Uno de los grandes problemas cuando llega el invierno es la calefacción: mantener la casa a una temperatura confortable sin que la factura se dispare. Cada año repetimos el mismo ritual —subir radiadores, encender bombas de calor, sellar ventanas improvisadamente— mientras la energía es cada vez más cara y el clima más extremo. Durante el verano ocurre lo contrario: los aires acondicionados trabajan sin descanso para combatir olas de calor que ya no son una excepción, sino la norma.

En medio de este panorama, surge una pregunta que parece casi utópica: ¿es posible vivir todo el año sin calefacción ni aire acondicionado y mantener una temperatura estable? Para la arquitecta Lourdes Treviño, directora de Freehand Arquitectura, la respuesta es un rotundo sí. En esta casa llegamos a tener 22 ºC constantes en pleno invierno sin encender calefacción”, afirma sobre Villa Dana, una vivienda passivhaus en La Moraleja que sintetiza una nueva manera de entender el confort doméstico.

El secreto de una casa pasiva en Madrid: más confort y temperatura estable 

En La Moraleja, una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, se levanta una vivienda que parece desafiar las reglas habituales del confort doméstico: Villa Dana. En pleno invierno, sin calefacción y con temperaturas exteriores cercanas al cero, el interior se mantiene estable, silencioso y a 22ºC constantes. El truco no es otro que una casa eficiente que se autorregula. Es lo que ha conseguido Lourdes Treviño: «Si la envolvente está bien diseñada, la casa se autorregula. No hace falta climatización. No existen picos de calor ni de frío, y las familias se liberan de las facturas elevadas”.

Salón de Villa Dana en Madrid.

La arquitectura pasiva no consiste en colocar más máquinas, sino en hacer que la vivienda funcione de forma autónoma. Con protecciones solares ajustadas al milímetro y ventilación mecánica con recuperación de calor, la temperatura interior se mantiene estable sin necesidad de sistemas activos. La casa se autorregula, aprovechando la energía que ya existe y evitando fugas térmicas.

Comedor de la casa Villa Dana. Salón minimalista en tonos blancos

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En Villa Dana, cada decisión arquitectónica tiene una intención térmica. Las estancias de día se orientan al sur para captar energía gratuita durante los meses fríos; los dormitorios se sitúan al norte, donde la temperatura es más estable. Voladizos, pérgolas y protecciones solares se calculan para permitir que el sol entre en invierno y quede bloqueado en verano. No es estética, es eficiencia. Como explica Treviño, “una casa pasiva no es solo una vivienda que consume menos, es un concepto integral de diseño que logra confort, salud y sostenibilidad simultáneamente”.

Escaleras de la casa Villa Dana. ¿El diseño pasivo es exclusivo de las viviendas de nueva construcción?

Pero el diseño pasivo no es exclusivo de viviendas nuevas. La arquitecta ha rehabilitado casas antiguas en Madrid reduciendo hasta un 80% la demanda energética sin necesidadde derribarlas. ¿Cómo se hace? La clave es mejorar la envolvente, sustituir carpinterías, introducir aislamiento exterior, incorporar fachadas ventiladas y añadir ventilación mecánica. 

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El resultado es una vivienda con temperaturas estables que mejora el ahorro energético y el bienestar. En eso está de acuerdo también la arquitecta e interiorista Kimberley Díaz, cofundadora de Klarq Decor, quien aporta la perspectiva más personal y emocional. Ella vive en una vivienda pasiva y describe una diferencia notable desde la primera noche. “Desde que vivo en una casa pasiva, el descanso es más profundo y el cuerpo se relaja de otra manera. El ambiente estable y saludable tiene un impacto directo en la calidad de vida”.

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Díaz también subraya el papel del interiorismo: materiales naturales, texturas cálidas, iluminación suave y mobiliario funcional. Pero insiste: “Todo parte de una arquitectura bien planteada. Cuando la luz, las proporciones y los materiales dialogan, aparece un ambiente sereno que invita al descanso”.