El hándicap adicional al que Midlake parecen seguir enfrentándose, a día de hoy, continúa focalizado en torno ese elevado listón dejado con sus primeros trabajos, sobre todo en base al insuperado “The Trials Of Van Occupanther” (Bella Union, 06). Y, si bien cabría suponer que la marcha en 2012 del vocalista y principal compositor Tim Smith podría estar del todo superada trece años después de que Eric Pulido ocupase su puesto tras el micro, lo cierto es que nada parece haber sido del todo igual desde aquellos esperanzadores comienzos.

Y es que sustituir a un cantante/compositor y continuar adelante mientras se disimula, quizá no sea, en la práctica, algo tan sencillo. Fuera como fuese, lo cierto es que tras aquel título determinante que apareció en todos los listados con lo mejor de 2006, la carrera de Midlake ha ido perdiendo algo de pegada. En cualquier caso, el sexto álbum del grupo norteamericano es un bonito y cuidado tratado de indie-pop vaporoso con ecos de chamber-pop y los habituales trazos de piscodelia y folk. Una mezcolanza puesta al servicio de canciones trabajadas y que sugieren buena salud, con el combo moviéndose con naturalidad, convicción e inspiración entre los parajes habituales.

“A Bridge To Far” es un disco correcto en componentes e intenciones, además de propiciar una agradable degustación que invita a rescatar sus más deslumbrantes destellos. “The Ghouls”, “Eyes Full Of Animal”, “The Calling”, “Within-Without” o “Lion’s Den” consiguen rememorar, en cierta medida, los tiempos gloriosos, con la formación acomodada en torno a una línea creativa conocida. Una bien ponderada entrega de Midlake, en definitiva, aunque queda por ver si también se revela como impermeable al paso del tiempo. De momento, el mejor trabajo de los de Texas en un buen puñado de años.