Juan Muñoz (1953-2001), el ladrón irreverente de la Historia del arte, vuelve al Museo del Prado como estrella invitada. El escultor madrileño siempre se inspiró en artistas de otras épocas, con especial predilección por el Renacimiento y el Barroco.

«Puedo tomar de los artistas anteriores lo que quiera y lo que necesite…No tengo ningún problema en reconocer que la Dama de Baza es tan importante para mi obra como un tubo de neón: de la historia del arte robo todo lo que puedo», Juan Muñoz

La exposición Juan Muñoz. Historias de arte puede verse en las salas C y D del Edificio de los Jerónimos del 18 de noviembre al 8 de marzo, pero las esculturas también saludan a los visitantes que se acercan a la Puerta de Goya o van de camino a la Puerta de los Jerónimos. En este espacio se han dispuesto Trece riéndose unos de otros, un conjunto escultórico concebido para la capital cultural de Oporto en 2001, que no pudo ver instalado al fallecer días antes de su inauguración.

Uno de los grupos de esculturas de Juan Muñoz. EFE/ Sergio Perez

El comisario de la exposición, Vicente Todolí, ha explicado que, en un principio, el encargo de la ciudad portuguesa era de 12 figuras, pero que Muñoz jugando con el elemento tradicional del comitente, la persona que encargaba el cuadro aparecía retratada, decidió incluir un decimotercer personaje.

El hombre número 13 era Armando, su chófer habitual durante muchos años, originario de una localidad cercana a Oporto, al que le dijo: «Voy a añadir una figura para que vengan los de tu pueblo a verte», según relata Todolí.

«La exposición es un paseo«, apunta su comisario que va del exterior hasta la sala más emblemática del Prado, la número XII, en la que Las meninas de Diego Velázquez comparten el espacio con una nueva vecina: Sara con mesa de billar.

‘Sara con mesa de billar’ se enfrenta a ‘Las meninas’. EFE/ Sergio Perez

Muñoz reflexiona sobre el acto de mirar y ser mirado, comparte con el genio sevillano la ternura por las personas con enanismo que son representadas con dignidad. Al instalar esta obra delante del cuadro más famoso del Museo, los personajes de Velázquez observan a Sara, pero ella de puntillas no participa en el juego, se inclina sobre una mesa de billar que es una caja de luz que muestra imágenes de sí misma.

«La pregunta que ‘Las meninas’ plantea a todo el mundo es siempre la misma: ¿hacia dónde miras? En este mundo es muy difícil [ejercer] el acto de discernir lo realmente importante […] siempre me interesó el hecho de que en el acto de mirar distorsionas lo que estás mirando, y te vuelves consciente de que no existe tal cosa como algo fuera de ti mismo», Juan Muñoz.

‘George con líneas paralelas’ de Juan Muñoz. ©Museo Nacional del Prado /Luis Asín

«Utilicé la figura de George porque para mí era la imagen de esa idea de otredad…La forma en que te relacionas con alguien así cuando te cruzas con él por la calle es igualmente fascinante…Es esa sensación de que son diferentes a ti, por razones estrictamente biológicas, pero de alguna manera hay una extrañeza o una distancia entre tú y ellos que crea una incomodidad en la persona que mira, y eso es lo que me interesaba», Juan Muñoz

Escalera goyesca

El escultor valora la teatralidad, el ilusionismo y la arquitectura como recursos expresivos. Explorar el territorio resbaladizo entre el humor y la violencia le acerca a Francisco de Goya. Su obra juega con la percepción del espectador y la relación entre quietud y movimiento. Precisamente en la escalera de Murillo, muy cerca de los lienzos del genio aragonés se han dispuesto dos esculturas colgantes, cuyo título remite a Degas, pero cuya iconografía bebe de los grabados de Goya.

Esculturas de Juan Muñoz en la escalera de Murillo. RTVE.es

Las dos obras: Después de Degas (amarillo) y Figura suspendida por un pie juegan con la ambivalencia entre la acrobacia circense y los gestos de dolor de la serie de los Desastres de la guerra de Goya. La acción se sitúa por encima de nuestras cabezas y nos obliga a mirar hacia lo alto como lo haríamos en un interior monumental del Barroco.

«La vista desde abajo desempeña un papel importante. Estos edificios se construyeron para provocar una sensación de dirección centrífuga, para crear una cierta desorientación, incluso mareo, al mirar desde el suelo hacia el techo», Juan Muñoz.

Muñoz pasó un año en Italia con su familia, durante su estancia en Roma, absorbió las influencias de Borromini, Bernini y Piranesi, que confluyeron en su obra con su formación inacabada de arquitecto.

Balcones

En una de sus obras más directamente ligadas a la arquitectura barroca, con elementos que recuerdan a la capilla Cornaro de Bernini en Roma, Muñoz articula un espacio visualmente complejo, que gravita entre el suelo óptico y las figuras reunidas en los dos balcones que presiden el centro de la sala.

‘Sin título (Balcones y suelo óptico)’, 1992, Juan Muñoz. ©Museo Nacional del Prado /Luis Asín

Sín título (Balcones y suelo óptico) recrea dos grupos de personajes de trapo que nos llevan a un contexto teatral y a la ambigua situación de observar y ser observados. Un motivo recurrente desde el inicio de la carrera del escultor.

«El comienzo de todo parece ser la metáfora del balcón. Creo que ya está implícito en esa imagen, la condición de mirar lo que te mira a ti», Juan Muñoz.

Otro guiño a Las meninas es la obra Cinco figuras sentadas, 1996, en la que el espejo compite con la atención del espectador.

‘Cinco figuras sentadas’, 1996, Juan Muñoz. ©Museo Nacional del Prado /Luis Asín

Los personajes sentados cierran un círculo en el que irrumpe el visitante, pero el espejo desplaza el foco de atención hacia otro lugar e incluso hacia otro tiempo. Un dispositivo visual que remite a la visión de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria en la obra maestra de Velázquez.

Conferencias sobre escultura

En febrero, la exposición se completa con el ciclo de conferencias La escultura en el espacio. Aunque las rupturas de fronteras entre disciplinas y las migraciones de unas artes a otras se perciban como un fenómeno contemporáneo, responden a un impulso de síntesis de largo aliento.

El espacio como sustrato compartido de la escultura y la arquitectura es el hilo conductor del ciclo de conferencias con motivo de la retrospectiva dedicada a Juan Muñoz, escultor especialmente concernido por el contexto escénico y los emplazamientos.

El 4 de febrero la primera conferencia aborda la utopía de síntesis a través de la noción de obra de arte total. Otra se aproxima a las implicaciones culturales de la mirada en el espacio, la tercera charla aborda las analogías artísticas a través del concepto de cuerpos en movimiento, y, tras investigar las artes en cuanto narraciones espaciales, la última conferencia examina el papel social y simbólico de la escultura en las ciudades contemporáneas.