Toda la familia de Discamino lloraba ayer la muerte de Gerardo Fernández Costa, un joven vigués sordociego de nacimiento y que fue el primero en subirse a un triciclo con Javier Pitillas para hacer su primer Camino de Santiago en 2009, un sueño cumplido al que seguirían muchos otros incluida una visita al Papa Francisco o la visita a la reina Leticia en la Zarzuela.

La amistad venía de antes, porque Pitillas había sido su profesor de atletismo, una actividad que ofrecía la Once en la provincia. Ahí supo que la ilusión de Gerardo era montar en bici, un reto para una persona que no veía, no oía y no mantenía el equilibrio.

Tras la primera hazaña de llegar a Santiago, Gerardo disfrutó tanto que propuso a Pitillas la posibilidad de invitar a más personas como él. Así nació Discamino, una entidad con más de cien colaboradores que hacen deporte sobre ruedas durante todo el año junto a decenas de personas con discapacidad. Su lema no podía ser otro: «que nadie te diga que no puedes».

El caso de Gerardo se produjo porque su madre había tenido rubeola durante el embarazo. Tuvo una vida plena y falleció con 47 años, aunque su sistema nervioso estaba deteriorado y su cerebro correspondía ya al de una persona de 90. “Fue una persona muy feliz, muy querido y muy cuidado por su familia, y a nosotros nos dio mucho. Todo el mundo lo quería, estaba pendiente de todo lo que le pasaba a cualquiera, era un corazón puro. Tuvo malas cartas al nacer pero como era un tipo inteligente las supo jugar de maravilla”. Esto decía ayer Javier Pitillas.