Franco Mastantuono vivió en verano un cambio mayúsculo. Nuevo club, una liga muy distinta a la argentina y un rol completamente diferente al que ejercía en River Plate. Pasó de ser la joya brillante y visible de los ‘Millonarios’ a convertirse en una joven promesa que busca su sitio en la élite, dentro de un equipo cuya exigencia devora cualquier margen de error. El Real Madrid no espera, ni respeta los tiempos de nadie. Y el crack argentino aterrizó en el Bernabéu arrastrando un dolor que nació en el Mundial de Clubes, su último torneo con River, antes de ponerse a las órdenes de Xabi Alonso.

Mi mejor versión todavía no llegó. Tuve un gran momento en River que me trajo hasta acá, pero no es mi techo

Mastantuono en El Larguero

Su deseo de impresionar y ganarse un lugar en el once terminó siendo, sin saberlo, su primer obstáculo. Franco tuvo oportunidades: seis titularidades en sus siete primeros partidos de blanco. Sin embargo, no consiguió disipar dudas ni mostrar la superioridad necesaria para adueñarse de una posición que sigue sin encontrar dueño en el esquema del técnico tolosarra. Los encuentros se acumulaban y el argentino no lograba dar con la tecla. Su personalidad y su osadía, virtudes esenciales para triunfar en el Madrid, chocaban con la irregularidad en la ejecución y en la toma de decisiones. El talento estaba ahí, visible, pero aún por pulir para alcanzar la pureza de las grandes estrellas.

Atrapado en la exigencia blanca

Tras 689 minutos entre Liga y Champions, Mastantuono solo pudo firmar un gol y una asistencia. Y la sensación interna era inequívoca: algo no estaba funcionando. Más por lo mostrado sobre el césped… que por las cifras personales. Luego llegarían los partidos grandes, donde de verdad se perfila el once favorito de cada entrenador, y el argentino se perdió entre tanto compañero. Ahí comprendió que era momento de detenerse, de escucharse y de recuperarse. No existen fórmulas mágicas para soportar la presión mientras el cuerpo pide auxilio.

Mastantuono durante una de sus suplencias con el Madrid.

Mastantuono durante una de sus suplencias con el Madrid.

La pubalgia, una lesión que está golpeando con fuerza a los jóvenes talentos del fútbol mundial, se convirtió en su peor enemiga. Cuando el dolor irradia hacia el pubis, la intensidad puede ser insoportable; los jugadores, literalmente, ven las estrellas. Eso mismo vivía el ‘30’. Su cabeza se perdía entre molestias, y su fútbol quedaba atrapado en un cuerpo que no encontraba alivio.

Ahora, Mastantuono pide tiempo. Tiempo para sanar, para ordenar ideas y para completar una adaptación que golpea de forma distinta a cada jugador. “Acabo de llegar al Madrid. Estoy en un proceso de adaptación que ojalá sea rápido. Ojalá pueda agarrar pronto el ritmo de Europa y que sea una historia larga, con muchos partidos. Mi mejor versión todavía no llegó. Tuve un gran momento en River que me trajo hasta acá, pero no es mi techo”, confesó en El Larguero.