Nadie tiene dudas de la revolución que generó Ferran Adriá (63 años) en sus inicios en el mundo gastronómico. El chef catalán cuenta en su haber con tres estrellas Michelin. Sin embargo, su actual vida nada tiene que ver con el lujo que podríamos pensar de una persona como él. Ferran ha acudido a una entrevista en el pódcast de Uri Sabat, donde se ha sincerado sobre algunos aspectos de su vida más íntima, como el hecho de no disponer de ingresos regulares.
El creador del mítico restaurante El Bulli ha dejado una huella en forma de legado. Dejando a un lado todos los detalles innovadores que supusieron una nueva forma de realizar diferentes platos, el catalán ha podido cumplir su sueño de retirarse a los 50 años. El camino no ha sido fácil, como él mismo ha reconocido. Pero finalmente, lo ha logrado y se ha mostrado totalmente orgulloso de las horas de dedicación que ha llevado a cabo para cumplir sus metas.
Su actual vida sin lujos
La mayor parte de sus ingresos económicos proceden del enorme trabajo y sacrificio que realizó en su momento con su restaurante. Con el paso de los años, su local en Cala Montjoi cerró sus puertas tras 25 años siendo un auténtico referente mundial. Con posterioridad pasó a denominarse ‘elBulliFoundation’, la cual se dedica a la investigación e innovación gastronómica, como él bien sabe.

El chef ha reconocido que no dispone de un sueldo fijo tras haber cerrado su mítico restaurante El Bulli.
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En esta nueva entrevista que ha concedido, el chef no ha dudado en hablar de su situación económica. “No tengo sueldo, no tengo coche y compro ropa cada tres años”, ha explicado. No obstante, ha ahondado más en estos detalles de su actual vida. “Me cuido mucho y me gustan mucho los restaurantes, no tengo coche y mi mujer me obliga a comprar ropa cada dos o tres años”, ha contado el chef.


Adriá ha dejado claro que haber sido uno de los cocineros más reconocidos del planeta no lleva intrínseco el hecho de tener una vida de lujo. De hecho, se ha considerado “una persona normal” en esta entrevista. Por ello, ha contado que compagina su vida sencilla con la posibilidad de transmitir los conocimientos a las nuevas generaciones a través de la fundación que ha creado con este propósito.
Sus duros inicios
Antes de llegar a convertirse en el reconocido chef, ha tenido que pasar por diferentes etapas. Su procedencia de una familia humilde provocó que empezase a trabajar como friegaplatos como forma de vida. “Empecé siendo friegaplatos, me quedé chef de El Bulli con 22 años”, ha explicado. Por ello, significó un cambio muy importante en su vida, conseguido a base de dedicación y esfuerzo.

Antes de triunfar como cocinero, el catalán trabajó como friegaplatos en un restaurante.
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Adriá ha revelado incluso lo duros que fueron sus inicios para poder lograr su objetivo. “Trabajé como un cabrón durante 25 años con mi socio, 16 horas cada día y 330 días al año”, ha confesado. De esta manera, tantas horas han tenido su recompensa. Esta no es otra que la de poder retirarse a los 50 años. “Yo no conozco a nadie que haya llegado lejos trabajando y sin dedicarle muchas horas”, ha expresado sobre este esfuerzo.


En el año 2011 tomó una decisión trascendental en su carrera. Cerró su mítico local cuando había conseguido ser nombrado el mejor restaurante del mundo hasta en cinco ocasiones. Un hito al alcance de muy pocos. Se trató de una auténtica sorpresa a nivel internacional, ya que el reconocimiento que había cosechado parecía ser más duradero. Pero el chef tuvo claro su objetivo.

Adriá trabajó muy duro en sus inicios para poder cumplir su objetivo de retirarse a los 50 años.
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Ferran no quiso retirarse por completo de la vida gastronómica. Toda la creatividad e innovación culinaria fruto de este esfuerzo durante años la ha plasmado con el trabajo de esta fundación. Por ello, se trata de un laboratorio para nuevos chefs o aspirantes a cocineros que sean capaces de transformar la cocina tal y como se conoce. Básicamente, lo que él mismo llevó a cabo hace algunos años y que tanto éxito le ha proporcionado a nivel mundial.