El 95% de los proyectos piloto de inteligencia artificial generativa realizados en los últimos años no han generado retorno de la inversión a pesar de los desembolsos multimillonarios que los hiperescaladores -así se les conoce a los proveedores de servicios en la nube de la talla de Amazon, Microsoft o Alphabet- han tenido que hacer en los últimos años. Es la conclusión de uno de los últimos estudios del del Massachusetts Institute of Technology (MIT) que pone de manifiesto uno de los grandes problemas de la big tech en este momento: la sostenibilidad de las inversiones en los negocios que, dicen, serán el futuro.

¿Cómo se financia este esquema de gasto titánico? En muchas ocasiones, a cargo de deuda. La demanda de IA de las grandes tecnológicas se está financiando a cargo del pasivo de estas compañías. JP Morgan estima que la deuda asociada a IA asciende a 1,2 billones de dólares, es el segmento más grande del mercado en grado de inversión. Varias compañías, en las últimas semanas, han ejecutado ventas de bonos históricamente grandes para financiar sus planes estratégicos. A finales de octubre, por poner un ejemplo, Meta cerró una emisión de 30.000 millones de dólares en bonos, lo que hizo de ella la mayor emisión corporativa del año en EEUU no relacionada con fusiones y adquisiciones. A nivel global, entre 2016 y 2026, las grandes tecnológicas utilizarán más de 280.000 millones de dólares de su caja neta para financiar su expansión, teniendo en cuenta únicamente las compañías que la reducirán, entre ellas, Apple, Microsoft, Alphabet, Meta, Broadcom y Oracle.

Un mes antes, en septiembre, Oracle había colocado otros 18.000 millones para financiar la construcción de infraestructura para entregar a los modelos de IA generativa, como el centro de datos Stargate de OpenAI. La deuda a largo plazo de la compañía asciende, hoy por hoy, a unos 96.000 millones de dólares, según las cuentas de la propia empresa. Además, a principios de noviembre, Alphabet, la matriz de Google, emitió otros 25.000 millones de dólares más, aumentando su deuda neta en un solo día en casi un 70%. Ayer mismo, Amazon solicitó a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) una emisión de bonos, la primera en su historia, en seis tramos esperando recaudar hasta 12.000 millones de dólares.

Esta avalancha de papel ha provocado que el diferencial, esto es, la prima de rendimiento que exige el inversor a estas empresas en comparación con los bonos del Tesoro de EEUU, haya subido desde los 50 hasta los 78 puntos básicos en apenas seis semanas, es el nivel más alto desde que los planes arancelarios de Donald Trump provocaron el terremoto de abril en las bolsas tras el Día de la Liberación. Por poner el dato en contexto, antes de esta oleada de nueva deuda de IA, los diferenciales de estos bonos habían ido ajustándose desde enero, tocando su nivel más estrecho en 15 años. A pesar de los sólidos fundamentales que las acompañan, Alphabet y Meta tuvieron que pagar por sus emisiones hasta 15 puntos básicos más con respecto de la deuda ya emitida. Una postura que refleja actitud cautelosa de un mercado que espera que llegue un cantidad grande de pasivo no solo en 2025, sino también en 2026 y 2027.

En cualquier caso, esta carrera que está transformando los balances de estas grandes tecnológicas. Históricamente, estos titanes operaban como activos ligeros, financiando sus inversiones con flujos de caja libre. Sin embargo, la maratón por construir infraestructura de IA -esto son, centros de datos, servidores y semiconductores, entre otros- exige un capital que muchas no tienen, lo que las están empujando a utilizar estratégicamente el apalancamiento, a pesar de sus vastas reservas de efectivo.

Nvidia es el caso de éxito más claro. Actúa como el principal proveedor de la fiebre del oro de la IA. Su posición de caja neta, de hecho, ha crecido exponencialmente, pasando de 3.331 millones de dólares en 2016 a una previsión de casi 68.000 millones en 2026, según FactSet. Esto es un incremento de la caja neta del 1.935% en diez años. De cara a 2026, será la compañía con más caja de entre las grandes tecnológicas en un cambio de paradigma que ha transformado el modelo de negocio de la compañía pasando de ser principalmente un proveedor de tarjetas gráficas (GPU) para el mercado de videojuegos a convertirse en el pilar central y dominante de la infraestructura de IA.

El marcado contraste se encuentra en Oracle, que ejemplifica a la perfección el caso de una empresa de éxito que se está endeudando para no quedarse atrás en lo que viene. De una cómoda posición de caja neta en 2016 de 11.295 millones de dólares, ahora los analistas proyectan una deuda de unos 81.990 millones a cierre del próximo ejercicio. La agresiva estrategia de adquisición de deuda sitúa la ratio deuda neta sobre capitalización por encima del 11%, en máximos de entre las principales tecnológicas de EEUU.

Así, a medida que las empresas realizan las mayores inversiones de capital de su historia reciente en centros de datos, están viendo una erosión cada vez mayor, aunque desigual, en las reservas de efectivo. Meta, a pesar de capitalizar más de 1 billón de dólares ha visto cómo en los últimos diez años ha reducido su caja en un 85%. Cae desde los 27.751 millones hasta los poco menos de los 4.000 millones esperados a cierre de 2026. Disminución que es una consecuencia directa de las grandes emisiones de bonos empleadas para financiar infraestructura, obligándola a pagar una prima de emisión para acceder al mercado. Apple es un caso también significativo. En términos de magnitud, casi ha visto desaparecer la caja en una década pasando de más de 142.000 millones disponibles en 2016 a apenas 4.900 millones a cierre del ejercicio.

No todos son malos ejemplos, Amazon es una de las excepciones notables entre los hiperescaladores, con una previsión del aumento del 92% en su caja neta entre 2016 y lo esperado de cara a cierre de 2026. Y esto a pesar de su masiva inversión en la nube de AWS. Alphabet y Microsoft tampoco están mal del todo. Si bien la evolución de diez años muestra una disminución del 26% y 2% en su caja neta, respectivamente. Microsoft, por ejemplo, verá reducirse su caja neta en apenas 1.000 millones de dólares respecto de los 56.462 millones de 2016.

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