«Hay lugares que marcan en la infancia y Villaviciosa forjó su arte y su persona, siempre estuvo con él«. El acuarelista maliayo Antonio Roble … habló así de su íntimo amigo Luis Fernando Aguirre, pintor e ilustrador fallecido en 2021, cuya carrera estuvo fuertemente influenciada por sus «raíces» asturianas. Este domingo, en una ceremonia en la que estuvieron presentes tres de sus hijos y el alcalde Alejandro Vega, se descubrió una placa con su nombre, en el número 11 de la calle del Agua, el hogar que le vio nacer en 1935 y donde pasó su infancia hasta los diez años, cuando se mudó a Madrid.
Roble fue quien impulsó la iniciativa para que se hiciera este homenaje y envió su propuesta al Ayuntamiento hace dos años, tras una exposición de las obras de Aguirre. «Sus hijos donaron un gran cuadro al Consistorio, otro a la Fundación José Cardín y uno más al Ateneo Obrero, fue entonces cuando lo pensé: Aguirre era un hijo de Villaviciosa y había que reconocerle», explicó el artista.
Tras aprobarse en Pleno por unanimidad, fue él quien presentó el acto antes de descubrir la placa, hablando un poco de cómo Aguirre se «emocionaba cada vez que hablábamos de su concejo por teléfono, de sus rincones, personas y demás, no solo era su lugar de nacimiento, lo era todo».
Tono crítico
De vocación autodidacta, abandonó la carrera de Derecho para dedicarse a su pasión, la pintura.
A lo largo de su carrera como artista, colaboró con figuras como Luis Gordillo y Eduardo Úrculo, participando en exposiciones colectivas en el extranjero. Mantuvo siempre en su obra un tono crítico y, durante casi treinta años, trabajó en El País como ilustrador.
Expuso de manera constante tanto en Villaviciosa como en el resto de Asturias entre los años setenta y ochenta. Su obra ha sido reconocida por su capacidad para contar historias, evocando recuerdos e inquietud, y sus hijos volverán a exponer sus cuadros en una muestra en la capital.