En 1992, dos años antes de su muerte, al arquitecto bilbaíno Juan Daniel Fullaondo le preguntaron en una entrevista cuál sería su mayor desgracia. «Rodearme … de majaderos. Que, inevitablemente, desembocan en traidores de tercera», respondió. Si hoy viviera, Fullaondo tendría 89 años y se sentiría «traicionado». Así lo afirma José Joaquín Lizasoain, también arquitecto y uno de los mayores estudiosos de su figura. ¿El motivo? Una de sus obras más brillantes, el edificio que diseñó en 1975, junto a Félix Íñiguez de Onzoño, para el Banco Europeo de Negocios, en el número 3 de la calle Marqués del Puerto de la capital vizcaína, va a ser derribado por su propietario (Kutxabank). El objetivo es levantar un nuevo inmueble de oficinas que se integre en su sede central, que ocupa prácticamente toda esa manzana, tal y como adelantó ELCORREO el mes pasado.

No solo la demolición habría disgustado al arquitecto, posiblemente lo que más le habría dolido es «el camino que se ha recorrido hasta llegar a este punto», en el que hay sospechas de que se habría pasado de puntillas sobre el asunto durante toda la tramitación para que el nombre de Fullaondo no saliera a la luz y las excavadoras pudieran así reducir a escombros la construcción sin hacer demasiado ruido. Eso afirma Lizasoain y parece sugerir también la Comisión de Patrimonio en Bizkaia del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN), que pide ahora públicamente el indulto para el inmueble.

Arriba, el arquitecto Juan Daniel Fullaondo. Sobre estas lineas, un boceto de su diseño y una foto histórica del edificio.

Imagen principal - Arriba, el arquitecto Juan Daniel Fullaondo. Sobre estas lineas, un boceto de su diseño y una foto histórica del edificio.

Imagen secundaria 1 - Arriba, el arquitecto Juan Daniel Fullaondo. Sobre estas lineas, un boceto de su diseño y una foto histórica del edificio.

Imagen secundaria 2 - Arriba, el arquitecto Juan Daniel Fullaondo. Sobre estas lineas, un boceto de su diseño y una foto histórica del edificio.

O, al menos, que se conserve la fachada y la envolvente, considerada tan rompedora como pionera en su momento, al ser el primer muro cortina de este tipo en la ciudad. El anuncio de su condena a la piqueta ha despertado una cruzada en pos de su salvación, a la que se han sumado profesionales, académicos y personalidades como el exdirector del museo Artium Javier González de Durana.

Amigo íntimo de Oteiza y Chillida, agitador cultural, profesor universitario y embajador del arte vasco en Madrid, Fullaondo fue una figura «imprescindible» de los años 60 y 70. «Es un arquitecto clave en Euskadi, pero también en el resto de España, porque desarrolló buena parte de su trabajo y su vida en la capital», cuenta Lizasoain, que fue comisario de la exposición que la EHU, con la colaboración del Gobierno vasco, le dedicó hace tres años en San Sebastián. Fullaondo dejó una huella imborrable en Bizkaia. Aún perdura en las viviendas del número 73 de Alameda de Mazarredo de Bilbao, en los institutos de Txurdinaga y Rekaldeberri, en la biblioteca de Portugalete o en la Plaza Ezkurdi de Durango.

Pero, ¿por qué un edificio singular de un arquitecto bilbaíno tan reconocido será derribado? Kutxabank esgrime un informe firmado por el bufete A4 Arquitectos en el que asegura que sufre «deterioro con lesiones y patologías» graves y que esto, unido a que los forjados de las plantas están a diferente altura que el resto de su sede central, justifica su demolición. Por último, también hay que tener en cuenta que el inmueble carece de salvaguarda legal alguna que reconozca su valor arquitectónico o histórico.

Para el Colegio de Arquitectos, lo sucedido con esta obra de Fullaondo es «un caso desafortunado», ya que «el Ayuntamiento no lo había incluido en su catálogo y por tanto no tiene ningún tipo de protección». A juicio de la Comisión de Patrimonio del COAVN, el antiguo Banco Europeo de Negocios tiene un mérito evidente: «Sería interesante intentar conservar su envolvente actual, ya que se entiende que articula magistralmente la volumetría de los miradores clásicos con un nuevo elemento moderno de unas claves mucho más ricas que la mera imitación del pasado», reclaman.

Además, también plantean que la salvación es posible. «Se pueden buscar soluciones alternativas, aunque probablemente más complejas y costosas, para alcanzar los objetivos perseguidos por Kutxabank sin tener que eliminar las fachadas y el edificio en su totalidad». Con todo, reconocen que, al no tener ningún tipo de escudo legal, todo queda en manos de «la voluntad» de la entidad financiera.

Ni una referencia en 58 páginas

El aspecto más polémico de esta historia tiene que ver, posiblemente, con el silencio institucional y sobre cómo se ha tramitado la solicitud de derribo y la necesaria modificación urbanística aprobada por el Ayuntamiento. «Cuando se analizó el Estudio de Detalle en la Comisión de Patrimonio del COAVN, donde se abordaba la intervención sobre el edificio, no su demolición, no se facilitó por parte del Consistorio información al respecto de la autoría original, ya que parece que es algo en lo que nadie había caído», dice el COAVN.

Para Lizasoain ha habido «una ocultación clara y deliberada». Lo cierto es que cuando el Ayuntamiento sacó a exposición pública el proyecto, en la memoria de 58 páginas que se puso a disposición de la ciudadanía tampoco se hacía referencia alguna a Fullaondo. Es por ello que ahora varias voces, en Euskadi y en Madrid, hablan de «una traición», como las que tanto temía el profesional bilbaíno.