«Amancio Ortega se fijó en mi trabajo, me tanteó con una de sus viviendas, y conectamos». Con esta frase, la arquitecta Elsa Urquijo resume el inicio de una relación profesional y personal marcada por la confianza y la continuidad. Desde entonces, Urquijo ha trabajado en algunos de los proyectos más significativos de la familia Ortega: desde tiendas esenciales en la evolución estética de Zara hasta varias de las residencias del propio fundador de Inditex. Esa complicidad creativa ha permitido que su arquitectura (sensitiva, silenciosa y profundamente material) dialogue tanto con los códigos de la marca como con los espacios personales de la familia.

En la Fundación MOP convergen el estilo industrial propio de un edificio portuario, con la conexión directa con el mar.
Fundación MOP
La Fundación MOP, casa de exposiciones en una antigua zona portuaria
El vínculo se refleja especialmente en la Fundación MOP, un espacio cultural construido sobre los cimientos de una nave industrial y unos antiguos silos, que aún se conservan, con la relación con el mar como punto de partida. El mar, precisamente, es un elemento clave en la arquitectura de Urquijo: «contemplar ese mar me contagia el sentido de la infinitud, y esa emoción luego se traslada a pequeñas cosas, cuando toco una muestra, un material. Necesito sentir y percibir, soy muy sensorial», explica la arquitecta en conversación con Expansión.
Está situada en la zona portuaria de A Coruña, y alberga una sala de exposiciones destinada a acoger muestras fotográficas de primer nivel, y una librería con su propia cafetería que, según dicen, sirve el café favorito de Marta Ortega. El interior no es un espacio plano: aprovechando la altura del silo, cuenta con una escalera helicoidal que permite organizar el material a la venta en varios niveles.
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El conjunto mantiene la estética industrial típica de los almacenes portuarios: el uso del hormigón y estructuras metálicas dota al recinto de un minimalismo brutalista que contrasta con la calidez del espacio interior, de paredes en colores térreos pensados para destacar las fotografías expuestas y crear una atmósfera envolvente para las muestras. «Prefiero una pared con una sola pintura bonita, que otra entelada de florituras», expresa la arquitecta, «proporción, luz y materia son fundamentales. Y todo aquello que provoque una percepción sensorial positiva, buscando el equilibrio con el espacio».

La tienda de Zara se alza como un espacio de descanso visual en el medio del bullicio de Hong Kong.
Elsa Urquijo Architects
La tienda de Zara en Hong Kong, un espacio que rompe con el ruido de la metrópolis
«Yo venía del mundo del retail, y él [Amancio Ortega] quería darle un cambio de aire a Zara», explica Urquijo: después de que el magnate español se fijara en la forma en la que la arquitecta abordó un proyecto personal para él, nació una relación que se prolongaría a lo largo de los años.
La tienda de Hong Kong es un proyecto que intenta plasmar el espíritu de la ciudad: la convergencia entre oriente y occidente, el carácter vibrante de un lugar cosmopolita. Se erige como un espacio atemporal pensado para perdurar en el tiempo, en medio de una calle llena de locales y luces de neón: su carácter reside, precisamente, su estética limpia, de líneas rectas, que contrasta con el entorno. Tanto el material como la iluminación crean la atmósfera necesaria para realzar al máximo el producto expuesto, poniendo en primer plano la experiencia del cliente dentro del espacio.

En Nueva York, la marca apostó por una arquitectura que respira lujo.
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La flagship de Nueva York, testigo de la evolución de la marca
Esta construcción se respalda en la idea de que la arquitectura, al igual que la ropa, no cobra vida hasta que alguien la vive: por eso, la intención detrás de su trabajo aquí fue precisamente dar vida a la ropa a través del diseño del espacio. Este invita de forma natural a explorar y descubrir: a través de un sistema de «cajas» (armarios personalizados y personalizables que enmarcan y rodean cada prenda, otorgándole valor) que simplifican la experiencia.
La tienda replica la experiencia de una boutique de lujo, cosa que chocó a muchos tratándose del hogar de una marca reconocida, precisamente, por democratizar la moda y hacerla asequible a todo el mundo. «Queríamos exponer el producto de otro modo, porque había subido su valor y su calidad y no se estaba percibiendo», explica Urquijo, «Para mí el lujo es espacio y es luz, y en este sentido [el espacio] sí es democrático».