La sala Constitucional del Congreso, con la imagen de los padres de la Constitución presidiéndola, ha recibido este viernes a la Familia Real para festejar de la mano el quincuagésimo aniversario de la restauración de la Monarquía parlamentaria, columna vertebral de la Transición a … la democracia, reconocida como tal en un coloquio en el que las presencias han sido tan notables como las ausencias. Entre las autoridades faltaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y también representantes de Vox, que, por su negativa a compartir lugar con el Ejecutivo de PSOE y Sumar, vuelven a dejar plantada a la Corona. Don Felipe, en un discurso muy aplaudido, ha prometido que la institución que encabeza estará siempre al servicio de la democracia. Eso es lo que ha hecho en estos cincuenta años.

El Rey, que venía de entregar el Toisón de Oro a su madre, la Reina Sofía, al expresidente del Gobierno Felipe González y a los dos únicos padres de la Carta Magna que aún viven, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, ha llegado pasadas las doce y media del mediodía a la simbólica sala Constitucional acompañado de la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Sentados frente a la bancada que preside la estancia, donde los ponentes del coloquio han repasado las virtudes de la Corona y su decisivo papel en la Transición, muy en particular el de Don Juan Carlos, a la izquierda de Doña Sofía tomaba asiento el presidente del Senado, Pedro Rollán, y a la derecha de Doña Leonor, la tercera autoridad del Estado, Francina Armengol.

En el lugar, cargado de solemnidad, figuraban los recién galardonados González, Roca y Herrero y Rodríguez de Miñón, los tres determinantes para la llegada de la democracia tras cuarenta años de larga dictadura, y también autoridades como el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, la presidenta del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló, la vicepresidenta María Jesús Montero, los ministros Félix Bolaños y Ángel Víctor Torres, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, la exvicepresidenta Carmen Calvo, la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, los portavoces de los dos principales grupos parlamentarios, Ester Muñoz y Patxi López, diputados, senadores y demás personalidades.

Armengol, como anfitriona, ha pronunciado unas palabras antes de dar paso al coloquio, en un discurso en el que apenas ha agradecido a la Casa Real su presencia y en el que ha mencionado una sola vez a la Monarquía para incluirla dentro de todas las instituciones que, junto al pueblo español, consiguieron la llegada de la democracia. Tras ella, los periodistas Iñaki Gabilondo y Fernando Ónega han ejercido de maestros de ceremonia ante el debate académico, que no político, de la catedrática de Ética Adela Cortina, el de Historia Juan Pablo Fusi, el expresidente del Senado Juan José Laborda y la directora del Centro de Estudios Constitucionales y Políticos, Rosario García Mahamut. Sus palabras, de elogio mayoritariamente hacia la Monarquía parlamentaria, eran escuchadas con atención por la Familia Real.

La Heredera y su hermana intercambiaban miradas de complicidad y sonrisas cuando se las mencionaba y Don Felipe, interesado, expresaba con el rostro al mismo tiempo agradecimiento y compromiso. Ónega preguntaba a los ponentes cómo arbitra la Corona los conflictos políticos y el Rey arqueaba la ceja con curiosidad. Decía el periodista que estaría bien que de vez en cuando sus señorías lleven a la práctica el mensaje de Navidad del Jefe del Estado y este sonreía. Gabilondo, en una conclusión «de Perogrullo», ha advertido que la Monarquía «solo servirá si sirve».

Como si esperase ese mensaje, el Rey, en el atril y ante la atenta mirada de todos los asistentes, parecía recoger el guante en el final de su intervención: «La España democrática, antes incluso que un país, un pueblo o un territorio, es una idea. Una idea hermosa que encarna lo mejor que somos; aquello a lo que aspiramos; la suma de nuestros sueños, anhelos e ilusiones; una idea a la que merece la pena entregar todos y cada uno de los días de la propia vida. Y la Corona, ténganlo por seguro, estará siempre a su servicio, porque en ese servicio radica su propia razón de ser».

«España reunida»

En su intervención, en la que ha recogido definiciones que hacen los niños de lo que es ser un Rey para ellos, ha recordado que este sábado se cumple medio siglo desde que Juan Carlos I fue proclamado Jefe del Estado solo dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco. En el Congreso ha sido la única alusión que ha hecho Don Felipe a su padre, a quien, en la entrega del Toisón de Oro, ha reconocido «un gesto político revolucionario» para pasar de la dictadura a la actual democracia en la Transición. Y la Corona, ahora, pervive en él, que juró lealtad a la Carta Magna al cumplir la mayoría de edad, y en su hija, Doña Leonor, quien hizo lo propio en la misma Cámara Baja en la que este viernes escuchaba a su padre.

Terminado su discurso, ha sido el momento de la fotografía institucional y de las conversaciones y saludos. Con el primero que ha hablado el Rey ha sido con el expresidente González. Y tras la fotografía se ha acercado a ellos Feijóo, quien durante el acto había estado sentado entre Bolaños, con quien ni ha intercambiado palabra, y Gabilondo, con quien sí ha fluido más el diálogo. Sin el presidente del Gobierno, sin Vox y sin los partidos nacionalistas, la democracia ha celebrado este viernes la Monarquía y viceversa. Don Felipe ha apelado a la «España reunida», de «la pluralidad, el contraste de ideas y el debate», aunque hoy no estuviese toda ella en la sala Constitucional. Con todos esos condimentos, ha dicho el Rey, «se ha construido el gran edificio de la democracia española».