Bitcoin se congela: ¿corrección técnica o llegada del criptoinvierno? Bitcoin se congela: ¿corrección técnica o llegada del criptoinvierno?

Durante buena parte de 2025, Bitcoin se convirtió en el emblema de un optimismo casi ilimitado. La criptomoneda más conocida del mundo avanzaba como si nada pudiera detenerla, rompiendo techos y consolidando máximos históricos que parecían anunciar una nueva etapa de madurez para el mercado. Superar los 100.000 dólares ya no era un hito extraordinario, sino un peldaño más hacia un horizonte que llegó a marcar los 126.000 dólares a mediados de octubre. La confianza era absoluta: esta vez, afirmaban muchos, el ciclo alcista sería diferente.

Ese relato, sin embargo, se ha visto abruptamente interrumpido a medida que el año se acerca a su cierre. El precio de Bitcoin ha retrocedido hasta los 89.550 dólares del pasado martes, borrando cerca de una cuarta parte de su valor en apenas cuatro semanas y devolviendo al mercado una sensación familiar de vértigo. Las conversaciones, antes dominadas por la misma euforia que impulsó el rally, se han llenado ahora de prudencia y dudas. La gran pregunta vuelve a ser: ¿Es el inicio de un mini bear market… o solo una pausa saludable del ciclo alcista?

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Con todo, más allá del tamaño de la caída, también llama la atención el origen de este giro. No ha habido una noticia detonante ni un evento concreto capaz de explicar la pérdida de impulso. Ha sido, más bien, una acumulación de tensiones que han derivado en un movimiento correctivo que ha puesto en «modo pausa» un 2025 que parecía destinado a nuevos picos históricos.

La primera señal de fragilidad surgió del apalancamiento. La subida hasta los 126.000 dólares —un récord recibido con la certeza de que aún quedaba techo por romper— atrajo a una oleada de inversores rezagados que recurrieron masivamente a derivados para exprimir cada punto de subida. Pero la arquitectura era frágil: bastó un giro brusco del precio para desencadenar liquidaciones automáticas por cientos de millones, arrastrando al mercado en una típica cascada de ventas.

El segundo aviso llegó desde los ETF al contado. Tras meses actuando como un imán de liquidez institucional, los flujos comenzaron a mostrar agotamiento. Las entradas constantes dieron paso a días con salidas netas, un cambio discreto pero significativo en un año dominado por la influencia de los productos regulados.

La tercera y más contundente señal vino desde Washington. Bitcoin, pese a su narrativa de refugio alternativo, no es inmune a los ciclos macroeconómicos, y cuando la Reserva Federal pronunció en una misma frase tres palabras -“altos por más tiempo”- la aversión al riesgo subió con fuerza.

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Por otro lado, «culpables» aparte, para el analista Manuel Pinto, lo relevante no es la volatilidad —habitual en Bitcoin—, sino la rapidez con la que se ha evaporado la convicción. En su opinión, el mercado “se apoyó demasiado en el crédito y demasiado poco en la paciencia”.

Y es que en un mes se han esfumado alrededor de 600.000 millones de dólares de capitalización en Bitcoin y, según los analistas de Renta 4, «el 99% de quienes compraron en los últimos 155 días está en pérdidas. Por ello, no es de extrañar que los indicadores de sentimiento muestren un mercado atravesado por el miedo: el índice de miedo y codicia, que cayó a 16 —valores de “miedo extremo”—, no tocaba zonas tan bajas desde la crisis arancelaria de principios de año.

Pero a pesar de este brusco cambio de tono, todavía hay muchos analistas que creen que la estructura de fondo del mercado no parece haber quebrado, y ven esta caída como una purga inevitable después de un avance que quizá fue demasiado veloz. Las cifras, aunque dolorosas, no son inéditas: correcciones del 25% tras máximos históricos forman parte del comportamiento habitual de Bitcoin y han actuado históricamente como punto de apoyo para posteriores ascensos.

El debate se concentra ahora en varios elementos que podrían definir el tramo final del año y el inicio de 2026. Los flujos hacia los ETF se han convertido en la referencia más vigilada: si vuelven las entradas consistentes de capital, podría disiparse la idea de un deterioro más profundo. También está el contexto macroeconómico: gran parte del optimismo de 2025 se apoyaba en la expectativa de recortes de tipos el próximo año y en la tesis clásica del ciclo post-halving. Si alguno de esos elementos se desdibujara, las expectativas tendrían que reordenarse. Por último, también destacan los niveles técnicos considerados soportes relevante tanto desde la óptica gráfica como desde la psicológica.

En este sentido, José Luis Cava, que mantiene una visión alcista para el medio y largo plazo en Bitcoin, considera que el soporte de los 88.000 a los 90.000 dólares podría actuar como freno al actual tramo bajista, aunque advierte de que los suelos rara vez se forman con un rebote inmediato. «Lo habitual, explica, es una figura en ‘W’ que implica un proceso de capitulación antes del giro definitivo», detalla.

Otros analistas, como Roberto Moro, creen que  no sería descartable una búsqueda de la zona de los 75.000 dólares en Bitcoin si continúan los síntomas de debilidad.

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Así las cosas, el futuro inmediato de Bitcoin se escribe en condicional. Si el flujo institucional vuelve, si el soporte se mantiene y si la narrativa macro no se tuerce, el retroceso de noviembre se recordará como una fase de digestión antes del siguiente salto. Si, por el contrario, persisten las dudas y la liquidez se retrae aún más, el mercado podría asumir que este ciclo no era tan incuestionable como parecía en verano.