Italia está de los nervios. En las calles, un primer tema de conversación. Y de preocupación. Que por tercera vez consecutiva puedan quedarse fuera de un Mundial de fútbol. Noruega los mandó a la repesca y hoy, tras el sorteo de la FIFA en Suiza, sabrán el calendario y los rivales para intentar llegar a la Copa del Mundo.
Mientras, la revelación del año en el Calcio llega de la Serie B. En el Empoli sobresale un joven ucraniano, Bogdan Popov, que a los 18 está maravillando como delantero. En un equipo que no está por subir a la Primera División, Popov destaca por sus goles (5 en 10 partidos), por sus acelerones y por su llegada al área. Por su pasaporte y por su manera de jugar ya hay quién le compara ya con Andrei Shevchenko, el mejor futbolista de la historia de su país, llegando a ser Balón de Oro de 2004. El caché de Popov, un espigado delantero de 1,93 metros, está subiendo como la espuma y parece que el Atalanta podría pagar ya 10 millones por él para asegurarse incorporarle en el mercado de enero. No sería una mala solución para suplir al inconformista Ademola Lookman, con un pie en el fútbol turco.
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La historia de Popov, un chaval que empezó en la cantera del Dinamo de Kiev, ya tiene un inicio de película. Cuando la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, Bogdan estaba en Polonia y ya no volvió a su país natal. Tenía 14 años, dejó su familia en Ucrania y, de acuerdo con su madre, se buscó la vida en el exilio. Le acogió, como refugiado, una familia de Massa Carrara, en la Toscana. Ahí empezó a socializar, a jugar al fútbol y no tardó en enrolarse en el Empoli. En el día del debut, entró de refresco y anotó dos goles. Un chico tocado por la varita