Hace décadas que el dengue azota a la población cubana y, aunque este año coexiste con el chikungunya y el oropouche, todo apunta a que el mosquito Aedes aegypti está lejos de desaparecer.

El periodista oficialista Ricardo R. González entrevistó al especialista Wilfredo Castañeda López, quien explicó las razones por las que la enfermedad continúa propagándose por el país.

El jefe del Departamento de Vigilancia Entomológica del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Villa Clara, aseguró que el dengue se mantiene como una enfermedad endémica en Cuba debido a la alta capacidad de adaptación del mosquito y a la falta de control efectivo de los criaderos.

El experto reveló un dato inquietante: el mosquito puede nacer ya infectado con el virus, un fenómeno conocido como transmisión vertical.

“El mosquito transmite el virus a su descendencia. De una hembra infestada pasan los huevos y las larvas hasta el estado adulto, lo que hace que existan insectos capaces de contagiar sin haber picado a ningún humano enfermo”, explicó.

Castañeda detalló además que los huevos del Aedes aegypti no se depositan directamente en el agua, sino en la línea de flotación de los tanques o recipientes, donde pueden resistir la desecación durante más de un año.

Cuando el agua vuelve a llenar esos depósitos, las larvas eclosionan y el ciclo de transmisión se reinicia.

Según el especialista, Villa Clara se encuentra entre las provincias más afectadas de Cuba, con más de 1,300 focos detectados recientemente.

El 43% de ellos se concentran en la capital provincial, seguida por Manicaragua, Placetas, Encrucijada y Sagua la Grande.

Las causas del incremento son múltiples. Entre ellas, Castañeda señaló la falta de personal en las brigadas de control vectorial, que apenas cuentan con el 49% de su plantilla; la escasez de combustible para realizar fumigaciones; la baja percepción de riesgo en la población; y la acumulación de basura y agua en depósitos sin tapar, convertidos en criaderos del mosquito.

El especialista advirtió que la fumigación, aunque necesaria, no puede ser intensiva por limitaciones de recursos, y alertó sobre la resistencia genética que el mosquito desarrolla ante el uso repetido de los mismos plaguicidas, lo que reduce su efectividad.

A pesar de las campañas y la propaganda estatal, el experto reconoció que solo se inspecciona entre 40% y 50% del universo urbano, por lo que el control real del vector está lejos de alcanzarse.

“El dengue mata, y lo hace con ayuda de la negligencia humana”, sentenció.

Las cifras oficiales del Ministerio de Salud Pública confirman la magnitud del problema: Cuba reporta una tasa de 20,66 casos sospechosos de dengue por cada cien mil habitantes, mientras el chikungunya y el oropouche también circulan en varias provincias.

En América Latina, la Organización Panamericana de la Salud contabilizó casi cuatro millones de casos de dengue y más de siete mil muertes solo en 2025, con Brasil, Perú y Bolivia como los países más afectados.

Castañeda insistió en la necesidad de reforzar el autofocal en los hogares y no automedicarse ante síntomas febriles.

El paracetamol, el reposo y la hidratación siguen siendo las medidas básicas recomendadas para evitar complicaciones graves.

En medio del repunte de enfermedades transmitidas por mosquitos, el régimen cubano reconoció recientemente el descontrol de las arbovirosis en el país, donde el dengue, el chikungunya y el oropouche continúan afectando a miles de personas.

Las autoridades sanitarias admitieron que los niveles de infestación del Aedes aegypti están fuera de control y que las campañas de fumigación no logran contener la propagación del virus.

Frente a esta situación, profesionales de la salud han denunciado la gravedad del panorama y la falta de recursos básicos en los hospitales.

Algunos médicos han llegado a pedir la intervención de organismos internacionales para enfrentar una crisis sanitaria que se agrava por la escasez de medicamentos, la ausencia de equipos de diagnóstico y la limitada capacidad de respuesta de las instituciones públicas.

Ante la presión y las críticas, el gobierno anunció la producción de repelentes naturales como parte de un plan emergente para reducir los contagios.

Sin embargo, esta medida fue vista por especialistas como una respuesta tardía y poco efectiva frente a un problema estructural que exige soluciones sostenibles, inversión en saneamiento y un sistema de vigilancia más eficiente.