Era todo un genio. A veces, incomprendido. Y es que la vida y obra de Salvador Dalí no puede entenderse sin conocer lo que vivió en el número 6 de la calle Monturiol de Figueras. Este municipio de Gerona vio nacer y crecer … al artista. Su huella está presente en numerosos espacios de la ciudad a los que sin embargo hasta no hace mucho les faltaba la ‘guinda del pastel’, la Casa Natal de Salvador Dalí, donde nació el 11 de mayo de 1904.
Fue a finales de 2023 cuando este museo abrió sus puertas al público después de treinta años de trámites y obras. Desde entonces, es parada obligatoria a la hora de descubrir al gran emblema del Alto Empurdán, comarca situada al norte de la Costa Brava.
La Casa Natal de Salvador Dalí ofrece una experiencia inmersiva que habla de la vida íntima y pública del genio del surrealismo, cuyos primeros años se desarrollaron bajo un ambiente familiar, culto y cosmopolita. Su lado más personal adquiere un gran protagonismo en los mismos espacios que le vieron nacer y crecer, pues en este edificio de tres plantas y azotea, cuya edificación finalizó en 1900, fue donde el padre del artista, un joven notario de Cadaqués, instaló el despacho de la notaría en la planta baja. La familia estableció su residencia en el entresuelo.
Vida personal
La casa fue la primera ventana al mundo de Dalí. Aquí se forjó su personalidad, donde el pintor fraguó algunos de los recuerdos y experiencias que le marcaron de por vida: los enfrentamientos con un padre autoritario, al que admiraba y odiaba a la vez; la ausencia de su madre, Felipa Domènech i Ferrés, que murió demasiado pronto (él tenía 16 años) y siempre le animó a desarrollar su faceta artística; la relación con su hermana pequeña, Anna María, que siempre le idolatró (fue su primera modelo y confidente); y la sombra de un hermano fallecido apenas nueve meses antes de su nacimiento y de quien heredó el nombre.
Aunque creció siendo un hijo consentido, acabó siendo rechazado por su familia a causa de su polémica producción pictórica y literaria.
Sin aglomeraciones y sin esperar colas (la visita está perfectamente organizada con pases cada 10 minutos, de ocho personas), el recorrido por la Casa Natal de Salvador Dalí se realiza en audioguía mediante multitud de recursos museográficos que presentan la biografía del artista. El hilo conductor de la visita, de una hora de duración, es un diálogo interior entre dos voces: él, en primera persona, a partir de fragmentos de sus pensamientos, escritos, citas, entrevistas y declaraciones, y una voz narradora.
Experiencia inmersiva
A medida que se recorren las estancias, el visitante se da cuenta de que está en un edificio que se ha llenado de su alma. Uno puede ver hasta la habitación en la que nació y demás espacios emblemáticos de su infancia.
Sin duda, un gran homenaje de la ciudad a Dalí, el ampurdanés más universal, pues no hay nada en el mundo que hable únicamente del personaje. Teniendo en cuenta su historia personal, se descubre la obra del genio: desde sus primeros inicios con los estudios (nunca encajó, se creía superior a los docentes y fue expulsado de la Real Academia Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde conoció a Lorca y a Buñuel), a cómo despegó su carrera profesional (fue portada de la revista ‘Time’ en 1936) y triunfó en EE.UU., pasando por su relación con Gala, la que fue su esposa, o sus momentos más excéntricos como artista (estuvo a punto de morir en 1936 en la Exposición Surrealista Internacional de Londres, al presentarse vestido con una escafandra que lo dejó sin aire). Dalí se inventó un personaje brillante. «Surrealismo soy yo», solía decir. Por cierto, la primera vez que se dejó sus característicos bigotes de 25 cm fue en 1927 y los mantuvo hasta su muerte.
En definitiva, la Casa Natal Salvador Dalí responde a la necesidad de explicar ‘dónde todo empezó’. Es la joya que completa los espacios y lugares ya destacados en la ciudad dedicados a él: el Teatro-Museo Dalí, concebido y diseñado por el propio artista que alberga su colección; su presencia en el espacio urbano (hay multitud de esculturas inspiradas en su figura); y la ruta Dalí, un recorrido guiado por los espacios más singulares del artista por el municipio.
Como uno más
Los más mayores de Figueras aseguran que Dalí era una persona sana, abierta y muy generosa. Era muy habitual verle por la calle como uno más y pasear por la Rambla.



Recreación del comedor (arriba) y la proyección internacional del artista en la Casa Natal de Dalí (abajo izquieda); el ‘Celler de Ca la Teta’, el salón del hotel donde se reunía Dalí con sus amigos (abajo derecha)
Jordi Puig/Marc Rovira
Uno de sus lugares favoritos era el Duran Hotel & Restaurant, situado en el corazón del municipio, muy cerca de allí. Se trata de un establecimiento familiar con más de un siglo de historia y uno de los más emblemáticos del Ampurdán. Dalí, Gala y sus amigos se reunían en el ‘Celler de Ca la Teta’, la sala comedor del hotel que hoy es un auténtico museo en el que poder degustar los mejores platos del lugar.
Más allá del artista
Además de Dalí, Costa Brava y el Pirineo de Girona cuentan con otros encantos dignos de descubrir, como la miel del Empordà, que se produce durante todo el año. Los diferentes tipos que se dan en esta zona son: de brezo de primavera, romero, tomillo, castaño, de bosque, girasol, escabiosa, mielato de encina, madroño y la miel de mil flores. Aprender sobre el mundo de las abejas y cómo producen este alimento es posible con Abellaires Empordanesos, que ofrecen la posibilidad de ser apicultores por un día en el Paraje Natural de l’Albera, donde se encuentran las colmenas, y hacer una cata de mieles. Con un poco de suerte, y gracias a la sabiduría de Marc Arumí, apicultor, podrás ver a la abeja reina, al zángano y descubrir cómo trabajan las abejas obreras.
Otro rincón digno de conocer es el Ecomuseo Farinera, una antigua fábrica de harina de principios del siglo XX que conserva toda la maquinaria que se utilizaba en el proceso industrial de transformación del trigo en harina. Se encuentra sobre el antiguo molino del medio, uno de los tres que entonces existían en la villa medieval de Castelló d’Empúries. Sorprende la tecnología con la que entonces se eliminaba el germen del trigo, que se valían de la energía del agua y una turbina.
Aquí, además, puedes ponerte manos a la obra y hacer pan. Por cierto, muy típico de la zona es el pan de Tramontana o el de Dalì, con tres puntas.



Una de las salas del Museo de la Anchoa y la Sal (MASLE) (arriba); Ecomuseo Farinera (abajo izquierda); y Marc Arumí de Abellaires Empordanesos
MASLE, l’Escala/Jordi Cassu
Sorprende por su belleza y magnitud al llegar al lugar la iglesia que se encuentra justo al lado del Ecomuseo. Se trata de la basílica de Santa María de Castelló d’Empúries, más conocida como la catedral del Empordà. Jamás ha sido sede de un obispo, por eso dicha categoría oficialmente le corresponde sólo a la catedral de Girona.
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Cómo llegar. La estación de alta velocidad enlaza Figueras con Barcelona y Madrid.
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Dónde alojarse. Hotel Durán en Figueras y hotel Mas Generós en Fonteta, un alojamiento rural sostenible para disfrutar de la naturaleza y las actividades al aire libre en el Bajo Ampurdán.
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Dónde comer. En el restaurante Durán (Figueras), al que se puede acceder sin necesidad de alojarse en el hotel; en la Cooperativa Agrícola Garriguella y en la Vermuteria Perris, en l’Escala.
Por último, pero no por ello menos importante, conviene visitar en L’Escala el Museo de la Anchoa y de la Sal, que muestra la historia de la pesca y de la salazón de pescado azul, desde el siglo XVI hasta la actualidad. Este pueblo es todo un referente que preserva su tradición de salazón.