidores en Estados Unidos, así como un excesivo optimismo en relación con el número de bajadas del tipo oficial de la Reserva Federal«, argumenta. Esto último ya afectó al mercado el viernes, cuando los comentarios de algunos miembros de la Fed enfriaron las expectativas para la reunión de diciembre. Si bien el mercado daba por hecho otra bajada en esa cita, ahora la probabilidad se ha reducido al 50%.

«Sin ánimo de predecir, pensamos que nos movemos en un mercado con valoraciones altas (especialmente en Estados Unidos) que va a demandar un crecimiento alto y sostenido de los beneficios para seguir manteniendo estos niveles de valoración. Es cierto que la liquidez y el buen comportamiento de los beneficios son vientos de cola para los activos de riesgo, pero cualquier alteración (mayor inflación o menor crecimiento de beneficios) puede penalizar a un mercado que ya cotiza en múltiplos tan elevados», advierte también David Ardura, director financiero de la agencia de valores Finaccess Value.

En la última carta de Horos AM dirigida a sus partícipes se citaba un dato de JP Morgan AM significativo: a cierre de septiembre, el principal índice estadounidense (el S&P 500) cotizaba a casi 23 veces los beneficios estimados a doce meses vista, lo que supone el nivel más alto desde la burbuja de las puntocom. «Y de acuerdo con la misma entidad, estadísticamente, este nivel de valoración anticipa una rentabilidad anualizada nula o incluso negativa para la próxima década (y, en la mayoría de los casos, también para los próximos cinco años)», explicaba la gestora. «Otros indicadores más elaborados -que combinan múltiplos sobre beneficios, ventas o EBITDA, entre otros- sitúan las valoraciones actuales en máximos históricos, alcanzados únicamente en momentos tan extremos como el pico de 1929, previo al famoso crac y a la Gran Depresión que le siguió», añaden.

Después de la fuerte subida del mes de octubre, «no descartamos que se pueda producir algún recorte en el mercado, si bien, en el medio plazo somos positivos en renta variable dada la favorable evolución de los beneficios empresariales, el soporte de las bajadas de los tipos de interés, la solidez de la economía americana y la reducción de la incertidumbre por los aranceles», apuntan en Gescooperativo. En esta misma línea, Antonio González Sanz, responsable del área de gestión de activos de Renta 4, considera que «tiene sentido reducir ligeramente la exposición a renta variable para equilibrar el binomio rentabilidad/riesgo, preservando capacidad de maniobra para volver a incrementar riesgo si se corrigen las valoraciones», apunta.

Cómo bajar la exposición a bolsa

Para llevar esta recomendación a la práctica habría que traspasar una parte de lo invertido en bolsa, la parte táctica, a otro tipo de producto, como puede ser un fondo monetario (la opción más conservadora de todas), a un fondos de renta fija, o incluso hacia el oro, por citar algunos ejemplos.

«Salvo que se espere un riesgo muy elevado a corto plazo, que no es nuestro caso, no optaríamos por liquidez o fondos monetarios. Preferimos destinar esa parte táctica a renta fija de calidad, que puede ofrecer cobertura ante caídas de la renta variable, o a activos como el oro, que aportan diversificación y pueden actuar como refugio en momentos de tensión. Otra opción es rotar hacia sectores o industrias que han quedado rezagados, fuera del foco del mercado, y cuyas valoraciones resultan ahora más atractivas», valoran en Tressis.

Las opciones más repetidas entre los expertos son precisamente estas: fondos de renta fija, oro o sectores que no están de moda. «Las alternativas las encontramos en la renta fija corporativa con grado de inversión, con duraciones relativamente bajas e incluso dentro de la propia renta variable, en esas acciones y sectores que han estado más olvidados y que todavía cotizan a múltiplos atractivos.», coincide en señalar David Ardura, de Finaccess Value.

¿Hay una burbuja en mercado?

La euforia que se respira en el mercado, a pesar de las altas valoraciones, ha generado el debate sobre si estamos o no ante una burbuja alimentada por las compañías de Inteligencia Artificial, protagonistas del rally en Estados Unidos. Para el 91% de los expertos consultados, se trata, más bien, de un simple exceso. «Las burbujas se producen cuando existe una desconexión estructural entre la evolución del precio de los activos de riesgo y sus fundamentales; y, en líneas generales con algunas excepciones, no es el caso de lo que está ocurriendo en los últimos años», valoran en Unicaja AM.

«La fuerte revalorización de las bolsas y del crédito ha estado acompañada por un importante crecimiento de los beneficios y una reducción del apalancamiento financiero, lo que ha posibilitado que la subida no haya estado acompañada de una expansión de múltiplos irracional, como si ocurriera en otros momentos, como la última parte de los años 90 previa al estallido de la burbuja puntocom. Esto no quiere decir que no existan ciertas ineficiencias y sectores sobrevalorados, que anticipen la posibilidad de una corrección que devuelva las valoraciones a zonas más en línea con media histórica y con el complejo entorno geoestratégico en el que nos encontramos», detallan en esta gestora.

En la misma línea, Víctor Peiró, director general de análisis de GVC Gaesco indica que «las bolsas que están por encima en medias históricas es porque su composición ha cambiado, no porque estén sobrevaloradas. La burbuja solo podría estar en las empresas puras de IA, pero dependerá de si se venden sus productos o no».

Desde Andbank recuerdan que las burbujas «lamentablemente se ven a posteriori», pero que «no hay elementos compartidos con otras previas (por ejemplo, los beneficios acompañan), aunque sí múltiplos elevados a los que no estamos acostumbrados salvo en momentos de caída de beneficios que, claramente, no ocurre ahora», exponen.

Más negativo se muestra Xavier Brun, director de renta variable de Trea AM, quien considera que sí estamos ante una burbuja con el matiz de que va por barrios: «Vemos más una situación como la del 2000 en la que hubo exceso de inversión en un sector muy concreto, cuya burbuja se circunscribió a ese sector. Que no como 2008 en la que exceso de endeudamiento implicó una reducción del consumo y, como consecuencia, impacto en casi todos los sectores». Brun aporta un dato muy ilustrativo: las 4 grandes empresas (Meta, Microsoft, Alphabet y Amazon) invertirán unos 2 billones españoles de dólares en los próximos 4 años en inteligencia artificial. Para mantener el mismo retorno a la inversión como han hecho hasta ahora, necesitarían obtener un beneficio de unos 650.000 millones de dólares. Esto equivale al beneficio de 5 Microsoft u 8 Meta. O, dicho de otra forma, cada habitante de la tierra debería gastar unos 210 dólares al año para lograr ese resultado. Con esto, estamos convencidos que habrá un momento en que el mercado empezará a pedir ventas y retornos a esa inversión. Por ahora, de los 1,7 billones de dólares que se necesitan en ventas para lograr ese beneficio de 650.000 millones, tan solo hay 12.500 millones, un 1%».

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