La intención de Ucrania de comprar hasta 100 Rafale de Francia reconfigura el mapa de la defensa europea. París ha cerrado la operación en solitario, dejando fuera a España y al Eurofighter en el mayor contrato de cazas en décadas. El movimiento fortalece a Dassault y abre una brecha industrial dentro de la UE.
El resultado es directo: España queda fuera de un contrato histórico que podría haber reforzado la industria aeronáutica del Eurofighter y repartido beneficios dentro del marco comunitario.
El acuerdo llega en plena guerra y con Ucrania acelerando su rearme. Pero la cuestión de fondo no es la compra en sí, sino cómo Francia la ha planteado: una operación bilateral, política y comercial que refuerza la supremacía de Dassault y debilita la narrativa de “autonomía estratégica europea” que París defiende cuando le interesa y olvida cuando no.
Francia avanza sola y rompe la cohesión europea en el sector defensa
Si finalmente se lleva a cabo esta operación, el Gobierno francés habrá sido extremadamente eficaz: diplomacia directa, visitas de alto nivel, promesa de entregas rápidas y un paquete cerrado de formación, mantenimiento y financiación.
Francia quiere convertirse en el padrino militar de Ucrania.
Ni Berlín, ni Roma, ni Madrid han sido invitados a la mesa. Ningún mecanismo europeo ha articulado la operación. Y la UE, que intenta desde hace años coordinar compras y evitar duplicidades, vuelve a demostrar que depende de decisiones bilaterales que responden al interés nacional del actor más rápido.
España, que participa en los programas Eurofighter y FCAS, queda como espectador en un movimiento que favorece a Francia a costa del ecosistema europeo que supuestamente deberíamos estar construyendo juntos.
España queda fuera del mayor contrato de cazas de la década
Para España, la exclusión es triple:
Impacto industrial, porque la industria española aporta aviónica, software, estructuras y sensores al Eurofighter. Un pedido de esta magnitud habría significado años de carga de trabajo. Tiene un Impacto estratégico, ya que Francia consolida su producto estrella mientras el Eurofighter pierde un mercado crítico.
Y por último, tiene un Impacto político: Francia actúa sin contar con nadie, y Europa no tiene mecanismos para impedirlo. El resultado es una fractura interna en un momento muy delicado: FCAS acumula retrasos, el Eurofighter busca nuevos mercados y Europa necesita coordinarse para no depender de Estados Unidos o Turquía.
¿Por qué Rafale sí y Eurofighter no?
La decisión de Ucrania parece no ser técnica, sino política.
- Una Diplomacia francesa más agresiva y rápida.
- Un paquete completo; formación, mantenimiento, financiación y armamento.
- El calendario de entregas más corto que el de otros fabricantes europeos.
- La voluntad de Kiev de asegurarse un aliado fuerte dentro de la UE.
El Eurofighter no ha tenido la posibilidad de competir porque París ya parece que se había estado preparando el terreno hace ya varios meses, llegando sin remedio a la verdadera pregunta, que además resulta ser incómoda: ¿puede llamarse “cooperación europea” a un mercado en el que Francia opera como si no existieran socios?
¿Cómo va a pagar Ucrania un contrato que puede superar los 20.000 millones?
Esta es quizás la parte más opaca de toda la operación. Dentro de las opciones reales están los créditos blandos franceses a 20 a 30 años, habituales en ventas de Dassault. Los Fondos europeos canalizados como apoyo indirecto, que en la práctica benefician a Francia. Esta operación también podría contar con el apoyo de Washington y Londres, que quieren garantizar la capacidad aérea ucraniana frente a Rusia.
Aquí podríamos encontrarnos con una paradoja más que evidente: Europa podría terminar financiando el liderazgo industrial francés, mientras España y otros socios quedan fuera del reparto.
El ascenso militar de Ucrania: una fuerza aérea comparable a Francia y Reino Unido
Si se confirma el pedido, Ucrania pasará a tener una de las fuerzas aéreas más grandes y avanzadas del continente. Entre 2028 y 2035 podría operar decenas de Rafale, F-16 ya en servicio, MiG modernizados, drones de ataque de fabricación propia y, si prospera la Carta de Intención con Suecia, una flota de Gripen E especialmente adaptada para operar desde pistas cortas y dispersas.
Esto altera por completo el equilibrio europeo:
• Ucrania tendría una capacidad aérea que solo Francia y Reino Unido podrían igualar.
• Repartiría su dependencia estratégica entre París y Estocolmo.
• Multiplicaría su peso industrial al combinar Rafale, Gripen y F-16 con producción local de drones y misiles.
¿Qué ocurrirá cuando Ucrania deje de ser un país receptor y se convierta en un actor militar con agenda propia dentro de Europa? La UE está alimentando un nuevo polo militar en el Este sin reglas claras, sin integración gradual y con Francia intentando marcar el ritmo en solitario.
Francia gana, Europa se fragmenta y España queda rezagada
El contrato Rafale-Ucrania sería un triunfo claro para París: refuerza su industria, aumenta su influencia y sitúa al Rafale como el avión dominante en la década. Pero Europa pierde cohesión, coordinación y visión industrial conjunta, mientras España pierde retorno, oportunidades y liderazgo.
Paralelamente a estos movimientos Ucrania se convierte en un actor militar de peso que transformará el equilibrio continental.
La cuestión que debería estar discutiéndose en Bruselas es simple: ¿puede Europa construir una defensa común mientras Francia actúa en solitario y captura el mercado a costa de sus socios? Hoy, la respuesta parece ser no.
