La afición del Real Zaragoza responderá en la visita a Éibar. El cupo de 306 entradas para la zona visitante que manejaba la entidad aragonesa se ha agotado y, además, está previsto que la Federación de Peñas también ha cubierto ya las plazas (70) del autobús fletado hacia tierras vascas.

También cabe recordar que, aprovechando la cercanía con Éibar (menos de 300 kilómetros) y el horario del partido (las 18.30 del sábado) serán muchos los que se desplazarán en coches particulares para pasar el fin de semana por allí o incluso ir y volver en el mismo día.

No es que la ciudad sea especialmente turística ni bonita, pero sí anda bien en cuanto a gastronomía. Se lleva mucho la costumbre vasca del ‘poteo’, una práctica muy arraigada en la sociedad de la región.

La gente acostumbra a ir de bar en bar de pintxos y bebiendo sobre la marcha, tanto si eres vasco como si viajas desde fuera, como es el caso del más de medio millar de seguidores que el sábado llegarán desde Zaragoza. 

Así, atendiendo a lo que fueron años anteriores, desde el mediodía la plaza de Unzaga -y los establecimientos contiguos- se teñirá de blanquiazul, de zaragocistas introducidos en el ambiente de la previa de un partido clave para el conjunto de Rubén Sellés, que busca seguir escalando posiciones en la tabla.

En esa misma plaza Unzaga hay varios bares metidos en los porches y, si te introduces por la calle Toribio Etxebarría también hay un buen puñado de tabernas con encanto. 

En ese sentido, cabe recordar que el estadio de Ipurúa está en lo alto y que los aficionados suben hacia él en escaleras mecánicas -al estilo de la que se puede encontrar en cualquier centro comercial- y que, una vez arriba, también hay algún barecito y la bolera Casa Cantabria.