La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) suele comenzar de forma silenciosa, con síntomas que muchos pacientes atribuyen al envejecimiento, al sedentarismo o al tabaquismo habitual. Entre las manifestaciones más características destacan la disnea o dificultad para respirar, la tos crónica y la presencia de flemas, como explica la Asociación Española de Pacientes y Cuidadores de EPOC. En algunos casos aparecen también sibilancias, un sonido silbante al exhalar que delata la obstrucción de las vías respiratorias.

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A medida que la enfermedad avanza, los síntomas se intensifican y comienzan a afectar actividades cotidianas. Inicialmente, la falta de aire aparece al realizar esfuerzos importantes, como correr o subir escaleras. Sin embargo, con el tiempo también se manifiesta durante tareas más ligeras, como caminar distancias cortas, hacer la compra o incluso vestirse. Esta progresión limita la autonomía y condiciona la vida social y emocional del paciente.

La evolución de la EPOC no siempre es lineal. Muchos pacientes sufren episodios puntuales de empeoramiento llamados exacerbaciones, que pueden durar varios días y requieren medicación adicional e incluso hospitalización. Estas crisis suelen desencadenarse por infecciones respiratorias o por la exposición a sustancias irritantes. Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), cada exacerbación acelera el deterioro pulmonar y aumenta el riesgo de mortalidad.

Las personas afectadas por EPOC tienen más riesgo de padecer cardiopatías, osteoporosis, diabetes, anemia, depresión, ansiedad o cáncer de pulmón

Además de los síntomas respiratorios, la EPOC se asocia a comorbilidades frecuentes y graves. Las personas afectadas tienen más riesgo de padecer cardiopatías, osteoporosis, diabetes, anemia, depresión, ansiedad o cáncer de pulmón. Algunos estudios señalan que el riesgo de infarto o insuficiencia cardíaca puede multiplicarse hasta por ocho en estos pacientes.

La pérdida de peso, la fatiga y la anorexia también son habituales en fases avanzadas de la enfermedad. Estos síntomas no solo reflejan la debilidad pulmonar, sino el esfuerzo energético constante que implica respirar cuando la función pulmonar está tan comprometida. Desde la Asociación de Pacientes con EPOC (APEPOC) subrayan la importancia de abordar estos aspectos de forma multidisciplinar, combinando fisioterapia respiratoria, nutrición y apoyo emocional.

Además, ante tos persistente, falta de aire o historial de tabaquismo, es recomendable acudir a una consulta para realizar una espirometría y descartar la enfermedad. Identificar la EPOC en sus etapas iniciales permite iniciar tratamientos que evitan crisis, ralentizan el deterioro y mejoran significativamente la calidad de vida de los pacientes.

*Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.