El incendio que paralizó durante seis horas la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), en la ciudad amazónica de Belém do Pará, tensó aún más unas negociaciones que no concluyeron hasta después de las tres de la madrugada del … viernes. También retrasó la publicación del documento final que, según el borrador difundido al amanecer en la Amazonia, ya refleja un claro debilitamiento por la presión de los países petroleros.

Simbólicamente, el fuego comenzó justo cuando el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ofrecía una rueda de prensa. Guterres, que pedía «coraje y flexibilidad» para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, tuvo que ser evacuado por una salida de emergencia justo después de instar a los delegados a triplicar el apoyo financiero destinado a la adaptación.

La fotógrafa sudafricana Kiara Worth, editora del Earth Negotiations Bulletin, relató en su cuenta de Instagram su desgaste emocional y el de la propia conferencia, ya marcada por lluvias torrenciales y una invasión previa: «El ambiente era muy tenso… Menos de dos horas después, estaba ayudando a evacuar al secretario general por la parte trasera tras la orden de desalojo por el incendio». La evacuación de la Zona Azul, el área reservada para las reuniones diplomáticas, dejó a los negociadores fuera de los salones hasta las 20.40 horas locales, momento en el que pudieron retomar la discusión de la «Decisión Mutirão» propuesta por Brasil, con dos hojas de ruta: una sobre combustibles fósiles y otra contra la deforestación.

El presidente de la cumbre, el embajador brasileño André Corrêa do Lago, reconoció el impacto del suceso: «No diría que perjudicó, pero afectó, sin lugar a dudas, porque mañana quedará menos tiempo y la negociación está muy complicada. Hay muchas cuestiones pendientes», explicó.

Frustraciones por el borrador

La principal decepción para científicos, activistas y países más vulnerables ha sido que la hoja de ruta para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles ha desaparecido del texto. El documento difundido de madrugada carece de referencias claras a ese plan para abandonar el uso de petróleo, gas y carbón. La postura de países como las Islas Marshall y Vanuatu, que se enfrentan al riesgo existencial del aumento del nivel del mar, contrasta con la resistencia de las naciones petroleras.

A pesar del apoyo de unos 80 países —entre ellos Alemania y Reino Unido— y de las peticiones del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ese «mapa del camino» quedó fuera del documento. India, Rusia y Sudáfrica no aceptan la propuesta, mientras que Arabia Saudí y China dan señales de que podrían respaldarla si se acuerda que cada país pueda elegir su propio itinerario.

Los grupos de países en desarrollo, liderados por Colombia, México, las Islas Marshall y Vanuatu, enviaron una carta a la presidencia de la cumbre. «No podemos apoyar un resultado que no incluya una guía para implementar una transición justa, ordenada y equitativa lejos de los combustibles fósiles», señala el texto. La eliminación afecta también al plan para frenar la deforestación y a los niveles de ambición en materia de financiación.

La Unión Europea, que defendía la inclusión del mapa sobre los fósiles, también ha endurecido su posición respecto a la financiación para la adaptación de los países emergentes. Wopke Hoekstra, comisario europeo de Acción por el Clima, afirmó estar «decepcionado con el texto sobre la mesa» y subrayó que cualquier referencia a la financiación debe estar «estrictamente alineada con el compromiso alcanzado el año pasado sobre el NCQG (Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado de Financiación Climática)». Ese objetivo, acordado en la COP29, fija un mínimo de 300.000 millones de dólares anuales para 2035 en financiación climática destinada a las economías en desarrollo por parte de los países industrializados.

«No ofrece un plan claro y sólido»

La gravedad del retroceso quedó plasmada en una nota técnica publicada por el Observatorio del Clima, que criticó las «carencias inaceptables» del denominado «Paquete de Belém»: «Todo lo relativo a atacar las causas de la crisis climática ha sido eliminado del texto del Mutirão. Las hojas de ruta sobre combustibles fósiles y deforestación sucumbieron a la presión de algunos países petroleros». La exclusión de un plan claro de transición se interpreta como una concesión a los intereses del lobby del petróleo.

Andreas Sieber, director asociado de Políticas y Campañas de 350.org, se sumó a las críticas calificando el borrador de «muy por debajo del salto necesario para afrontar la crisis climática». «Lo más grave es que no ofrece un plan claro y sólido para eliminar los combustibles fósiles», señaló. «Sin una hoja de ruta para poner fin al petróleo, el gas y el carbón, seguiremos avivando las llamas», dijo, vinculando la emergencia climática con la columna de humo del incendio del jueves.

Se apagó un incendio… y la ambición climática

El incendio del jueves no fue solo un contratiempo logístico, sino un recordatorio dramático de la fragilidad de un evento ya marcado por fallos estructurales.

A las quejas por la logística, los altos precios de los hoteles en Belém y las críticas a la organización, se sumó un incendio que, por fortuna, fue controlado en seis minutos y sin causar víctimas. Durante las dos semanas de conferencia hubo reproches por el intenso calor debido a la falta de aire acondicionado en algunas zonas de la Zona Azul, y por el frío excesivo cuando los aparatos funcionaban a máxima potencia.

Aún no hay conclusiones sobre el origen del incendio, pero una de las hipótesis es un cortocircuito provocado por un microondas que no habría superado los controles de seguridad. La ONU también pidió en varias ocasiones reforzar los accesos después de que un grupo de indígenas irrumpiera en la entrada de la Zona Azul la semana pasada y bloqueara la entrada a modo de protesta. Las críticas han recaído sobre la seguridad interna, responsabilidad del Gobierno del estado de Pará, anfitrión de la COP30.

El agotamiento de los delegados, agravado tras el incendio, es visible en los pasillos donde se discute el documento que debe cerrarse este fin de semana. La fotógrafa Kiara Worth, con numerosas cumbres a sus espaldas, calificó su experiencia en Belém como «bíblica» y «la más difícil» de su carrera.

El incendio, que obligó a atender a 21 personas —la mayoría por inhalación de humo y episodios de ansiedad— no solo dejó daños materiales, sino que simbolizó el desgaste de un proceso diplomático que intenta, sin éxito, contener una crisis global.

Activistas y observadores han comparado las llamas del Pabellón de los Países con los incendios que arrasan bosques en todo el mundo, un paralelismo doloroso en una cumbre que pretende proteger el clima. La COP30 parece encaminada a cerrarse sin un compromiso firme para poner fin a la quema de petróleo, gas y carbón.