El maillot todavía era amarillo, ya habían pasado 8 años desde que se volviera momentáneamente al naranja. Estaba muy lejos el oro, muy ligado a nuestro Roberto Heras, y muchos más el actual rojo.
Con ese amarillo lucía un joven Pedro Delgado, delante de un fondo también amarillo y con la publicidad de Caja Postal de Ahorros. Sonrisa inmensa por la primera gran vuelta bajo una tradicional gorra de ciclista con visera que lucía la marca Orbea, el equipo neoprofesional que se había hecho con los servicios de ‘Perico’ tras su paso por Reynolds.
Era 12 de mayo de 1985 y Delgado celebraba feliz sobre el pódium de la plaza de España en Salamanca, una Vuelta recordada en el imaginario español por una penúltima etapa que comparte épica, sorpresa y sospechas a partes iguales.
De Valladolid a Salamanca
Salamanca pasaría a ser ese día una de las últimas ciudades diferente a Madrid donde acabaría la ronda española, junto a Jerez de la Frontera y Santiago de Compostela -La próxima edición de La Vuelta terminará en Canarias, aunque no está confirmado el recorrido oficial-.
En esta última etapa se pudo ver por las calles de Salamanca a Pedro Delgado enfundado en el maillot amarillo y relevando en cabeza de carrera junto a sus compañeros por la avenida de Portugal, minutos antes de finalizar la etapa al esprint en lo alto de la Gran Vía, victoria que sería para el ciclista soviético, Vladimir Malakov.

Pedro Delgado de amarillo por la avenida de Portugal de Salamanca
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RTVE
Sin embargo, solo un día antes ‘Perico’ estaba muy lejos de ese sueño del amarillo: tras enfundárselo en un primer momento en Los Lagos de Covadonga, desfalleció en la etapa siguiente y fue perdiendo más tiempo a lo largo de la carrera.
Era una Vuelta con protagonista muy castellano y leonés: la salida fue en Valladolid, la etapa final en Salamanca y la que lo cambió todo en Segovia, territorio Perico.
Una crono individual en Alcalá de Henares dejaba la suerte del vencedor de la Vuelta a la penúltima etapa por la Sierra de Guadarrama. Las provincias de Segovia y Madrid serían testigos de una última batalla para desbancar al escocés Robert Millar (Peugeot), que tenía en Pacho Rodríguez (KELME), con solo 10 segundos de diferencia, y en Peio Ruiz Cabestany (Orbea), a sus dos principales amenazas.
Perico, compañero de equipo de Cabestany, no aparecía ni entre los primeros de la general y en las quinielas nadie podía presagiar lo que sucedió a partir de Navacerrada en una etapa gobernada por el frío, la lluvia y la niebla.
Un pinchazo, un ataque al líder, un paso a nivel y una fuga bajo la lluvia
La etapa Alcalá de Henares-Palazuelos de Eresma (Destilerías DYC) contaba con casi 206 kilómetros y en su perfil los altos de Morcuera, Cotos y Los Leones, pero este último a casi 50 kilómetros de meta, una distancia que, sobre el papel, no parecía ser una amenaza para un sólido líder arropado por su equipo.
Esa solidez la demostraba Millar -ahora conocida como la periodista Philippa York tras su cambio de género- en el primer alto de montaña. Las fuerzas estaban muy igualadas entre los tres contendientes, pero un actor inesperado apareció en Cotos.
Subiendo este puerto de montaña comenzaron los problemas para Robert Millar. Un pinchazo en la rueda delantera le hizo retrasarse del grupo de favoritos, que no dudaron en aprovechar la coyuntura para atacarle.
Sin embargo, el estado de forma de Millar era obvio y a falta de un kilómetro para coronar logró no solo alcanzar al grupo, sino dar caza a Pacho y Peio que rodaban algunos metros por delante.
Lo que parece que no sabía –o no quiso dar importancia porque estaba a más de seis minutos en la general- por aquel entonces el líder, es que por delante ya había saltado Pedro Delgado. Eran las carreteras que le vieron crecer como ciclista y por las que se seguía entrenando.
Se sabía los puertos al dedillo y por eso en la bajada a Navacerrada no tardó en dar caza a Pepe Recio (Kelme), que llevaba media etapa escapado en solitario.

Pepe Recio y Pedro Delgado
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Pedro Delgado
El dúo rápidamente se puso de acuerdo y la diferencia con el grupo del líder comenzó a crecer. De los dos minutos que tenía en Cotos a los cinco minutos ya en el Alto de los Leones, momento en el que Roland, director del equipo del líder, avisó a Millar de que la Vuelta estaba en peligro.
La mala suerte se cebó con el líder y con su equipo, puesto que dos compañeros que estaban a punto de cazar para tirar del grupo de los favoritos se vieron cortados por un paso a nivel.
El líder en persona tuvo que ponerse al frente de ese grupo para salvar su maillot, pero entre los ataques del resto de favoritos y la nula colaboración de cualquier otro ciclista, acabó dejándose en la meta de la destilería 6 minutos y 50 segundos.
Con 25 años Pedro Delgado solo tendría que pasear su triunfo al día siguiente por las calles de Salamanca y certificar, así, su primera gran vuelta como profesional.
En la plaza de España de aquel mayo del 85, 40 años atrás, la sociedad salmantina se volcó para vitorear al que comenzaba a ser un ídolo de masas.