The Charlatans debutaron a comienzos de los noventa con “Some Friendly” (Beggars Banquet, 90), al rebufo del sonido madchester y de la por entonces alargada sombra de The Stone Roses, para después entrar de lleno en aquella corriente bautizada como Britpop que copó buena parte de la década, dejando por el camino obras tan inexcusables como “Tellin’ Stories” (MCA, 97). En realidad, la carrera de los mancunianos ha lucido siempre con cierta personalidad, afianzada a lo largo de posteriores décadas, ya al margen de tendencias y en torno a un indie-pop al que el grupo ha sabido impregnar de algunas especificidades. Un talante que se ha mantenido desde entonces, al tiempo de concretarse en otros álbumes notables como “You Cross My Path” (Cooking Vinyl, 08) o “Modern Nature” (BMG, 15).

“We Are Love” pone fin a una sequía discográfica de ocho años, y llega cocinado a fuego lento y con la tranquilidad del que no tiene nada que probar. Y, en efecto, mantiene el foco sobre ese indie-pop cuidado y de querencia retro, aderezado con palpables guitarras y esos teclados vintage que, en el caso de The Charlatans, se tornan embriagadores. Se da la circunstancia, además, de que la presente referencia es también la más redonda y asentada del cuarteto en mucho tiempo. Un disco que rezuma madurez y confianza, ataviado con canciones tan favorecedoras como ese póquer de ases inicial que conforman “Kingdom Of Ours”, “We Are Love”, “Many A Day A Heartache” y “For The Girls”. Unas destacadas a las que añadir “Deeper And Depper”, “Appetite” y un magnífico tramo final que enlaza “Out On Our Own”, “Glad You Grabbed Me” y ese epílogo de siete minutos que es “Now Everything”.

Un conjunto de piezas en donde la siempre embaucadora y elegante interpretación vocal de Tim Burgess se acompaña de una no menos inspirada y adictiva instrumentación, dando empaque al asunto en torno a esa bruma sedosa y por momentos casi psicodélica. “We Are Love” refrenda la posición de The Charlatans como formación mítica dentro de la escena británica, tras protagonizar el combo una carrera de más de treinta y cinco años sin cortes ni paréntesis, rehogada con títulos a los que acudir recurrentemente en cualquier momento. Una sección a la que ahora cabría añadir este nuevo y bien parecido elepé, que hace ya el nada desdeñable número de decimocuarto trabajo de estudio en el casillero del propio Burgess y compañía.