- Hace una foto del espacio profundo y lo que se encuentra es “un xenomorfo alienígena”
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Una imagen solar que muchos espectadores han confundido con un montaje digital se ha convertido en una de las capturas más singulares del año. La obra titulada The Fall of Icarus (en español, La caída de Ícaro), firmada por el astrofotógrafo Andrew McCarthy y el paracaidista Gabriel C. Brown, muestra la silueta de un deportista descendiendo frente al Sol sin intervención de inteligencia artificial ni técnicas de retoque.
El resultado fue posible gracias a un telescopio equipado con un filtro de hidrógeno-alfa, que permite registrar la actividad de la cromosfera mediante una longitud de onda muy concreta. De este modo se hicieron visibles estructuras solares como filamentos y manchas activas, que actúan como fondo dramático para la figura del saltador. La planificación del encuadre comenzó meses antes, cuando McCarthy y Brown plantearon la posibilidad de unir un salto en caída y una observación solar de alta precisión.
Para ejecutar el proyecto se recurrió a un paramotor pilotado por Jim Hamberlin, cuya misión era situar al paracaidista en el punto exacto desde el que se produciría el tránsito visual. El equipo se desplazó al desierto de Arizona con el fin de aprovechar un ángulo de luz que facilitara la observación. Durante aquella mañana, McCarthy mantuvo comunicación constante con el deportista y el piloto para ajustar la posición y el desplazamiento de la aeronave.
Los preparativos y el resultado
La sincronización era fundamental, ya que el paracaidista debía atravesar el campo visual del telescopio en un momento preciso. McCarthy siguió el recorrido del paramotor y, cuando la alineación fue correcta, dio la orden de saltar. Brown descendió desde algo más de mil metros con el motor al ralentí, lo que permitió una trayectoria suave y totalmente limpia frente al disco solar.
A pesar de la meticulosa preparación, la fotografía definitiva llegó tras varios intentos fallidos. Fallos de alineación y pequeños contratiempos obligaron al equipo a repetir la operación hasta seis veces, ya que cada salto requería tiempo para reorganizar el paracaídas y recalcular el encuadre. La sexta prueba coincidió con una distribución solar especialmente interesante, en la que destacaban varias manchas solares que aportaban profundidad visual a la composición.
La escena sorprendió a miles de usuarios debido a la claridad con la que se aprecia la silueta humana sobre un fondo tan hostil como la superficie del Sol. Aunque existen fotografías de satélites o vehículos espaciales cruzando ante el disco solar, la presencia de una persona es totalmente inusual y sitúa este trabajo como un precedente dentro de la astrofotografía. El filtro de hidrógeno-alfa, clave en el resultado, bloqueó la mayor parte de la luz y permitió registrar únicamente la radiación generada por el hidrógeno caliente.