Misterioso asesinato en la montaña es uno de esas películas que parecen hechas para recordar a otras. Si ya desde la sinopsis o las notas oficiales se evocan títulos como Fargo o Un plan sencillo, dos thrillers rurales con una determinada dosis de humor negro y que remiten, de una forma u otra, al universo de los hermanos Coen, pues blanco y en botella: tenemos una trama criminal en un entorno nevado, esta vez el del Jura y no la Minesota de los Coen, donde sus protagonistas tratan, con una importante dosis de torpeza, de beneficiarse de aquello de lo que se debían beneficiar, de meterse donde no debían hacerlo.
No obstante y pese a su mayor picaresca, todo en la película de Franck Dubost es genérico. Un aroma a película Netflix que, no obstante, no empaña ciertos méritos en la caracterización de un matrimonio protagonista bien interpretado (por el propio Dubost y la excelente Laure Calamy) y una peripecia entretenida. Falta genio, falta negrura y falta esa mirada humana propia y definida, de alguna manera definitiva, de sus principales referentes, pero el film se sostiene bien sobre todo cuando se recrea en los aspectos más sumamente idiotas de la trama.
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Si Dubost hubiera enfatizado lo pintoresco en este retrato de la avaricia, en el retrato de tipos rurales franceses, quizá Misterioso asesinato en la montaña -cuyo asesinato resulta, en realidad, más bien poco misterioso- hubiera funcionado mejor como un cómic criminal europeo menos trágico y. más pícaro. El resultado, no obstante, es un entretenido film que parece diseñado para pasar por las retinas del caluroso estio: una distracción razonablemente bien hecha con un par de buenos actores y un humor negro que, en realidad, tampoco abunda en las carteleras de verano. Aceptable.